La Real se lleva un derbi desangelado
El conjunto guipuzcoano se atrincheró atrás para esperar a un Athletic que no llegó en ningún momento
La Real Sociedad se llevó de San Mamés los tres puntos en el derbi más desangelado de los últimos tiempos, como si la ausencia de público le hubiera restado un punto de competitividad al partido. La Real consiguió su renta muy pronto y la administró con inteligencia, frente a un Athletic pobre de ideas. Solo un aspecto recordó derbis pasados: los corrillos de futbolistas que se formaron al acabar el partido después de los 94 minutos de brega. Pese al chaparrón, unos y otros se quedaron varios minutos hablando de sus cosas. Deportividad ante todo.
Tengo unos principios, pero si no valen, tengo otros. La Real se aplicó la lógica marxista, de Groucho, para afrontar el choque de San Mamés. Esa Real estética, menos eficaz a veces por intentar sublimar la belleza, se transformó en San Mamés frente al Athletic. Durante toda la primera mitad renunció a sacar la pelota desde atrás en corto. Remiro, cada vez, ordenaba a sus compañeros situarse más allá de la línea de volantes y golpeaba en largo a la caza de alguna cabeza blanquiazul que rescatara la pelota, que a veces bajaba con la nieve del Ganekogorta, una de las montañas que rodea Bilbao, y que en el último día del año presentaba su cresta blanca.
No es criticable, sin embargo, la actitud de Imanol y sus hombres de optar por lo práctico frente a un Athletic atascado, que dominaba la pelota pero no el juego. Con el marcador a favor, después de un gol madrugador, que llegó por una pérdida de Berenguer en medio campo y el rápido contragolpe de Oyarzabal que encontró, siempre dispuesto, a Portu para fusilar, la Real tenía la opción de arriesgar o la de conservar una renta jugosa, porque los de casa se ofuscaban cuando llegaban a la línea de medios, así que optó por la opción B. Tapado Williams por Monreal en la derecha, pese a la ayuda de Capa, inoperante Berenguer con Gorosabel encima, y con Le Normand echando el aliento en la nuca a Villalibre, sólo Vencedor oxigenaba el juego del Athletic, porque Muniain se empeñaba en conducir la pelota, pero con el GPS estropeado.
Hasta el gol de la Real, los dos equipos se habían tratado de usted, con respeto reverencial; después de que marcara Portu, ambos asumieron su rol diferente al de otras veces, pero el que correspondía a la situación, que cambió poco en la segunda mitad, así que Garitano tuvo que mover el avispero y asumir un triple cambio que no modificó demasiado lo que sucedía en el campo. Además, quien debía liderar la remontada, Unai López, se lesionó unos minutos después de salir al campo y tuvo que dar paso a Raúl García.
La Real se atrincheró, a la espera de algún contragolpe letal que no prodigó, porque las ocasiones donostiarras llegaron a balón parado, en dos faltas frontales. En la primera, Isak estrelló su disparo en el larguero; en la segunda, Unai Simón sacó el remate de Oyarzabal.
El Athletic mandaba pero no llegaba. Era un dominio falso, sin sustancia, porque la Real ocupaba los espacios con espíritu estajanovista, sin respiro. El Athletic no tuvo acercamientos peligrosos en toda la segunda mitad. Las bandas rojiblancas desaparecieron, y pese a la ofensiva total de los minutos finales, Remiro, un ex de la casa, no sufrió. La nochevieja es más dulce en San Sebastián que en Bilbao.
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