Italia, en vilo por SuperMario (Balotelli)
El delantero, que hoy purga sus pecados en el fútbol turco, vuelve a la Nazionale ante la alarmante falta de gol de la selección italiana
Italia ha vivido pendiente toda la semana del destino de un hombre llamado Mario. Se escrutaba su impermeable humor, sus posibilidades de convertirse en jefe de Estado y el efecto en los mercados de la decepción que telegrafiarían sus ojos si finalmente no resultaba elegido. Mientras Mario Draghi, hijo predilecto de Goldman Sachs, esperaba una llamada en el Palacio Chigi para llegar a presidente de la República, otro Mario, palermitano hijo de inmigrantes ghaneses, también apodado SuperMario, por el fontanero más famoso de los 80, regresaba de las sombras turcas para aprovechar la penúltima oportunidad que le brinda la vida. Balotelli (31 años), tantas veces empeñado en sepultar su don a base de maravillosos estropicios, ha sido convocado por Mancini para el stage que realiza estos días la Nazionale, después de tres años sin verle el pelo. Él está encantado. La noticia, sin embargo, no habla especialmente bien de la capacidad del país para fabricar delanteros.
La certidumbre y la rotundidad pueden ser un síntoma de mala educación en una nación acostumbrada a llegar a acuerdos. Casi nada suele ser definitivo en Italia. Uno se va convencido, pero siempre puede volver. Los presidentes del Consejo de Ministros, por ejemplo, nunca terminan de largarse. Algunos como Giulio Andreotti repiten siete veces; otros como Silvio Berlusconi, cuatro; hay quien, como Matteo Renzi, se convierte en incómodo parlamentario que mueve la silla al líder de turno. Pero también presidentes como Mattarella se ven obligados a repetir en el cargo porque el país es incapaz de generar una nueva clase dirigente. En el fútbol pasa exactamente eso en algunas posiciones. El regreso de Balotelli es síntoma también de otro mal: la falta de gol del calcio.
Jugador hoy del Adama Demirspor (lleva ocho goles y cuatro asistencias), entrenado por su compatriota Vincenzo Montella, Balotelli ha purgado sus pecados en la Serie B italiana (Brescia y Monza) y en el fútbol turco. Ahora es un escalón más en el intento desesperado de Roberto Mancini, uno de sus padrinos, por recuperar la pólvora en la delantera azzurra. Hace cuatro meses hubo un gran revuelo cuando el técnico convocó a Lorenzo Lucca, joven jugador del Pisa (en la Serie B), llamado a solucionar la sequía en el área contraria para llevar a Italia al Mundial. También con los cambalaches de la FederCalcio para nacionalizar a toda pastilla a João Pedro, brasileño de 29 años del Cagliari. Ahora, en una situación crítica en la que Italia se jugará la clasificación para el campeonato invernal de Qatar, le tocará resolver el problema al bueno de Balotelli. “¿Por qué siempre yo?”, se quejaba en una famosa frase que estampó en su camiseta cuando jugaba en aquel Manchester City de Mancini. Pues sencillamente porque no hay nadie más.
La Eurocopa de 2021 fue Prozac en vena para una Italia baja de ánimo. Pero al mismo tiempo, se convirtió en una gruesa capa de maquillaje barato para una serie de males endémicos del calcio no resueltos en los últimos años. “El dribbling en Italia es un intruso, un enemigo. Solo habrá unos 20 jugadores que lo practiquen. Con la excepción de Sacchi, hemos privilegiado el músculo y la presión”, decía el gran Gianni Mura en un reportaje de este periódico hace tres años, poco antes de fallecer. Fue y sigue siendo así. Hoy solo tres de los 10 principales anotadores de la Serie A son italianos. Y el primero es Ciro Immobile, un fenómeno que llega casi seco siempre a la Nazionale.
Mancini solo ha tenido malas noticias desde que levantó la Eurocopa. Al borde del abismo para el Mundial de Qatar, Italia tendrá que jugársela en el playoff con equipos como Portugal sin los delanteros Federico Chiesa y Andrea Belotti. Balotelli, así están las cosas, es el atacante en activo con mejor promedio goleador con la selección: 14 goles en 36 partidos. Toda Italia sabe que no es un tipo de fiar. Pero Mancini fue uno de sus grandes promotores y sabe cómo tratarle. SuperMario le prometió a su padre antes de morir que volvería a la Nazionale. Que así sea.
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