Grant Holloway bate en Madrid el récord mundial de 60m vallas
El campeón del mundo norteamericano rebaja una centésima los 7,30s que tenía Colin Jackson desde 1994
Corto de cuello, largo de piernas, Grant Holloway más que saltarlas devora las vallas, los cinco pequeños obstáculos que se interponen en su camino. Es demoledor. Corre él por la calle seis de la pista de Gallur, en el Mitin Internacional de Madrid, y es un ciclón, un huracán, y hasta en las gradas desiertas se siente que llega el viento, y cuando termina, 60 metros, cinco vallas, el mundo, el resto, a sus espaldas, lejos, cronómetro señala 7,32s, y a Holloway, un chavalote de Chesapeake (Virginia), 23 años, un gigante tierno de 1,90m, se le hunde el suelo bajo sus pies, pura frustración. Otra vez 7,32s, la misma marca que en semifinales, una hora antes, la misma marca que hace 15 días en Francia, y el récord del mundo, la marca que anhela superar, y que sabe que tiene que superar, son 7,30s… Y está en mitad de la depresión, así, Holloway, otra de las caras del nuevo atletismo norteamericano, con Mike Norman, con su paisano Noah Lyles, con Rai Benjamin, los amigos contra los que juega todas las noches, tumbado en el sofá frente al televisor de pantalla gigantesca en su apartamento de Gainesville (Florida), a Call of Duty Cold War, cuando desde su cabina de speaker, Alberto Pozas empieza a vocear exaltado, ¡7,29, 7,29, récord del mundo, récord del mundo, world record!, y la gente le rodea a Holloway, que no entiende nada, porque mira al marcador y por ningún sitio aparece su tiempo. Y Holloway es Santo Tomás, tiene que ver para creer, y lo es durante al menos un minuto, hasta que todo se aclara y le prometen que sí, que ha batido el récord del mundo por fin, que los 7,30s de Colin Jackson, el felino de Cardiff, plusmarca mundial intocable desde 1994, son ya historia. Y contra su marca chocaron los mejores casi de la historia, Dayron Robles, Greg Foster, Allen Johnson…
La marca con la que al fin pudo Holloway, un estajanovista de las pistas llegado de Virginia, a su quinto intento en un mes. Es el cuarto récord mundial que se bate este invierno pródigo tras los de triple salto del burkinabés Fabrice Zango (18,07m, 16 de enero), el de lanzamiento de peso del norteamericano Ryan Crouser (22,82m, 24 de enero) y el de los 1.500m de la etíope Tsegay (3m 53,09s, 9 de febrero).
Y por fin el marcador lo señala, y el cronómetro, y todos son felices en Madrid alrededor del atleta que ya agarra fuerte, y está una hora sin soltarlo de las manos, el cartelón que le dice World Récord en letras bien grandes. Ha batido un récord del mundo, y de los más prestigiosos, un año justo después de que los 15,43m de Yulimar Rojas en el triple, inauguraran el libro de récords del pabellón del barrio de Carabanchel. Toma así el relevo de la pista del viejo Palacio de los Deportes, en la en los años 80 y 90 Leroy Burrell, Andre Cason, Mo Greene, Irina Privalova, Nelly Cooman y Marlene Ottey batieron repetidos récords mundiales de velocidad, e Isinbayeva uno de pértiga, ya en 2005, con el Palacio reformado tras el incendio.
Si el galés Colin Jackson, el atleta tan suave que sus pisadas no hacían ruido y aparecía de repente, como llegado de ninguna parte, y cuando volaba sobre la quinta valla ya estaba preparado para iniciar las zancadas finales antes de lanzarse sobre la imaginaria cinta de la línea de meta, era el hombre de los últimos metros, Holloway, ya campeón mundial de la distancia larga, los 110m vallas, en Doha hace año y medio, es el gran especialista de la primera valla. Así lo de Orlando Ortega, el medallista olímpico español que, lesionado, no pudo participar en el mitin de Madrid: “Holloway es muy fuerte, explosivo y rápido. El año pasado en Polonia, en la segunda valla nos sacaba 2m a todos. Lo gané en las últimas vallas. Puede romper el récord mundial en 60 vallas en cualquier momento”.
