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La herida abierta de Remiro con el Athletic

Desde su salida del club rojiblanco, el portero de la Real ha protagonizado varios choques con antiguo equipo y gran rival

Derbi vasco
Remiro organiza a la defensa durante el derbi del domingo en Anoeta.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)
Jon Rivas

Todo comenzó en una sala de Ibaigane, domicilio del Athletic a finales del verano de 2018. Como el palacio de la familia Sota fue en tiempos del dictador Franco la sede del Gobierno Militar de Bilbao, no es difícil rememorar el sonido, sobre la tarima de maderas nobles, de los taconazos de las botas de sus ocupantes, ni alguna lóbrega estancia sin ventilación. Una silla, una mesa, un foco. El relato de Alex Remiro (Cascante, Navarra, 26 años), provoca las más disparatadas interpretaciones. La imaginación es libre.

El club me dijo que si quería jugar tenía que renovar”, explicaba el ahora portero de la Real Sociedad. “El sábado jugábamos contra el Leganés y el viernes por la tarde, Josu Urrutia [el anterior presidente] y Amorrortu [director deportivo] me meten en una sala y me ponen delante un contrato que tengo que firmar”, relataba el guardameta. Empieza el terror. “Me dicen que si no lo hago para las doce de la noche, voy a estar toda la temporada apartado”. A la hora bruja se acaba el plazo de una oferta que no puede rechazar. Pero lo hace. “En ese momento me doy cuenta de que mi etapa en Bilbao se ha acabado”.

Remiro nunca vistió los colores rojiblancos en Primera División, aunque unas semanas antes parecía destinado a hacerlo. Días más tarde de la encerrona, Urrutia apuntó: “El representante de Remiro nos ha transmitido que ha renunciado a plantearle al club cuáles son sus intereses para renovar”. Entonces, ya era clamor popular que Remiro ficharía por la Real. Seguía entrenándose en Lezama con sus compañeros, pero su mente estaba en San Sebastián.

Claro que las cosas son diferentes según la perspectiva con la que se vean. Para Remiro, la falta de confianza resultó fundamental para su salida. “En enero de 2018 el Athletic me planteó una oferta muy buena para renovar”, relataba. “Sospechaban que Kepa se iba. Les respondí que sí, que firmábamos, pero en ese momento el club le renovó y nos dijeron que las condiciones ya no valían. No sentía que el Athletic confiara en mí”. Al acabar la temporada, los caminos se bifurcaron. Cuando el 30 de junio de 2019 se extinguió su contrato, Remiro fichó por la Real, como estaba cantado.

Comenzó la Liga. En la tercera jornada, en San Mamés, Imanol no le expuso al juicio de la afición rojiblanca. Jugó Moyá. Remiro debutó en la sexta jornada, frente al Alavés (3-0). Desde entonces es casi indiscutible. Todo parecía tranquilo, cada uno por su lado, pero el primer detalle de que las heridas no estaban curadas del todo, llegó en el partido de la segunda vuelta, en Anoeta. Williams empató en el minuto 71, y mientras los jugadores rojiblancos rodeaban al delantero para celebrarlo, Remiro recogió con prisas la pelota de la red, corrió con ella hasta el centro del campo, se la dio a Oyarzabal y le dijo que sacara rápido, mientras sus rivales seguían de fiesta. No era posible, no lo permite el reglamento. El portero no lo sabía.

La segunda escena fue en La Cartuja. La Real ganó la final de Copa al Athletic. Remiro se acercó a la cámara del club y se burló de una celebración de Iñaki Williams cuando ganó la Supercopa. Cuatro días más tarde, el Athletic hizo pasillo en Anoeta a la Real campeona. Los jugadores realistas chocaron sus manos con los del Athletic, salvo Remiro, que sólo saludó a Muniain. Unos meses más tarde, el portero se arrepintió del gesto de la final: “No me gustó verlo desde fuera, me equivoqué. Pero me sirvió para aprender, para cuando me toque otro momento de emoción y euforia, no hacer el gilipollas”.

El domingo, las cámaras de Movistar desvelaron la insólita celebración de Remiro cuando Iñigo Martínez fue expulsado, algo poco habitual, y luego, la desolación del portero cuando su gravísimo error le costó el empate a su equipo. La última escena llegó entonces, cuando Muniain, el autor del gol, al que la grada le arrojó diversos objetos, se acercó a Remiro para consolarlo: “Es un compañero y hay que darle cariño”, dijo.

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