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Bernal: “Miguel Ángel sacó la cara por los colombianos”

El corredor del Movistar emula las victorias asturianas de Lucho Herrera (1987) y Oliverio Rincón (1993)

Eusebio Unzue, director del Movistar, felicita a Superman López en la llegada a la meta.
Eusebio Unzue, director del Movistar, felicita a Superman López en la llegada a la meta.Manuel Bruque (EFE)
Carlos Arribas

Los ciclistas, conquistadores de cariño y amor, exhiben sus habilidades ante la afición que les jalea y después reflexionan, y hablan de sí mismos. Miguel Ángel Superman López, de Pesca (Boyacá), especialista en llegadas de alta montaña, logra su tercer triunfo de etapa en sus Vueltas —las dos anteriores en 2017, en Calar Alto y Sierra Nevada— y cuando le preguntan qué se siente ganando en Asturias, como en sus tiempos ganaron en Lagos sus ancestros Lucho Herrera (1987) y Oliverio Rincón (1993), responde que le hacía mucha falta ganar en la Vuelta porque, aunque haya ganado otra gran subida en el Tour, la más alta de los Alpes, el col de la Loze en 2020, hacía cuatro años que no ganaba en España, “y fue una victoria de berraquera, de gran trabajo y corazón”.

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Aunque aún ningún corredor español ha ganado una etapa esta Vuelta, como en 1996, hace 25 años e Indurain despidiéndose del ciclismo en Asturias, al pie de Lagos, y aunque la Vuelta la tenga ya ganada Primoz Roglic —y así lo dijo el colombiano: “Roglic es épico, Roglic es intratable, es el mejor de todos, y le felicito”—, la victoria de Superman, de 27 años, cierra la deuda con la Vuelta de un equipo español, el Movistar, y, como recuerda su compatriota Egan Bernal, el niño maravilla de Zipaquirá, con el ciclismo colombiano, tan dominador en las montañas hace nada, en los tiempos de Nairo, tan cercano.

“Al final nos fue bien”, dice el ganador del Tour del 19 y el Giro del 21. “Ganó Miguel Ángel y estoy contento por él. Sacó la cara por los colombianos”. Egan habla de Colombia y habla, también, sobre todo, de sí mismo, de su “masoquismo”, de su experiencia, de cómo si el ataque a 60 kilómetros camino de Lagos le sirvió para reivindicarse a sí mismo, el terminar delante en el Gamoniteiru le hizo disfrutar en el sufrimiento.

“Me la he gozado entre el sufrimiento y el ataque. Soy masoquista, la verdad. Pucha, me quedaba desde la primera subida. Sufrí hasta en el llano”, dice Egan de 24 años y ya tantas victorias. “Esta etapa ha sido una chimba[bonita, hermosa] para ver en televisión, pero yo estaba reventado, todos estábamos reventados. Estaba que me quedaba en la primera subida y en el llano ni aguantaba el ritmo. Iba tan mal que me ofrecí a Adam [Yates] para subirle caramañolas [bidones de agua]. No sé ni cómo he llegado con los primeros”.

Egan no solo llegó sino que hasta atacó, a cinco kilómetros de la cima, y su artillería anunció la batalla final. Se movió Roglic. Atacó Superman. Cayó De la Cruz. Volvió a atacar Egan. Aceleró Roglic. Resistió Mas.

“Y no sé cómo pudo pasar eso”, dice Egan, más reflexivo que nunca. “Se subía a un ritmo muy duro. Poder atacar a ese ritmo es prácticamente imposible. Es la verdad, es física, es matemática. No dan las piernas, no dan los números. Intenté mover. Algo hicimos. Por lo menos lo hicimos más divertido en la televisión. Por lo menos me he divertido en mi primera Vuelta. Me voy a llevar un bonito recuerdo. Tal vez no ha sido la gran vuelta en la que más he andado pero sí en la que más he aprendido. Creo incluso que en la que más me he divertido, como en el Giro, o más”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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