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Silvia Domínguez: “Somos referentes para todos, no solo para ellas”

La capitana del Perfumerías Avenida de Salamanca, con tres Euroligas en su palmarés, repasa el camino de su equipo hasta la Final Four y su álbum personal y profesional. “Con mi 1,67m pensé: ‘búscate la vida y hazte valer como eres”, cuenta

Silvia Domínguez corta la red de la canasta tras ganar la Copa de la Reina el 27 de marzo. FEB
Silvia Domínguez corta la red de la canasta tras ganar la Copa de la Reina el 27 de marzo. FEB
Faustino Sáez

Silvia Domínguez (Montgat, Barcelona, 35 años) ya era la capitana del CB Avenida cuando el equipo salmantino conquistó la Euroliga femenina en 2011. Aquel éxito impulsó una carrera de leyenda forjada con el carácter y la pasión de aquella niña que se abrió paso en el patio del colegio y comenzó a lanzar a canasta a los siete años, la edad que ahora tiene su hijo Yago. En Estambul afronta su octava Final Four en busca de su cuarto título. “Habrá que intentar redondear para que queden números bonitos”, cuenta entre bromas y veras antes de la semifinal de este viernes frente al Sopron húngaro (16.00, Tdp). Al otro lado del cuadro, se miden USK Praga y Fenerbahçe (19.00, Tdp). Treinta años después de que el mítico Dorna Godella conquistara la primera de las cuatro Copas de Europa del baloncesto femenino español, el Perfumerías Avenida se vuelve a citar con la historia.

Pregunta. ¿Cómo están la cabeza y las piernas después de dos años de apocalipsis y dos meses tan estresantes del equipo?

Respuesta. No lo sé ni yo. Esto se ha convertido en supervivencia pura y dura. No solo por lo que llevamos este año, sino por no haber descansado en verano y acumular dos temporadas de empalme. Y vaya dos años. Lo llevamos como podemos. Yo después de cada partido, me duela algo o no, paso por el fisio, aunque sea para prevenir.

P. En febrero vieron como se desarmaba el equipo por lesiones y problemas personales de varias jugadoras y, aun así, se clasificaron para esta Final Four y ganaron la Copa.

R. Sí. Dentro del equipo teníamos la broma de que esto parecía Los Juegos del Hambre, éramos el distrito 12 y acudíamos cada día al trabajo a sobrevivir. Todo empeoraba cada día. Nos dijimos ‘o apretamos los dientes para intentar sacar esto o tiramos la temporada’. Ha sido duro, pero cuando hacemos balance vemos que todo lo que hemos pasado nos ha unido muchísimo como equipo. Somos un gran grupo humano y los problemas nos han hecho más fuertes ahora que hemos recuperado todas las piezas.

P. La base del buen liderazgo es la humanidad y se aplicó en ayudar a su compañera Kahleah Copper, que en pocos días perdió a su hermano y a una prima, y aun así ha estado con el equipo.

R. Recibió dos golpes durísimos y tuvo que hacer dos viajes de ida y vuelta a Estados Unidos en pocos días. Se habla mucho de la empatía y es ahí cuando hay que estar con las personas y ponerse en su lugar. Se preguntaba ¿por qué me está pasando todo esto a mí?, ¿estoy en el lugar adecuado o debería estar con mi familia? Yo quise transmitirle que, tomara la decisión que tomara, la íbamos a entender. Y que, si veía que podía y quería seguir, nos íbamos a convertir en su familia aquí. Lo deportivo estaba en un segundo o tercer plano.

P. Han hecho bandera de esa sensibilidad como grupo.

R. Cuando el entrenador y el club piensan en qué jugadoras pueden armar este puzle se fijan, fundamentalmente, en cómo son como personas. Por mucho que puedas aportar en la pista, si luego el grupo humano no funciona no se consigue nada. Llevamos dos temporadas sin tener ni un solo problema. Todas aceptan los roles y todas trabajan por el bien del equipo. Esa es la base de todos los éxitos.

P. Hablando de éxitos, ¿cómo es ganar a los 16 años, cuando conquistó su primera Liga, y ahora a los 35?

R. Hay una parte de mí que piensa en que me queda poco tiempo de jugadora, no sé cuánto pero poco. Y esa parte saborea mucho el ganar un título o llegar a una Final Four. Ahora estoy aprendiendo mucho a disfrutar cada momento. Hay que disfrutar del camino, de los procesos que se viven en los equipos… eso es lo que da sentido y valor a todo.

P. Su hijo Yago tiene ahora la edad con la que usted empezó a jugar al baloncesto. ¿Cómo era aquella Silvia de niña?

R. Un terremoto, no paraba quieta. Por eso fue lo de ‘hay que apuntarla a algo’, para canalizar esa energía. Era muy buena estudiante y sacaba muy buenas notas. Me gustaba todo, pero las horas de educación física eran lo mejor de la semana. A la edad de mí hijo estaba corriendo por todos los lados y no me cansaba nunca… Y ahora sigo igual dentro de la pista.