Grant Holloway, entrenado en Florida por Mike Holloway, que no es pariente, es un atleta que vale para todo, pues con la Universidad de Florida, los Gators, además de seis títulos universitarios en vallas, fue campeón de 60m lisos y medallista en altura (mejor marca, 2,16m) y en longitud (8,17m) en la misma sesión. Solo cuando se hizo profesional, sin completar la Universidad, en 2019, se centró en las vallas, un mundo que le hace sentirse a veces perdido. “Se me olvidó correr vallas”, dijo poco antes de ganar el Mundial de Doha. “Estás en la pista y saltas, pero te olvidas de qué pasa, sabes saltar, pero no sabes de qué va eso. Estaba así y no me sentía Grant Holloway, no era yo…”. De esa crisis salió con una orden de su entrenador. “Solo necesitas llegar primero a la primera valla”, le dijo. “Después ya serás Holloway”. “Y así hago”, reconoce el gigante. “Ahora solo tengo que trabajar más la segunda parte de los 110m vallas, en la que sufro siempre”.
Los organizadores esperaban otro récord mundial, el de los 3.000m femeninos (los 8m 16,60s de Genzebe Dibaba), pero la etíope Gudaf Tsegay, que lleva un invierno de fuego sobre sus Adidas (récord del mundo de 1.500m; y un 800m en 1m 57,52s, se quedó en 8m 22,65. En la misma medida en que ayuda en las pruebas de velocidad y saltos, los más de 660 metros de altitud de Madrid perjudican en las de fondo.
El gran Mariano García
Con el flop de Tsegay, el 800m de Mariano García, ascendió a la posición de segunda gran prueba de la noche. Ante una buena lista de salida, con el francés Pierre Ambroise Bosse, campeón del mundo al aire libre, con el tremendo bosnio Amel Tuka, con el campeón de Europa Álvaro de Arriba… Y ante ellos, sin arrugarse, el murciano de Fuente el Álamo, famoso por su cambio de dinamita en los metros finales, se transformó, así, de repente, en Rudisha, Wilson Kipketer, o Juantorena, elijan, un front runner que salió tan acelerado que hasta adelantó a la liebre de calidad que había pedido, Guillermo Rojo, enrolado a última hora porque el atleta quería pasar los 400m en 50s. Más serenado pero no menos rápido, Mariano García, que se ha rapado el pelo –”ha sido la clave, el corte de pelo: me lo dijo el mánager, que me lo cortara”--, y está más afinado en todos los sentidos, se mantuvo en cabeza, con buena ventaja, las cuatro vueltas, y terminó con 1m 45,66s, la mejor marca de su vida, y tercera de un ránking español dominado desde hace 19 años por el 1m 45,25s de Antonio Manuel Reina. La marca, sexta de Europa este 2021, una lista dominada por el increíble 1m 43,63s del británico Elliot Giles, le permite acudir con cierto optimismo al Europeo de Torun, donde se encontrará con más británicos en forma y con el sueco Kramer y con el ídolo local, Adam Kszczot.
“Buscaba reventar la marca y así ha sido”, dice el murciano que se reveló para la afición en el Europeo de Glasgow, hace dos años, y las cámaras le enfocaban mucho porque en las salidas hacía como si arrancara una imaginaria moto. “He salido desde un principio decidido, vamos a ver si reventamos la marca que tenía y la hemos reventado, y viene muy bien para el Europeo. Aunque los británicos y demás son unas bestias no les tengo miedo ninguno. Seguro que ya me están controlando ellos con el retrovisor y ya les preocupará que haya otro que haya bajado a 45… Voy a ir a liarla lo máximo posible y a pelear cada ronda…
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