España no se agota: sextas semifinales seguidas en un Europeo

Un resucitado Corrales certifica en el último minuto la victoria ante una desahuciada Polonia (27-28), los Hispanos acaban líderes de grupo y este viernes lucharán por las medallas

25 ene 2022 - 17:27CET

Rodrigo Corrales celebra una acción de España ante Polonia.VLADIMIR SIMICEK (AFP)

A falta de 40 segundos para el final, la portería de España llevaba ¡cero paradas en toda la segunda parte! Una estadística muy difícil de ver en la élite. Rodrigo Corrales, Gonzalo Pérez de Vargas y de nuevo Corrales habían sido permanentemente agujereados por una Polonia desahuciada, sin ninguna posibilidad de entrar en semifinales y a la que le faltaba su segundo máximo goleador (Szymon Sick, 31 tantos hasta entonces). De los 14 lanzamientos previos, los 14 habían acabado en la cazuela.

Pero Corrales hizo bueno el dicho que se repite hasta el hartazgo cuando se habla de la portería: “No importa cuántas paras, sino cuáles”. Y él, que arrancó de maravilla el encuentro pero luego no pilló una durante 50 minutos, resucitó de la nada para amarrar las sextas semifinales consecutivas de España en un Europeo. Único equipo que lo consigue en este periodo. La campeona de las dos últimas ediciones (2018 y 2020), que además acabó líder de grupo por la victoria de Suecia sobre Noruega (24-23; parcial final de 5-0), buscará repetir la triple corona seguida de Suecia entre 1998 y 2002. A las 20.30, Noruega y Suecia se jugarán la segunda plaza del grupo y el orden final de la clasificación.

Había perdido el balón la selección en el último minuto con una ventaja de un gol (27-28) y Polonia se lanzó a la contra. Un empate todavía le valía al conjunto de Jordi Ribera, pero hubieran quedado 40 segundos de miedo, ansiedad y hasta pánico para manejar el resultado. No hizo falta llegar a tanto. El meta gallego resurgió, primero detuvo el intento por arriba de Moryto y luego el de Czurawa por abajo, y todo quedó zanjado.

Dos paradas de Rodrigo Corrales para el recuerdo.#Hispanos #ehfeuro2022
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— Luis Miguel López (@Luismilopez5) January 25, 2022

Con ese suspense, los Hispanos se apuntaron un nuevo éxito para estirar su secuencia de buenas noticias. Se fueron los Entrerríos y Viran Morros, se lesionaron los hermanos Dujshebaev, pero España no se agota, un ejemplo de regularidad y saber competir en el último cuarto de siglo. Desde que la selección se colgó su primera medalla (la plata europea de 1996), en los siguientes 34 grandes campeonatos, 21 veces ha llegado a las semifinales, y en 16 de ellas se ha terminado colgando un metal. Este viernes lo volverá a intentar contra un rival que no conocerá hasta este miércoles. “Espero que se valore porque parece que lo hacen más fuera que nosotros”, reclamó Joan Cañellas, que llevaba cinco días encerrado en la habitación con covid y que salió (con dos negativos) para disputar esta final.

Pasan las generaciones, pero ahí sigue España. Pocas selecciones conocen tan bien como ella el camino a la élite. Esa ruta no viene en ninguna guía. Solo se gana con la experiencia, las canas competitivas y un noséqué para salir vivo de los escenarios más adversos. Que dos porteros tan acreditados como Corrales y Pérez de Vargas no detengan una en 29 minutos y 20 segundos supone toda una prueba de supervivencia de la que también escapó España.

La selección arrancó con una receta infalible para sacudirse los miedos: portería, recuperaciones atrás y a la carrera. Corrales detenía bajo palos (tres de los cuatro primeros lanzamientos), la defensa se activaba de piernas para robar, Polonia también se dejaba cosas por el camino, y los Hispanos salían en estampida para colocar el 2-6 en el minuto nueve. Nadie lo agradeció más que Ferran Solé y sus brazos infinitos, que disfrutaban a la contra con cuatro tantos, y eso que todavía erró un penalti.

Era el escenario perfecto para aliviar los problemas que arrastraba España en el ataque estático, que se presentó en el duelo con el peor porcentaje en el lanzamiento de los 12 supervivientes (58,2%). Correr concedía la posibilidad de sumar sin necesidad de masticar. Sin embargo, la fiesta no duró mucho: Polonia la frenó a tiempo, se ajustó mejor en ataque y a los muchachos de Jordi Ribera se les encapotó el panorama. De ese 2-6 se pasó al 8-8, víctimas de uno de esos apagones ofensivos. “Oye, parece como que hemos bajado el ánimo”, les gritó el técnico a los suyos. Volvió a coger aire España con dos recuperaciones (8-10), pero ya no sería lo mismo. No era la primera Polonia, sino otra más afinada: 13-14 al descanso.

El segundo acto cambió el paisaje. España halló las vías a la portería contraria. Durante muchos minutos, el partido se resumió en un intercambio de golpes. Y menos mal para la selección, que ya se había quedado sin portería. En ataque fabricaba con Ángel Fernández, Adrià Figueras, buenas acciones de Cañellas y picotazos de Tarrafeta. El marcador siempre estuvo de su lado, con ventajas de hasta tres goles. Teniendo en cuenta que valía el empate, la diferencia no era mala. Pero la invisibilidad bajo palos impedía el mordisco definitivo. El duelo entró en la fase donde la vista se nubla y las piernas se encogen y la selección se abocó a otro thriller que volvió a tener un final feliz gracias a un Corrales que llevaba una hora sin decir ni pío.

Polonia, 27 - España, 28

Polonia: Zembrzycki (P), Kornecki (P); Daszek(5), Moryto (6), Krajewski (2), Dawydzik (2), Olejniczak , Walczak, Czuwara, Syprzak (1), Chrapkowski, Przytula (5), Jedraszczyk (5), Gebala (1) y Przybylski.

España: Pérez de Vargas (P), Corrales (P); Gurbindo (1), Peciña, Maqueda (2), Fernández (3), Solé (4), Figueras (3), Cañellas (3), Casado (4), Gómez (4), Ariño, Guardiola, Tarrafeta (3), Sánchez-Migallón, Sarmiento (1).

Parciales cada cinco minutos: 1-2, 2-6, 6-8, 8-10, 11-12 y 13-14 (descanso); 13-16, 17-20, 21-23, 23-25, 25-27 y 27-28.

Árbitros: Lah y Sok. Excluyeron a Krajewski (m. 34) y a Peciña (m. 42).

Ondrej Nepela Arena de Bratislava.