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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Gales, (casi) siempre a la sombra de Inglaterra

En la historia y en el fútbol la presencia del vecino ha sido ineludible, para bien y para mal

Bale, ante Italia.
Bale, ante Italia.Riccardo Antimiani / POOL (EFE)

Gales es una nación que ha vivido tradicionalmente a la sombra de Inglaterra, lo mismo en el fútbol que en la historia. Situada al sudoeste de la isla de Gran Bretaña, sus costas se bañan en el mar de Irlanda y el interior montañoso ofrece algunos de los paisajes más hermosos del Reino Unido. Pero su tamaño no alcanza la superficie de la provincia de Badajoz y su población es inferior a la del municipio de Madrid, con grandes desequilibrios: más de la mitad de sus 3,2 millones de habitantes viven en el sudeste del país, en una superficie de menos del 15% del total, en ciudades como Cardiff, Swansea o Newport. Allí se ha concentrado desde siempre la riqueza y la actividad económica y la influencia de Inglaterra es enorme. En el norte rural sobreviven la cultura celta y el nacionalismo galés.

Por no ser, Gales no llegó a ser ni reino y se quedó en principado. Su territorio fue conquistado palmo a palmo por el vecino inglés hasta que Eduardo I de Inglaterra lo declaró propio en 1282 y el País de Gales entero fue luego incorporado al sistema legal inglés por Enrique VIII en el siglo XVI. Gales pasó a formar parte de Gran Bretaña en 1707 y del Reino Unido en 1801.

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Sin embargo, el nacionalismo galés, al igual que su cultura celta, nunca murió del todo y empezó a florecer de nuevo a partir del siglo XIX, con movimientos políticos como el Cymru Fydd, instituciones culturales como el National Eisteddfod (un festival folclórico cuyos orígenes se remontan al siglo XIII) o, ¡sorpresa!, la Federación Galesa de Fútbol (1876) o la de rugby (1893). Hoy, Gales tiene su propio Parlamento y su propio Gobierno autónomo, aunque con competencias mucho más limitadas que las de sus equivalentes en Escocia.

Todo esto viene a cuento porque, en el fútbol, las cosas se han desarrollado de forma muy parecida. Pese a que su federación es de hecho la tercera más antigua del mundo (detrás, cómo no, de las de Inglaterra y Escocia), el fútbol galés ha vivido históricamente a la sombra del fútbol inglés. Los equipos galeses jugaban tradicionalmente en las ligas inglesas porque Gales no tuvo una liga nacional propia hasta 1992 debido a las dificultades para viajar entre el norte y el sur del país. Y, cuando se creó, varios clubes galeses decidieron seguir en Inglaterra. Es el caso del Swansea City y del Cardiff City, que juegan en la Segunda División inglesa pero que en años recientes han estado en la Premier. O del Newport, el Wrexham y el Merthyr Town, que juegan en divisiones inglesas inferiores.

En cuanto a selecciones nacionales, Gales ha sido históricamente muy poca cosa (solo ha jugado en una fase final del Mundial, la de Suecia 1958, donde llegó a cuartos pero perdió 1-0 ante el que sería campeón, Brasil) y ha vivido también, como el resto del país, a la sombra de Inglaterra. Pero, igual que el nacionalismo galés ha ganado empuje en los últimos 20 años, también lo ha hecho la selección nacional de fútbol.

Los galeses no se habían clasificado para ninguna fase final de la Eurocopa, pero en 2015 se produjo el gran milagro: aquel año no solo consiguieron billete para Francia 2016, sino que por primera vez dejaron de estar a la sombra de Inglaterra, a la que superaron en el ranking mundial de la FIFA. Gales alcanzó el noveno puesto, uno por delante de los ingleses. En aquella Eurocopa dieron un gran golpe al ganar su grupo dejando a Inglaterra en la segunda plaza y luego superarían a Irlanda del Norte (1-0) en octavos y, contra pronóstico, barrieron a Bélgica (3-1) en cuartos para caer, otra vez, ante el que sería campeón, Portugal (2-0).

El auge galés de estos años tiene mucho que ver con el auge de la Premier, donde se han formado sus mejores jugadores, entre los que Gareth Bale destaca muy por encima de todos.

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