La Real Sociedad deja tocado al Granada
El cuadro donostiarra supera sus nueve bajas y acaba el partido más fuerte que un rival que no ha ganado en lo que va de campeonato (2-3)
Remontó y superó las emboscadas del rival y sus propias imprecisiones la Real Sociedad para ganar al Granada, un rival que se queda tocado, en puesto de descenso, sin ganar, sin acabar de arrancar y con el técnico Robert Moreno bajo la sospecha de parte de la grada, pese al anterior empate en el Camp Nou, cuando el Barça solo pudo igualar en los últimos minutos.
Todo ocurrió en un partido pleno de alternativas que ya alertó lo que iba ser bien temprano porque comenzó a todo trapo. La Real Sociedad no reparó en sondeos y salió al campo con el foco en la portería del rival. Como el plan del Granada era el de ir a buscar a su oponente y dificultar su construcción desde atrás, empezaron a suceder acontecimientos en una y otra área.
Y todo aquello fue divertido, quizás no tanto para los entrenadores, que tenían mucho que ajustar, sí desde luego para el espectador y hasta para los jugadores. Al minuto de partido pudo marcar Merino, tres después fue Sorloth el que tuvo el gol delante. A los 10 volvió a rematar el delantero noruego cerca del palo. Poco antes, a los ocho había marcado el Granada. Germán remató un córner en el que supo ejercer de veterano ante Le Normand, que perdió la referencia de la pelota en un forcejeo que no llegó a falta. El testarazo del central lo desvió Guevara, bajo palos, a la red.
La Real tiene a veces un aire pipiolo, cosas de la edad. Pero se le cae el talento de los bolsillos. Tanto tiene que hasta con nueve ausencias, bastantes de ellas lustrosas (Isak, Silva, Barrenetxea, Illarra, Guridi, Pacheco, Carlos Fernández, Diego Rico y Monreal), siempre muestra algo para el recuerdo. En Granada, donde el equipo llegó con siete futbolistas con dorsal del filial, se dejó ver Robert Navarro, un joven centrocampista ofensivo de 19 años que le dio sentido al ataque del equipo cuando más lo precisaba. Un intento suyo pudo valer el empate superada la media hora, pero el excelente meta Maximiano respondió felino para encontrar la pelota junto a la cepa del poste.
A esa altura el Granada ya no se desplegaba hasta la portería de la Real para tratar de recuperar la pelota. Esa codicia ocasionó problemas a los hombres de Imanol, incomodados en la construcción. Pero no hay pulmones que consigan leer ese libreto muchos más minutos. En un partido en el que los equipos mejoraban cuanto más cerca del área rival se encontraban, la Real empezó a sentirse mejor.
La segunda parte abundó en esa sensación. El cuadro donostiarra consiguió activar además a Oyarzabal, que había pasado por la primera parte sin tocar bola. Pero sobre todo llegó a la igualada, una revancha del córner que le penalizó al inicio del partido, mismo lado, misma portería, mismo sector en el segundo palo y otra desatención, esta vez del Granada, para permitir que Aritz Elustondo rematase raso y a placer.
La Real ya estaba en el partido. Y el Granada no tuvo aliento para volver a vaciarse en la presión alta. Ocho minutos después del empate marcó Merino, en otra nueva aportación de Oyarzabal. El partido estaba para los visitantes. Maximiano le negó el tercero a Merino, pero en el movimiento de banquillos Robert Moreno llamó a Bacca, que en su primera acción sacó un penalti de la nada en un forcejeo con Guevara.
El colombiano le dio al mediocentro vasco un máster canchero, Milla se fue a los once metros y la paridad regresó al marcador para abrir un final de partido a cara o cruz, pero en el que la Real no dejó de tener el mando. Aritz volvió a marcar y a mostrar que en la Real nadie se guarda nada, que sobra carácter y ambición: nadie se dio por satisfecho con el empate, buscaron los tres puntos y se los llevaron.
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