El futurista Bernabéu está hecho para Mbappé
El estadio es el señuelo definitivo para reclamar a las grandes figuras del fútbol. Kylian está a la cabeza de todas
Texto y subtexto se reúnen este miércoles en el Bernabéu, donde el Real Madrid se enfrentará al PSG y el madridismo recibirá a Mbappé. A un lado, la solución a una delicada eliminatoria, que por ahora coloca al equipo francés con ventaja. Partido tan lleno de atractivos como cualquiera de los más recordados en la historia de la Copa de Europa. No viene un equipo, llega la síntesis del fútbol postmoderno: un club relativamente nuevo —el PSG se creó en 1971—, generosamente financiado por los petrodólares de Qatar y construido con el neón que identifica a Kylian Mbappé, Neymar y Leo Messi. Es un equipo que destella en el paisaje.
Al Real Madrid no le resulta extraño el modelo del PSG. Lo inventó Florentino Pérez a principios de este siglo. Los fichajes de Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham cambiaron definitivamente el paso del fútbol. Se estableció una ruta de negocio a la que se adscribieron los clubes más poderosos del planeta. Las estrellas valían por lo que jugaban y por lo que vendían.
A diferencia del PSG, el Madrid puede montar a lomos de varios caballos. Se lo permite la historia. Puede ser la más clásica y venerable de las instituciones, pero tampoco desdeña el papel de líder del modelo más mercantil del fútbol. El equipo actual representa esa naturaleza diversa. Es un equipo que tiene el valor del oro viejo, no de la pedrería brillante. A su manera, es un equipo a la antigua, edificado sobre jugadores que llaman la atención por su estatura futbolística, no por la comercial. De esa parte se encarga el PSG.
En esta ocasión, al Real Madrid le toca tirar de historia. Sabe cómo hacerlo. Le preocupa el resultado del primer partido, pero le sobra memoria y conocimiento de la competición. Respira Copa de Europa por todos los poros, al contrario que el PSG, torturado por su obsesión por capturarla. Ningún equipo maneja mejor estas sutiles ventajas que el Real Madrid.
Cada cierto tiempo, Florentino Pérez escoge a un jugador como bandera de su próxima revolución. Esta vez es Kylian Mbappé. Su brillantísima actuación en el primer partido aclaró las razones del fichaje más publicitado desde Cristiano Ronaldo. A estas alturas de su carrera, con 23 años, sólo le falta un título —la Copa de Europa— y un galardón, el Balón de Oro. En el Parque de los Príncipes, no se le escapó la oportunidad de manifestar sus portentosas cualidades. Era el partido perfecto para proclamar su jefatura y no lo desaprovechó. Los indiscutibles del fútbol siempre destacan por su teatral sentido de la oportunidad.
Mbappé visitará el Bernabéu, la que se presume que será su próxima residencia. Verá un estadio pensado para él. No es un campo: es un mensaje al resto del mundo. En un momento de incertidumbre y crisis, el Real Madrid ha desplegado toda su potencia para edificar su particular faro de Alejandría para el fútbol y para la ciudad, que desde hace 70 años ha movido sus coordenadas al compás del estadio de la Castellana.
Ya en la etapa final de su construcción, el Bernabéu es un estadio para el futuro y para la próxima generación de jugadores. En los planes de Florentino Pérez, también es la pieza imprescindible en su exclusivo y espectacular proyecto de competición. Es, en definitiva, un campo para epatar, el señuelo definitivo para reclamar a las grandes figuras del fútbol. Mbappé está a la cabeza de todas y el Madrid lo sabe desde el Mundial 2018.
Si el delantero francés cautivó al madridismo con su deslumbrante actuación en París, este miércoles jugará en un estadio destinado a cautivarle. El Bernabéu está hecho para él. Seguro que no le pasa inadvertido.
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