Oblak para todo
El meta esloveno evita el empate del Levante con dos paradas antológicas en el tramo final de un partido que el Atlético gana con una buena primera media hora
Puede que al Atlético le falte un delantero, pero de portero va sobrado. Oblak volvió a trascender por encima del juego y de la capacidad de sus compañeros para matar un partido racheado y darle tres puntos a su equipo que le sitúan tercero en la tabla igualado con el Sevilla. De nuevo al límite, en el suspiro final, y con el partido sin cerrar, Oblak protagonizó dos paradas que sesgaron el gol del batallador Levante, que se mantuvo vivo hasta el final.
Bardhi fue el damnificado de la agilidad y los reflejos del meta esloveno. La incredulidad se apoderó del mediapunta macedonio ante las dos intervenciones de Oblak que impidieron el empate de su equipo. En la primera, tras limpiarse con su regate corto a tres defensores rojiblancos, soltó un medio punterazo esquinado. La estirada del ayer capitán del Atlético para despejar el agudo remate fue toda una exhibición de piernas. La segunda atajada salvadora fue tan milagrera como intuitiva. Bardhi pareció solo por el segundo palo para remachar un centro pasado de Hernani. Tenía toda la portería para embocar y su intento de cruzar el cabezazo respondió a la lógica. Pero allí estaba Oblak para a contrapie meter una mano dura que desvió la pelota por encima del larguero. Su peso en la capacidad competitiva del Atlético es similar a la de un goleador. Sus apariciones para ganar puntos son ya costumbre.
Ganador de todos los duelos por arriba y por abajo, el Atlético se desplegó huracanado. Sin pausa, flechado tras cada anticipación hacia la portería de Aitor Fernández, que al minuto ya justificaba esa condición de ser el portero del campeonato que más intervenciones realiza. Correa le puso a puso a prueba afilando el exterior de su bota derecha. El despeje le cayó a João Félix, al que un defensa le sacó su disparo y Saúl, con tiempo para todo, se llenó de balón para remachar una jugada que expresó ese frenesí inicial de los rojiblancos. Un cabezazo de Cabaco que raspó el larguero a la salida de un córner anunció que también el Levante estaba dispuesto a un intercambio de golpes.
El Atlético eligió la alegría ofensiva de sus laterales para agujerear a la defensa de Paco López. Por el flanco de Trippier dibujó una jugada esplendorosa. Thomas le descubrió el desmarque al inglés y este, sin dejar caer la pelota le metió el interior. A la carrera, Correa lo empalmó cruzado en el primer palo. Una jugada de tres toques precisos culminada por un futbolista capaz de ser desequilibrante y decisivo viviendo en el alambre de la crítica y en la intermitencia.
Uno de los tantos más madrugadores del Atlético en lo que va de curso apenas le dio para empezar a gestionarlo. A su defensa le pilló en el limbo la estrategia del Levante en una falta lejana. Campaña puso un globo y Roger Martí le ganó la espalda a Trippier para enganchar una volea a media vuelta que se coló ajustada tras golpear en Morata. La acción irritó sobremanera a Simeone, que no daba crédito en la banda a la concesión. Al menos se alivió rápido. En dos minutos Felipe, con un escorzo complejo porque venía de adelante hacia atrás, picó un cabezazo a centro de Lodi con el que volvió a exhibir su poderío en el juego aéreo. En apenas un cuarto de hora, el Atlético y el Levante prometieron un partido intrépido que se apagó a la media hora. Ya con menos ganas de exponerse los de Simeone, ya menos punzantes los de Paco López para desarmar a la defensa rojiblanca.
El segundo acto despertó como acabó el primero. Con el Levante jugando en el campo contrario y el Atlético a la espera de tramar una salida que le permitiera sellar el duelo. Ese panorama arrojó una doble lectura en el ataque del Atlético. Una, que esté más acertado o no, ahora mismo Morata es imprescindible para Simeone para estirar al equipo. La otra, que João Félix no acaba de afinarse con el gol. Despertó de un letargo preocupante para protagonizar dos ocasiones en las que le faltó ajustar el remate en la primera y ser más limpio y fino en la segunda. Su desacierto mantuvo en el partido al Levante. Bardhi se empeñó en el empate en esos dos remates finales que elevaron un peldaño más la condición salvadora de Oblak.
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