El Barça se divierte sin Messi
Al igual que en Kiev, Koeman gana jugadores para la causa en un buen partido contra el inofensivo Ferencváros
El Barça se divierte cuando descansa Messi. No es que sobre el 10 sino que su ausencia favorece al equipo en los partidos intrascendentes como los disputados en Kiev y Budapest. Nadie tiene que reparar en el rosarino, ningún futbolista está pendiente en la cancha del capitán, y el juego fluye de manera colectiva, natural y nada forzado, muy superiores los azulgrana a rivales de medio pelo como el Dinamo o el Ferencváros. El Barcelona golea en la Liga de Campeones sin Messi.
Ha sumado el Barça el pleno de puntos a la espera de recibir a la Juve. Y entonces, para superar al equipo de Cristiano Ronaldo y firmar el primer puesto de grupo —se puede permitir perder por una diferencia de dos goles—, puede que necesite de Messi. Y el rosarino estará más fresco después de reservar fuerzas en partidos como el disputado en el Puskas Arena. Koeman sabe cómo tratar a Messi cuando en Europa se juegan partidos de broma, nada que ver con las rondas de octavos y cuartos, la cruz del Barcelona.
Tampoco estaba de inicio Pedri, el jugador que le da vida al equipo, muy agradecido en ausencia del lesionado Ansu Fati. Ni Coutinho. Y, en cambio, salió Lenglet, al que se suponía en la enfermería después que se le doblara un tobillo contra Osasuna. No era fácil dar con el equipo titular si se atiende al abanico de futbolistas que buscan una oportunidad, formar junto a Messi, y la intrascendencia del encuentro comparado con las exigencias de LaLiga.
Las alineaciones de Koeman dan tanto juego que el Barça parece disponer de una plantilla amplia y rica cuando la realidad es que los excedentes se concentran en la línea media y la delantera y por contra apenas dispone de centrales y no tiene más ariete que Braithwaite por la lesión de Ansu Fati. El danés es hoy la referencia de titulares y suplentes, juegue el equipo con o sin extremos, una bendición en cualquier caso para los movimientos de Griezmann.
Juega el francés alegre y liberado por detrás del 9, rematador infalible desde que pasó por el confesionario de Valdano, goleador en las tres últimas citas, decisivo también en casa de Puskas. Aquel jugador torpe que no acertaba a empujar la pelota en la línea de meta es ahora un delantero atrevido y delicado, capaz de atacar y rematar con un taconazo un centro al primer palo de Jordi Alba, siempre profundo por el costado izquierdo del Barça.
Griezmann-Braithwaite
Griezmann abrió el marcador y poco después marcó Braithwaite, valiente y rápido en la llegada para embocar el centro de Dembélé, también rescatado en Budapest. La pareja Griezmann-Braithwaite desmontó al Ferencváros y culminó el excelente fútbol coral del Barça. Los azulgrana ensancharon la cancha para jugar con ritmo y precisión, bien puestos y dinámicos, intercambiando las posiciones constantemente, indetectables para los muchachos de Rebrov.
Antes de la media hora el marcador ya era inequívoco: 0-3. Braithwaite no paraba de atacar y de ofrecer líneas de pase para la segunda línea, incluso para Trincão, el jugador más tímido del Barcelona. El ariete le ganó la posición a Frimpong y el árbitro pitó un penalti que transformó Dembélé por gentileza del propio Braithwaite. Abierto a la izquierda, el extremo francés abrió a la zaga del Ferencváros.
Al equipo húngaro no le dio tiempo para pisar el campo contrario y exigir a la delicada zaga barcelonista y al portero suplente Neto. La circulación de balón era tan alta como la intensidad y la presión del Barcelona. Nadie atendía el resultado sino que los azulgrana no se daban ni un respiro, como si el encuentro todavía estuviera abierto y la clasificación fuera incierta, fluidos y siempre dispuestos a acabar la jugada ante Dibusz.
Alcanzado el descanso, se acabó el entretenimiento con la rueda de cambios, especialmente significativos en el Barça. Koeman dio carrete incluso a Junior, Aleñá y Riqui Puig. El equipo quedó al mando de Dembélé, capitán y dueño del partido, excelente con sus cambios de ritmo, asistente también de Trincão. El portugués falló un gol cantado antes de que Dembélé se enredara también en un tuya-mía con Riqui Puig. No había duda, era gol o gol y, sin embargo, no se entendieron el francés y el catalán, posiblemente desenchufado, prácticamente intrascendente en jornadas lúdicas como la de Budapest.
No hubo manera de que marcara el Barça, porque Dembélé no es Griezmann ni Braithwaite, y en cambio Neto evitó el gol del honor del Ferencváros. La mejor manera de avalar la defensa de supervivencia del juvenil y recreativo Barcelona. Asegurada la plaza en Europa, ahora le aguarda LaLiga, competición en la que va a remolque y con el gancho puesto, necesitado de la mejor versión de Messi.
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