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EL JUEGO INFINITO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ancelotti aprieta el botón

Sabíamos que con Carletto lo difícil se vuelve fácil. Ahora parece que también le parecen sencillos los milagros

Xavi Barcelona
Jorge Valdano

Nuevo grito de guerra

Después de tantos años de estar pendiente de las evoluciones de la afición, uno, que se cree Bernabeulólogo, anticipa mentalmente las reacciones del estadio. Pero en esta ocasión, el “¡Militão, Militão, Militão!” coreado por la hinchada me agarró desprevenido. En el equipo de Modric, Benzema y Vinicius, que no tienen su canto, se impuso el “¡Militão!”. Como decía en uno de sus cuentos mi filósofo futbolístico de cabecera, el Negro Fontanarrosa, “la cosa está en los nombres, en cómo suenan”. Los de Benzema y Vinicius es como si resbalaran en el paladar. En cambio, un nombre como el de Militão “viene desde el fondo mismo del esternón”. Pero también influye la psicología colectiva, y el defensa del Madrid llena el gusto por la épica y la necesidad de sentirse seguro ante cualquier chaparrón que caracteriza al Santiago Bernabéu. Gritar “¡Militão!” en lenguaje tribunero significa decir: “Por aquí no pasa ni dios”.

De Vinicius a Jovic

En el fútbol hay que dejar que el tiempo haga su trabajo. Hace un año a Vinicius se le achicaba la portería en cada remate, y cuando Militão cometía un error era probable que, inmediatamente, cometiera otros tres. Hoy Vinicius es un arma de alta precisión al que le parece un arcoíris una portería de Waterpolo, y en cuanto a Militão, somete con una autoridad implacable a los mejores delanteros del mundo. ¿Qué pasó en ese tiempo? La evolución normal de los buenos profesionales, la adaptación social a un nuevo entorno y la confianza, que es lo que lleva el talento hasta el límite sin temerle a nada. En eso hay que reconocer que Ancelotti sabe apretar el botón en el momento justo. Sabíamos que con Carlo lo difícil se vuelve fácil. Pero desde que apretó el botón de Jovic, la sensación es que también le parecen fáciles los milagros.

Y los sueños, sueños son

Uno de los componentes morales más atractivos del andamiaje moral del fútbol es la ilusión. El fútbol permite la esperanza en cualquier circunstancia, porque muchas veces nos demostró su capacidad de hacer posible lo imposible. El Barça, sin ir más lejos, se podía permitir soñar con ganarle al Bayern, una bestia negra recurrente, para escapar de la decadencia en tiempo récord. Mientras espera que el fútbol haga alguno de sus milagros, muestra argumentos de fondo que son solo cosméticos: quitarle importancia al despido de Messi, darle el 10 a Ansu Fati, creer que Xavi tiene propiedades mágicas, confiar en que la recuperación de Dembélé hará homogéneo lo que está disperso… También aquí hay que dejar que el tiempo haga su trabajo, pero no nos engañemos, hará falta mucho trabajo y mucho tiempo. Después de perder en Múnich, Xavi habló de “punto de inflexión”, pero una lección, por dura que sea, tampoco bastará para cambiar el rumbo.

A mi maneraaaaaa

El que sí aprovechó un cruce de caminos peligroso para cambiar el rumbo de la temporada fue el Atlético, que volvió de Oporto lleno de moral. Fue un partido cambiante, donde la sensación de peligro solo quedó compensada por la alegría final. La trayectoria del Atlético no daba para mucho optimismo. Hacía falta ganar, pero el equipo del Cholo no acababa de encontrar el juego ni el resultado, hasta el punto de que una afición siempre fiel empezaba a descreer. Además, bajas importantísimas aumentaban la sensación de debilidad. Pero debilidad debe ser la palabra que más le gusta a Simeone, uno de esos entrenadores que se llevan mejor con la escasez que con la abundancia, con la condición de víctima que con la de verdugo, con los soldados antes que con los artistas. Nada que no sepamos después de 10 años de éxito.

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