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Caída y retirada de Marc Soler en el Giro de Italia

Heridos y en su casa el catalán y Landa, el ciclismo español solo puede lucir en la carrera italiana la excelencia de sus gregarios

Carlos Arribas
Marc Soler Giro de Italia
Marc Soler, durante la contrarreloj de Turín del Giro 2021.LUCA BETTINI (AFP)

En las colinas del Chianti, nada más salir de Siena, se cayeron Marc Soler y Pello Bilbao. El vasco se reincorporó rápido al pelotón, pero el catalán, más doliente se rezagó, tristes su figura y su pedalada. Su compañero en el Movistar, Albert Torres, se quedó para acompañarlo y juntos siguieron adelante, perdiendo tiempo con un pelotón desencadenado, ataques y contras en busca de la formación de la fuga definitiva. En su marcha lenta, Soler habló con el médico de la carrera, y hora y cuarto después de emprenderla decidió concluirla. Se retiró con fuertes dolores en las costillas y en un hombro, y con dificultades para respirar. Las radiografías que le hicieron en la meta, adonde llegó en coche, no encontraron nada roto.

El Giro acabó para uno de los líderes del ciclismo español antes de acabarse la 12ª etapa, en las tierras toscanas de Gino Bartali. Sin él, y sin Landa, caído y retirado una semana antes, en la etapa quinta, el ciclismo español se queda sin aspirantes a nada. Solo la excelencia de sus gregarios –Pello Bilbao para Damiano Caruso en el Bahrein; Castroviejo para Egan Bernal en el Ineos; Luis León Sánchez y Gorka Izagirre para Alexander Vlasov en el Astana; Mikel Nieve para Simon Yates en el Bikeexchange—da sentido al ciclismo español en un Giro cuya narrativa protagoniza el colombiano Egan Bernal, en el papel de patrón, y los ingleses Yates y Carthy y el ruso Vlasov, en el papel de acompañantes. Para Remco, el duelista agotado, queda el papel de actor revelación con ganas de volver a ser protagonista.

Antes de abandonar, Soler marchaba 11º, a 3m 19s de Bernal, después de perder dos minutos en los últimos cinco kilómetros de la etapa de Montalcino, en la última subida al Paso de la Lámpara Apagada. “Estuve muy bien todo el día, en los puestos de cabeza y con ganas de hacer algo, pero con el frenesí no comí lo suficiente y se me apagaron los plomos en el último puerto”, decía Soler, de 26 años, antes de la etapa, en el escenario de la salida, a la sombra de la torre del Mangia de la plaza del Campo de Siena, tan extraña es desierta de turistas, como toda Italia, en pandemia. “Pero eso no significa nada. No estoy lejos del podio y lucharé por él en las etapas de montaña”. El Giro del 21 era la primera carrera en la que Soler, una de las grandes promesas del ciclismo español, partía como líder único de su equipo.

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Eusebio Unzue, mánager del Movistar, esperaba el resultado de las radiografías y exámenes más detallados del catalán para decidir el resto de su calendario del año. Para él están abiertas las posibilidades de correr en Tour acompañando a Enric Mas, Alejandro Valverde y Superman López, o de reservarse para la Vuelta.

Soler no fue el único caído de la etapa que atravesando Toscana por su parte apenínica llegaba a la vecina Romagna. Unos kilómetros más tarde se rompió la clavícula Alessandro de Marchi, el pelirrojo friulano que fue maglia rosa 48 horas.


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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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