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João Félix pasa la prueba de David Alaba

El mediapunta del Atlético confirma su condición de gran proyecto del fútbol mundial ante el defensa más cotizado del mundo

Joao Félix conduce el balón entre Musala y Alaba.
Joao Félix conduce el balón entre Musala y Alaba.PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP)
Diego Torres

Antes de ganar la última Champions, David Alaba comunicó al Bayern que quería cobrar diez millones de euros netos anuales en su nuevo contrato. Después de ganar el título, el central austríaco subió su exigencia a 14 millones de euros. Con razón. Hoy en día hay pocos defensas que ofrezcan más y mejores prestaciones que Alaba. A los ojos de la industria del fútbol su visita al Wanda Metropolitano constituyó un acontecimiento. No por el carácter competitivo del partido —ya que el equipo que pasó por San Blas fue un sucedáneo del campeón de Europa— sino por el duelo que le emparejó con João Félix.

La cuestión del valor de los jugadores gravita con peso singular sobre el mediapunta del Atlético y va inexorablemente unida a un interrogante clave. ¿Cuánto cuestan los derechos de televisión del fútbol? Depende, en gran medida, de lo que puedan ofrecer los jugadores. Para determinarlo, una multinacional que comercia con derechos audiovisuales —la mayor fuente de riqueza del deporte— el verano pasado encargó a más de 30 técnicos un informe que identificara a los jugadores que dominarán las competiciones europeas en la próxima década. Fuentes directamente implicadas en el proceso explicaron que el cruce de todos los parámetros, sociales, psicológicos, aritméticos, y puramente futbolísticos, destacó cuatro nombres a la cabeza de la lista: Kylian Mbappé, Erling Haaland, Ansu Fati y João Félix.

Solo tiene 21 años pero el portugués da la impresión de ser una apuesta segura. Contra el Bayern desplegó todas aquellas cualidades que le convierten en un tesoro. En el frío de un estadio desierto, en el orden inhóspito del 4-4-2 que predica Simeone, y que encajona al equipo atrás de forma que condena a los atacantes a largos periodos de desabastecimiento, y contra la defensa más rigurosa que se puede enfrentar en Europa, la piedra de toque resultó agudísima. Lo que se vio en los primeros minutos del partido consagró los juicios más prometedores.

“Estoy contento porque jugamos bien”, dijo el jugador en Movistar, malencarado tras el partido, “pero me siento frustrado por no haber conseguido la victoria que nos colocaba en octavos. Ganamos hasta el minuto 85 y tuvimos muchas más oportunidades que ellos, pero no concretamos. Ellos tuvieron una sola y nos empataron. Nos falta un jugador de área como Luis Suárez o Diego Costa, pero Correa tiene cosas que los hombres de área no tienen”.

Forzado por las circunstancias, el Atlético jugó sin nueve. Se aferró a Correa y Joao Félix, dos mediapuntas. El sistema los suele acorralar. Muchos han sido los mediapuntas mentalmente triturados por el modelo del Cholo. A João Félix no le ha hecho mella, a pesar de haber sido confinado al banquillo la temporada pasada. Inhibirse no forma parte del plan de este joven de carácter amargo. Arisco en el campo de juego como tantos paisanos suyos, como Figo, como Rui Costa, o el propio Futre, recibe del temperamento la gasolina que alimenta su sentido competitivo. Vive autoexigiéndose y vive para exigir a los demás. A Süle y a Alaba no les dio tregua cada vez que el Atlético le acercó la pelota a su cuadrante.

Un radar

Cuando bajó a asociarse con Koke y Saúl encontró los momentos y los espacios más oportunos. Si la jugada necesitó un apoyo corto, se lo proporcionó; si la maniobra requería un giro rápido, dejó a sus marcadores descuadrados; si la situación demandó una conducción o un desborde, llevó el balón pegado al pie contra el acoso de Martínez, Alaba o Süle, incapaces de anticiparse a un hombre que gana décimas de segundo cada vez que toma una decisión.

Sin ser el más rápido de los atacantes logró escaparse de sus perseguidores gracias al fenomenal instinto que le permite barrer la cancha como si en su cerebro llevara incorporado un radar. No necesita mirar a su alrededor para saber por dónde vienen los amigos y los enemigos. Así dribló y pasó con soltura porque siempre dio la sensación de saber por dónde fluiría la jugada.

Cuando Llorente se marchó por la derecha y centró desde la línea de fondo, su desmarque al primer palo arrancó antes de que Alaba lo viera. Süle, alertado al verle moverse, reaccionó intentando despojarle del ángulo de disparo. No hubo remedio. Tiró de velocidad de pies, atacó la pelota y la mandó a la red con un toque seco de derecha. Fue el 1-0. Resultado parcial. Señal inequívoca de que João Félix pasó con nota el test de Alaba.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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