Nadal y Thiem, ‘terrícolas’ en el cemento
El número uno se cita por las semifinales de Australia con el austriaco, su teórico heredero en arcilla y al que solo se ha medido una vez sobre pista dura. El precedente apunta a Nueva York, hace dos años
Rafael Nadal luce una gorra de la marca deportiva que le patrocina con la palabra Lakers y se refiere al flashazo del día, la muerte del baloncestista Kobe Bryant: “Es una catástrofe, lo peor de la vida”. Dice el mallorquín que no ha podido hablar todavía con su amigo Pau Gasol y que personalmente él pudo vivir de cerca algún anillo angelino por su estrecha relación con el pívot catalán. Comenta con resignación y tono triste, antes de regresar a su hotel y cenar junto a su equipo y su familia. Se acostará muy tarde, bien entrada la madrugada, porque previamente la tarde ha dado mucho de sí y Nick Kyrgios, el otro Kyrgios, le ha exigido durante 3h 38m de intercambios: 6-3, 3-6, 7-6(8) y 7-6(4).
Nadal llevaba la lección perfectamente aprendida, pero se topó con una resistencia muy diferente a la prevista, en fondo y forma. Kyrgios aparcó al joven pendenciero que ensucia los partidos y propuso a ese excepcional tenista que rezuma creatividad e inventa tiros mágicos. No hubo show y apenas malas artes, a excepción de una raqueta que salió malparada; poca cosa, teniendo en cuenta de quién se trata. El australiano planteó una versión seria y combativa, concentrado de principio a fin.
“He visto casi todos sus partidos en el torneo y ha tenido una actitud positiva”, indicó en inglés el balear, de 33 años; “y cuando juega así puede ser muy importante para nuestro deporte. Si hace las cosas de esta manera me gusta ver sus partidos y para el aficionado es muy, muy, muy interesante porque tiene mucho talento”.
Nadal sorteó un bombardeo, pero también la propuesta más paciente y táctica del australiano. “No conocía a Kobe, pero el baloncesto es mi vida. Lo veo todos los días. La noticia es horrible, pero no me afectó, me motivó”, dijo Kyrgios, que en el calentamiento lució una camiseta dorada de los Lakers con el 8 de Bryant a la espalda. “Como jugador, verdaderamente no me importa”, prosiguió cuando le preguntaron cuánto había evolucionado; “pero como persona he hecho progresos y quiero seguir en esta dirección”.
Medvedev sale de la ecuación
Pese a vaciarse, el local se fue de vacío y quien avanzó fue una vez más Nadal. Dio otro paso adelante, al fin y al cabo, hacia el escenario pretendido, la final del próximo domingo. “He ido dándolos en la dirección adecuada durante todo el torneo. Contra Pablo [Carreño] ya di un salto importante en términos de presencia, mentalidad y determinación, y hoy he seguido en esa misma línea. Ha sido un partido positivo, porque es muy difícil jugarle a Kyrgios y ganarle dos tie breaks es tarea complicada; lo he hecho y me pongo pocos peros”, aprobó el de Manacor, sabiendo ya que no se encontrará esta semana con Daniil Medvedev, adversario a evitar y reducido por Stan Wawrinka (6-2, 2-6, 4-6, 7-6 y 6-2), y que en la antepenúltima escala del torneo afrontará mañana un cruce con Dominic Thiem (6-2, 6-4 y 6-4 a Gael Monfils).
Aunque Nadal se desenvuelve como pez en el agua en todas las superficies, ambos son dos terrícolas de pura raza. El rey y el presunto heredero de la arcilla. Han chocado 13 veces hasta ahora, pero solo una vez lo hicieron en pista rápida. Fue en los cuartos de final de Nueva York y entonces se impuso el balear, después de un litigio memorable. Aquella noche, el español levantó un 0-6 de entrada y terminó rindiendo al austriaco en cinco sets. No obstante, el duelo que se avecina no tiene fácil interpretación, puesto que solo se han enfrentado una vez y Thiem es imprevisible en ese otro hábitat.
La evolución incompleta del austriaco
Cinco de los 16 trofeos del cañonero tienen el sello de la pista dura, tres de ellos obtenidos el año pasado, cuando además conquistó el de mayor relieve en Indian Wells. Sin embargo, ni en Australia ni en el US Open ha logrado franquear la barrera de los cuartos y tiende a patinar. No obstante, Nadal prefiere no pestañear y mantiene la guardia, por si las moscas. “Será muy complicado. Está jugando a un gran nivel, le vi hoy contra Gael”, expuso el número uno, que de acceder a las semifinales se aseguraría seguir en el trono, independientemente de lo que haga el serbio Novak Djokovic.
“Nos conocemos muy bien el uno al otro. Es un jugador que me gusta mucho por cómo trabaja, cómo juega, la forma en que siempre da el máximo”, valoró Nadal, que siempre ha mostrado predilección por el número cinco del mundo, quien recientemente dio por terminada un vínculo fugaz con Thomas Muster en el banquillo; “será duro, pero también interesante, ¿no? Tengo ganas de jugar estos cuartos contra Dominic. Sé que tendré que dar lo mejor de mí para tener mis oportunidades”.
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