Al Atlético le salva la épica
El equipo de Simeone desperdicia primero dos goles de ventaja y remonta al Getafe (4-3), con diez por la expulsión de Felipe, con un gol de Mario Hermoso en el último suspiro
En su decepcionante travesía, el Atlético está quebrando todos los axiomas alumbrados en la era Simeone. Esta vez fue un partido descarnado, con seis goles al descanso entre los dos equipos. Y un gol triunfal, a dos minutos fruto de la épica, con diez jugadores por la expulsión de Felipe, cazado por Mario Hermoso con un segundo remate de tijera tras errar en su primer intento. Al menos, a este Atlético contradictorio le quedó el orgullo para ganar un partido que fue una bacanal inédita de goles y puso de manifiesto otra de las paradojas que el fútbol le está reservando al campeón. Cuanto más quiere arrimarse al molde más clásico de Simeone, más le alejan el desarrollo de los partidos y el juego.
Da igual que el preparador argentino proclame la vuelta a los orígenes del 4-4-2, al cemento, al mazacote y a volver a convertir la patada larga de Oblak en la canalizadora del equipo para evitar el tránsito de la pelota por el centro del campo. Este Atleti es una ruina defensiva, quién se lo iba a decir a Simeone. El Getafe, antes de que Luis Suárez fallara el penalti que le sacó a David Soria y encajara los dos primeros goles que podían parecer definitivos, ya nada lo es en este irreconocible Atlético, le había reventado ya las costuras al minuto de juego. Enes Ünal sentó a Savic con un mero movimiento de espaldas y al montenegrino no le quedó más remedio que derribar al enrachado goleador turco. La falta la ejecutó con veneno Óscar y Oblak la pudo manotear a córner. El saque de esquina no fue gol porque Cuenca, sin un rojiblanco siquiera para saludarle, pifió el remate.
Sin Carrasco, baja de última hora por covid, y deprimido como anda, el Atlético se agarró al ingenio de Correa. En la derecha, como anoche, o como segundo delantero, se ha erigido en la gran esperanza rojiblanca de salvar la temporada. Primero fue el más pillo al perseguir una pelota aérea y alcanzar a meter la punta sorprendiendo a David Soria y sus dormidos defensas. Después se templó en la mediapunta para filtrar una pelota precisa al reaparecido Marcos Llorente. Al centro de este acudió Cunha en el segundo palo para empujarlo después de que la pelota se paseará por toda el área getafense.
Fatalismo
Dos cero a los 20 minutos, un potosí antaño, una renta escasa ahora con una defensa que se raja con un soplido del rival cuando no se dispara en el pie, algo habitual en lo que va de curso. Y el primer gol del Getafe fue otro balazo. De nuevo un mal despeje, esta vez entre Lemar y Reinildo, le dio carrete a Jantko para un disparo mordido que desvió Borja Mayoral. Apenas habían pasado seis minutos del gol de Cunha y nueve cuando a este le golpeó en la mano un saque de esquina. Enes Ünal no perdonó ni este primer penalti, ni el segundo, también por manos, esta vez de Lemar. Al mal juego y a los peores resultados al Atlético se le ha sumado el fatalismo crónico que también parecía enterrado desde la llegada de Simeone. En un cuarto de hora largo, el Getafe remontó los dos goles y no se fue al descanso en ventaja porque de nuevo emergió el instinto de Correa para acudir presto a matar de cabeza un buen centro de Lemar.
Quique Sánchez Flores ha transformado al Getafe en un señor equipo. Se levantó del 2-0 y encajó el empate a tres saliendo mandón en el segundo tiempo. Y lo quiso ser más cuando a Felipe se le fue la plancha y la incrustó en el costado de Arambarri. Nadie como Felipe refleja el desquicie de los defensas rojiblancos. Simeone reaccionó rápido para evitar la sangría. Sentó a Luis Suárez y dio paso a Hermoso. El juego se convirtió en trabado. Los cambios de Quique no fueron definitivos para terminar de rematar al Atlético. No olió la sangre a tiempo y le dio vida a su rival. Simeone refrescó el equipo dando entrada a Vrsaljko, De Paul y João Félix, cabezas de turco junto a Hermoso de la derrota en el Camp Nou.
Sin que pasaran grades cosas, a dos minutos del final emergió otra de las paradojas de este Atlético. Sus defensas pueden ser más contundentes en el área contraria que en la propia. Hermoso, como en la remontada ante el Valencia, rebañó en el segundo palo una dejada de cabeza de João Félix tras una falta lejana colgada por De Paul. La épica, lo único que parece quedarle, salvó una vez más a un equipo con más goles a favor y en contra que juego.
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