Dani Rodríguez, el velocista que no conocía el atletismo
El corredor granadino acude al Europeo de pista cubierta tras conseguir el oro de 60 y 200 en el campeonato español tras una formación tardía
El próximo sábado a las 10.20 de la mañana, Dani Rodríguez estará preparado y listo para correr los 60 metros lisos en el Campeonato Europeo en pista cubierta de Torun (Polonia), que comienza este jueves. Siete días antes, el sábado 27 de febrero, a esa misma hora en Granada, este reciente doble campeón de España de velocidad llega al estadio donde tenía pensado entrenar pero un partido de fútbol provincial le impide usar la pista de atletismo, vacía. Lo intenta con otra instalación sin éxito: no ha reservado el día anterior. Tira de plan C y lo consigue a 15 minutos de Granada. Cuando llega, también hay fútbol. Imposible usar la pista de atletismo que nadie está utilizando. A una semana del Europeo, nadie se ha acordado de ofrecerle a Dani lo mínimo que necesita un atleta con un objetivo de ese calibre.
Dani Rodríguez (Casanueva, Granada, 26 años) ha ganado hace pocos días, contra su propio pronóstico, las medallas de oro de 60m y 200m en el Campeonato de España en pista cubierta, un doblete que solo había ocurrido una vez antes, en 1995 (Jordi Mayoral). En los 60m, además, consiguió mínima para acudir al Europeo que ahora comienza. La alegría de la clasificación y la certeza de Dani Rodríguez y su entrenador, Manolo Jiménez, de que en realidad están solos y con los apoyos justos hacen que no se desesperen de más con las dificultades de no encontrar pista. Este sábado anterior al campeonato, a Dani lo acompaña en su fallido intento de ejercitarse su entrenador, su psicóloga, María José Jiménez, y Cristina Lara, velocista internacional. Es casi la soledad comparado con los habituales entrenamientos acompañados de Fuertes y rápidos, un grupo de 15 velocistas de todo el país entrenados por Manolo Jiménez entre los que hay al menos 10 medallistas en diferentes competiciones. Oro, plata y bronce en los 60 lisos en el reciente campeonato de España lo consiguieron atletas fuertes y rápidos.
De Dani Rodríguez no existen fotos con 8 o 10 años ganando una carrera de velocidad. Ni con 14, ni con 16. Dani llegó al atletismo a los casi 18 años. Corrió una prueba de velocidad en su instituto y ganó. Y de ahí, a unas olimpiadas con otro centro donde también ganó con sus zapatillas de calle a otros que tenían zapatillas de clavos. “No tenía ni idea de atletismo”, dice Dani Rodríguez. Manolo Jiménez ya estaba avisado de aquel chaval cuando le pidieron que hablara con él. Se reunieron en el mismo sitio exacto en el que unos días antes del Europeo hablan con EL PAÍS, en las instalaciones del Club de Atletismo Ciudad de Atarfe, donde siempre están dispuestos a ayudarles. Una charla y un salto al foso en parado convencieron a Jiménez de que ahí había talento.
Aquella temporada, 2013, Dani corrió los 200m, su mejor prueba, en 22,43s al aire libre. Su mejor marca es 20,59s, en 2018 (quinta mejor de la historia española en un ránking dominado por el récord nacional de Bruno Hortelano, de 20,04s). Dos segundos que valen 20 metros. Esa es la distancia que ha convertido al estudiante que no sabía qué era eso del atletismo en profesional con varios campeonatos de España y que, por segunda vez, acude a un Europeo, tras ir al de Berlín al aire libre en 2018. En Polonia, Dani no tiene un objetivo concreto para el campeonato, más allá de “ir subiendo de ronda hasta donde se pueda y disfrutar”. Con su marca, en otras ediciones se ha llegado a la final.
Manolo Jiménez, que ve más potencial para su atleta en los 200m que en los 60m (6,67s es su mejor marca), describe a su velocista como “muy elástico, pero sobre todo muy adaptativo, tanto desde el punto de vista físico como de su disposición a hacer todo lo que se le dice”. Es también un joven especialmente amable y tranquilo. Para su compañera de entrenamiento, Cristina Lara, es un tipo “siempre con buen ánimo, positivo y risueño”. “Es muy fácil entrenar con él”, concluye. Lo dice una atleta que ha sido seis veces campeona de España y que en septiembre del año pasado se incorporó a Fuertes y rápidos.
La vida de los atletas en España es muy especial. El punto de partida es sencillo: no importa lo bueno que sea, el atleta se las apaña solo. Los equipos no son más que un soporte económico más o menos escaso y de vestimenta desde la distancia. Los patrocinios son escasos, con frecuencia locales y, el apoyo institucional es muy mejorable. Cuenta Manolo Jiménez que las “instituciones, federación española incluida, hacen como que están, pero no están”. Rodríguez vive del atletismo “justo y sin lujos” y vive con sus padres en Casanueva, a algo menos de media hora de la capital. Como él, la mayoría de los fuertes y rápidos viven compartiendo piso entre ellos y colaborando como entrenadores en los clubes de atletismo granadinos.
El bicampeón español de 60m y 200m, una distancia que no se corre en los Europeos, ha ampliado su equipo esta temporada. Es María José Jiménez, hermana del entrenador y psicóloga deportiva. Juntos hacen lo que ella denomina “un entrenamiento invisible, destinado a mejorar la autoconfianza, la motivación, el control de las emociones y la activación física y cognitiva”. Dani admite que en estos poco más de tres meses de trabajo en este ámbito ha mejorado mucho. “Tengo más tranquilidad, he mejorado mucho el control de mis nervios”, comenta. Tranquilidad que tendrá la justa tras el campeonato. Antes de salir para Polonia el entrenador ya se lo advierte. “Descanso, solo unos días, que hay que ponerse con la temporada de aire libre”.
Granada, centro de velocistas
Año a año, Manolo Jiménez ha reunido en Granada a un grupo de alrededor de 15 velocistas de primer nivel en España. Son los Fuertes y rápidos, por su nombre en las redes sociales, y no se trata de que se tengan en la más alta consideración. “Se refiere”, dice Jiménez, “a que la rapidez no es una cualidad en sí misma, sino una de las manifestaciones de la fuerza del velocista”. Año tras año aumenta el número de velocistas del grupo, cuenta Jiménez. “Debe de ser porque tenemos una forma distinta y experimental de entrenar, siempre dentro de los fundamentos del entrenamiento según la ciencia. Pero nos gusta innovar y somos transgresores”. También, cuenta, hay un efecto llamada: cada vez que se adhiere un atleta al grupo y mejora sus resultados, alguien nuevo se une.
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