Citius, altius, ¿fortius?, la caída de la halterofilia olímpica
A las pocas semanas del aplazamiento oficial de las elecciones de la Federación Internacional, el COI se ha pronunciado expulsándonos de los Juegos Olímpicos
El pasado viernes nos levantamos con la noticia de que la halterofilia —junto con el boxeo y el pentatlón moderno— salía del programa olímpico de Los Ángeles 2028. A pesar de que, según el propio COI, podría existir un camino para la reentrada de este deporte en dichos Juegos, el caso es que hoy por hoy pierde la condición olímpica uno de los deportes fundadores de los Juegos modernos.
El Comité Olímpico Internacional llevaba años amenazando al deporte de las pesas con tomar acciones drásticas si no cedía a sus peticiones: transparencia en la gobernanza, lucha firme contra el dopaje y erradicación de la corrupción sistémica en las altas esferas de la Federación Internacional de Halterofilia (IWF). En enero de 2020 un documental alemán destapó el escándalo de corrupción que implicaba a las cúpulas dirigentes de la IWF. La principal acusación era la utilización del encubrimiento de casos de dopaje como moneda política de cambio. Los sobornos y el tráfico de influencias estaban a la orden del día. Este documental desató un terremoto de reacciones que acabaron con la dimisión de Tamas Ajan, quien fue secretario general durante más de 20 años y presidente durante otros tantos. Ajan era el máximo responsable de este sistema corrupto, pero también fue la cabeza de turco que cambió para que no cambiara nada. Tras su dimisión, se le nombró presidente honorífico de la IWF y el resto de sus antiguos prohombres siguieron reinando sin trabas.
El COI ha mostrado en distintas ocasiones su descontento con la forma de actuar de la IWF: se ha reducido en dos ocasiones —primero Tokio, después París— el número de deportistas participantes en los Juegos. En ocho años la halterofilia ha perdido un 54% de las plazas olímpicas.
Los dirigentes de la Federación Internacional siguen sin entender el mensaje. El COI, desde el escándalo de Ajan, ha mostrado una posición muy clara con respecto a la IWF, exigiendo la aprobación de una constitución que generara el marco jurídico adecuado para garantizar un deporte limpio y transparente. También ha insistido varias veces en la necesidad de cambiar las caras visibles de esta institución. En junio de este año las distintas federaciones nacionales asistimos al congreso online en el que debíamos aprobar esta nueva constitución. Tras un congreso de 12 horas de duración, en el que las tres primeras se dedicaron a pasar lista, no se llegó a ningún acuerdo. Las limitaciones más importantes venían dadas por la incompatibilidad de que presentaran candidatura a los puestos directivos aquellas personas implicadas en casos de dopaje, sancionadas por corrupción en sus países o mayores de 75 años. Y eso significaba la exclusión de muchos de quienes hasta entonces habían regentado el poder.
Un segundo congreso, esta vez presencial, fue necesario para poder aprobar una constitución ligeramente modificada, en la que los mayores de 75 años sí podrían presentarse a cargos directivos. El COI aceptó de buen grado esta aprobación, pero no cesó en sus exigencias de elecciones, que ya arrastraban una demora mayor a un año. Finalmente, se convocaron elecciones para diciembre de este 2021, pero el proceso ha quedado paralizado por las demandas que muchos candidatos presentaron, al comprobar que sus candidaturas no eran capaces de sortear los escollos que imponía la nueva constitución. A las pocas semanas del aplazamiento oficial de las elecciones, el COI se ha pronunciado, expulsándonos de los Juegos Olímpicos, lo que supone, simbólicamente, borrar fortius de su lema.
La IWF, en un comunicado bochornoso, se congratula de cumplir con los requisitos para estar en París y de tener una vía abierta para regresar en Los Ángeles, obviando el hecho de que este deporte jamás había salido del listado oficial de deportes incluidos en unos Juegos. Ahora, la halterofilia se ve obligada a recuperar una posición de la que se creía merecedora por derecho. A algunos se les había olvidado que el olimpismo no es algo intrínseco a ciertos deportes, sino que se adquiere gracias al buen hacer, al juego limpio y al cumplimiento de sus principios y valores en el día a día. Esperemos que los intereses personales de ciertos dirigentes no pesen más que el interés general de nuestros deportistas, entrenadores y jueces. Esperemos que gane el deporte.
Juan Lama Arenales es secretario general de la Real Federación Española de Halterofilia.
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