¿De verdad queremos este tenis?
Con el juego actual tan rápido, sobre todo en Australia, es como si los aficionados al fútbol asistieran al estadio para ver a los jugadores lanzar solo la ronda de penaltis
Ayer Feliciano López despertó, una vez más, la admiración de los aficionados españoles al tenis. No solo protagonizó una espectacular remontada contra Lorenzo Sonego, el italiano que ocupa el número 32 del ranking mundial, sino que a sus 39 años igualó a Ken Rosewall como el jugador de la historia del tenis que con más edad ha pasado a la tercera ronda en un Grand Slam.
La noticia amarga nos la dio paradójicamente el tenista más joven del cuadro, el murciano Carlos Alcaraz, la gran promesa del tenis español, quien desplegó un juego más errático del que nos tiene acostumbrados y cayó contra Mikael Ymer. Es un pequeño traspié que no resta valor a la importancia de su precoz incursión en el circuito, donde ha entrado para quedarse. En cuanto al partido de mi sobrino, creo que lo más destacable fue el intempestivo horario en que se disputó, las 01.30 de la madrugada. En cualquier caso, fue un partido rápido, resuelto sin muchos obstáculos.
El contratiempo de la presente edición parece ser, si atendemos a las declaraciones que han hecho los tres primeros jugadores de la clasificación, Novak Djokovic, Dominic Thiem y Rafael, la extrema rapidez de juego que propician las pistas nuevas donde se disputa el Grand Slam. Coinciden los tres en que, el de este año, es el torneo más rápido que recuerdan haber jugado en mucho tiempo. Esto me lleva a abundar en una cuestión que ya he abordado en otras ocasiones y para la que no logro encontrar una explicación.
Parece ser que los organizadores han optado por intentar atrapar a las generaciones más jóvenes, acostumbrados al consumo rápido actual. Y, sin embargo, me cuesta creer que estos se vayan a contentar. Muchos de los chicos que siguen el tenis hoy día solo ven los highlights, no los partidos enteros. Probablemente haya que buscar maneras de hacer el tenis más atractivo y más acorde a los tiempos veloces que corren, nunca mejor dicho. Pero yo optaría, en todo caso, por acortar los partidos y no por sacrificar la vistosidad de los puntos.
He leído un dato que demuestra lo aburrido que puede llegar a ser un partido de tenis en estas condiciones, aunque uno de los dos contrincantes sea el actual número uno.
En su partido contra Frances Tiafoe, quien no es particularmente un gran sacador, Djokovic, sin duda el mejor restador del circuito, no consiguió devolver un 46% de los primeros saques de su oponente. Este dato, por sí solo, ya es desolador. ¿De verdad el público que asiste a ver un encuentro de tenis quiere ver esto? Es como si los aficionados al fútbol asistieran al campo para ver cómo los jugadores lanzan únicamente la ronda de penaltis.
En la última edición de Roland Garros pudimos ver un juego de gran atractivo, con mucha variedad en los peloteos y con puntos que entregaban al espectador. La elección de unas bolas más pesadas que enlentecieron el juego me hizo pensar, y así lo destacaron muchos cronistas y expertos, que quizás estábamos volviendo a un tipo de juego espectacular que hacía tiempo que no se veía con tanta profusión.
Es verdad que en Australia quedan muchos días de competición por delante y que habrá que confrontar con más datos estas primeras impresiones. Yo guardo el deseo de que no se confirmen y que se nos ofrezca, de nuevo, un juego que se pueda disfrutar de ver.
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