Silvia Domínguez, en la sesión oficial de fotos de la Euroliga femenina. FIBA
Silvia Domínguez, en la sesión oficial de fotos de la Euroliga femenina. FIBA

P. ¿Cómo vivieron sus padres lo de que se lanzara a hacer carrera en el baloncesto?

R. Siempre me apoyaron, desde pequeña. Sacrificaron mucho de su tiempo para algo que, en ese momento, era solo una diversión para mí. Nunca me pusieron límites. Ni cuando hubo que tomar decisiones como la de irme a Madrid con 17 años, también me animaron, incluso a su pesar. Soy de una familia muy humilde. Mis padres no tenían relación con el deporte y han tenido varios trabajos para salir adelante, como muchas familias. Por eso me impresiona más el apoyo que me dieron, porque no había ningún referente deportivo dentro de la familia. Creyeron en esa niña inquieta.

P. Además de energía, ¿hace falta mucha determinación para abrirse paso entre gigantes y construir un palmarés como el suyo [con ocho medallas con la selección y 26 títulos de clubes]?

R. Mi hermano mayor mide 1,92m y yo crecí con la esperanza de pegar el estirón algún día, pero me quedé con mi 1,67m. Pensé, soy así y ya está, es lo que hay. Búscate la vida para hacer lo que otras jugadoras no puedan hacer y hazte valer como eres y con lo que tienes. Y tampoco me ha ido tan mal. No soy de mirar el palmarés, pero cuando me lo recuerdan impresiona.

P. Su crecimiento ha ido de la mano con el del Avenida. En su primera etapa (2006-2011) logró tres títulos y desde su regreso en 2015 ya suma 11.

R. Es un club que ha sido siempre fiel a su filosofía y manera de hacer. Mucha gente se piensa que aquí tenemos grandes presupuestos y para nada. Se trata de hilar muy fino a la hora de fichar. Y tenemos también la suerte de que muchas jugadoras quieren venir aquí a jugar por lo que representa este equipo. En mi primera etapa estaba el Ros Casares, que se nos resistía. En mi vuelta, ya no había una diferencia tan abismal. Ahora se están construyendo grandes proyectos como el de Valencia Basket, hay un Girona muy potente… Y ojalá siga avanzando así la Liga, con el ascenso del Barça, con más estructuras de ACB como la de Zaragoza… Aquí en Salamanca, más que capacidad económica lo que hay es una gran capacidad para reinventarnos, avanzar y competir siempre. Es una empresa familiar que apuesta fuerte por esto y la gente se identifica mucho con nuestra lucha. Somos la resistencia.

P. Decía Laia Palau que entre las mujeres está mal visto “chulear” porque no han sido educadas para destacar. Sin embargo, usted ha normalizado gestos de garra y ambición, de esos que son comunes en los hombres.

R. A mí me sale de manera innata, en momentos importantes, para conectar con la afición. Lo siento así y me sale sin pensar.

P. ¿En su colegio, los niños dominaban el patio del recreo?

R. Yo me hice hueco en el patio del colegio sin problema. Me metía ahí a jugar al fútbol, al baloncesto, y a lo que fuera. Ahora además, las niñas ya nos tienen como referentes, porque nos ven más y porque afortunadamente esto no deja de crecer. El baloncesto es el deporte con más licencias femeninas en España [130.539, según los datos del CSD de 2020, frente a las 77.461 del fútbol]. Cuando voy al colegio de mi hijo, los niños me dicen: “vosotras sois mejores que los de la NBA”. Que un niño te diga eso habla de lo que supone la referencia del Avenida para la sociedad de Salamanca. Es significativo que lo digan los niños, no solo las niñas. Somos referentes para todos, no solo para ellas.

P. ¿Cómo fue su estreno en la capitanía de la selección en noviembre tras la retirada de Laia Palau?

R. Fue una toma de contacto de muy pocos días. Llegaba Miguel Méndez como seleccionador y consistió más en observar los cambios y su método de trabajo… Voy a ser capitana a mi manera y lo mejor que pueda. Estaré ahí para ayudar a todas. Está entrando mucha gente joven y es importante hacerlas sentir a gusto y partícipes. Hay jugadoras que llevan una trayectoria increíble y pueden llevar un poco el peso del grupo, pero hay que gestionar ese equilibrio entre las distintas generaciones. Dependerá también del trabajo de Miguel. Yo intentaré ser justa con todas, empatizar con cada una de ellas, con las fijas y con las que lleguen nuevas.

P. Con España fuera del Mundial, ¿será un verano de construcción tranquila?

R. Sí. Podremos avanzar sin la presión de los resultados. El pasado fue un verano de muchísima presión en una situación que no era la mejor y tenemos que rearmar todo esto. Ese es el trabajo que empieza ahora.

P. Volviendo a la Final Four, sin el Ekaterimburgo (excluido por la sanción a los equipos rusos) hay más opciones de traer la segunda Euroliga a Salamanca tras aquella conquista de 2011.

R. El Fenerbahçe es el favorito, por la plantilla que tiene y por jugar en casa con el apoyo de su público. Pero se han abierto las opciones para los cuatro equipos. Ojalá al final suene nuestro himno de Sweet Caroline en el Ulker Arena. Ojalá se repita lo de 2011, fue maravilloso.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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