Alerta sanitaria en Japón para 60 millones de personas
El país no ha comenzado con la vacunación, prohíbe la entrada de extranjeros y el 80% de sus ciudadanos apoya que se retrase o se anule la competición
Faltan seis meses para los Juegos Olímpicos de Tokio, y el Gobierno de Japón se ha visto obligado a negar de manera contundente que se plantee cancelarlos debido a la pandemia. Aplazados ya un año en marzo de 2020, el apoyo del público nipón a que se celebren se encuentra en su momento más bajo, en momentos en los que el país vive su tercera ola de covid. Un 80% de sus habitantes apoya que se retrasen de nuevo o se anulen definitivamente; solo el 16% cree que deben inaugurarse en la fecha prevista, el 23 de julio.
El primer ministro nipón, Yoshihide Suga, ha reiterado su compromiso con “unos Juegos seguros”, que para Tokio simbolizarán el triunfo de la humanidad contra el coronavirus. El viernes, el periódico británico The Times había asegurado que el Gobierno japonés había asumido en privado que tendría que renunciar a que se celebraran.
Ante el aumento de los casos, desde el 7 de enero varias de las principales prefecturas japonesas (son jurisdicciones territoriales), incluida Tokio, se encuentran por segunda vez desde la primavera pasada bajo el estado de alerta sanitaria, una medida que afecta a cerca de 60 millones de personas en un país de 130 millones de habitantes. Esta semana, los expertos deberán examinar la efectividad de la alerta para determinar si podrá haber una rápida vuelta a la normalidad, como se hizo durante la primera ola, o se prorroga esta precaución más allá del 7 de febrero previsto en un primer momento. La primera vez estuvo vigente seis semanas.
Entre otras cosas, la medida recomienda a los ciudadanos que no salgan después de las ocho de la tarde. Se trata solo de una recomendación, dado que las leyes japonesas no conceden al gobierno competencias para prohibirlo. Sí que ha quedado prohibido que los bares y restaurantes permanezcan abiertos más allá de esa hora.
Hasta el momento, la medida parece haber arrojado menos provecho del esperado, en parte debido a la fatiga ante la pandemia. Calles que durante el primer estado de alarma estaban vacías en Tokio ahora continúan viendo aglomeraciones. El tráfico de peatones ha disminuido, sobre todo a partir de las ocho de la tarde, pero menos de lo que lo hizo en la primavera pasada. El teletrabajo tampoco termina de cuajar. Este viernes pasado, la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, apuntaba que solo el 57,1% de las empresas aplican políticas para permitir que sus empleados puedan cumplir sus funciones desde casa, un porcentaje poco más alto del 51,4% que lo hacían en diciembre, antes de que se impusiera la medida gubernamental.
El viernes, dos semanas después de que se impusiera la alarma sanitaria, el Gobierno del primer ministro Yoshihide Suga informaba de 1.175 contagios. Esa cifra dejaba por primera vez la media semanal por debajo de la que se registraba el día que se decretó la medida.
Desde que comenzó la pandemia, Japón ha detectado 358.000 casos de covid, de los que 4.980 han fallecido. El país no tiene previsto comenzar su campaña de vacunaciones hasta finales de febrero, cuando empezará a inocular -por este orden- al personal sanitario, mayores de 65 años, personas con enfermedades crónicas y aquellos que cuidan a ancianos.
El comité organizador de los Juegos tiene previsto decidir en torno a finales de marzo las medidas que se adoptarán para garantizar la seguridad sanitaria de los deportistas durante la competición. También deberá pronunciarse sobre el acceso de visitantes llegados de fuera para entonces -ahora mismo, Japón prohíbe la entrada a los extranjeros no residentes, dentro de sus medidas contra la covid- y si permitirá público en las gradas.
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