El mismo truco 3.506 veces
Juanín García ganó más de una treintena de títulos con el Ademar, el Barça y la selección y marcó 2.684 goles en la liga Asobal y 822 como internacional, cifras que nadie ha superado
En balonmano, los extremos expanden y contraen la cancha. Esperan su momento —es decir, el balón— en las esquinas, en el límite que marca la intersección entre las rayas blancas de la línea lateral y la de fondo. Cuando les llega, ganan algo de espacio hacia el interior de la cancha y enfocan la portería con un vuelo diagonal. Ya no hay marcha atrás. En unas décimas de segundo tendrán que decidir cómo batir al portero rival. Podrá parecer que no hay hueco. Pero lo hay.
Esa era la sensación que generaba el leonés Juanín García cada vez que entraba en acción. Era como si hiciera un truco de magia. Recogía el balón y salía hacia la portería. Cuando estaba en el aire, el tiempo se detenía y sucedía de nuevo. Como si él estuviera jugando en dos tempos distintos. Como si viera cosas que los demás ni intuían. Como si esa jugada ya la hubiera vivido antes. Giraba la muñeca en un sentido y en el otro, soltaba la pelota, que parecía que se alejaba. Pero el bote corregía su dirección y la impulsaba a entrar lentamente en la portería. La famosa rosca. En otras ocasiones, la mano hacía un sutil giro —similar al gesto de coger una manzana del árbol— y el esférico, tras esquivar al portero, tomaba la misma dirección: la red. Ese mismo truco —en múltiples versiones— lo practicó con éxito en al menos 3506 ocasiones —2.684 goles en la liga Asobal y 822 con la selección española, cifras que nadie ha superado—. En su palmarés, más de una treintena de títulos con el Ademar, el Barcelona y la selección.
Juanín (Eolas & menoslobos) es el título del libro escrito a cuatro manos por el propio jugador y el periodista David Rubio. Un extenso repaso a su trayectoria humana y profesional. Desde los inicios en el colegio, cuando llevaba botas ortopédicas y gomas para corregir la desviación de la espalda, a su polémica retirada, de la que cuenta que se enteró por la prensa —”no me retiro, me estáis retirando”, les dijo a los directivos del Ademar—. Un acercamiento a un mito de un balonmano que arranca con su partido de despedida. Con Juanín, el jugador que ha marcado miles de goles, temblando antes de un lanzamiento desde los siete metros. Y con Elvira, su primera entrenadora, bajando a la pista al final del partido y entregándole sus primeras fichas de jugador, que había guardado desde entonces. Entonces sí, se dio cuenta de que había llegado el momento del adiós. Esta vez era de verdad.
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