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Maradona y Messi, tan lejos y tan cerca

La relación del Pelusa con su heredero en la Albiceleste, dos personalidades muy diferentes, varió entre la admiración mutua y alguna provocación

Messi y Maradona, en el Mundial de 2010.
Messi y Maradona, en el Mundial de 2010.Alex Livesey - FIFA (EL PAÍS)
Juan I. Irigoyen

Messi no fue el primer hijo futbolístico de Maradona, ni tampoco será el último, pero definitivamente fue el mejor. Al menos, para el Pelusa. En Argentina, le buscaron desesperadamente sucesores, incluso cuando Diego todavía vestía de corto. Un día era Ariel Ortega, al otro Javier Saviola, apareció en medio Carlos Tévez y ya nadie dudó cuando emergió Messi. “Estas cosas habrá que verlas cuando Leo termine su carrera. Está en el camino correcto para ser el mejor de todos los tiempos. Sería muy feliz si Leo gana el Mundial y se convierte en el mejor de la historia”, entendía Maradona en 2009, cuando Messi ya lideraba al Barça. Se habían conocido cuatro años antes, en 2005, en el programa de televisión La noche del 10, que conducía Maradona. Jugaron un partido de fútbol-tenis, pero en la vorágine del plató les fue imposible conversar a solas. Diego se quedó con las ganas.

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Dos años después, en 2007, cuando se encontraba de gira con el Show ball (fútbol rápido) en Rosario, Maradona le dijo a uno de sus allegados que contactaran con Messi, que estaba de vacaciones en su ciudad natal. Rápido se pusieron en contacto con Jorge, padre y representante del azulgrana: “Diego quiere ver a Leo”. Messi no tardó en aceptar. El encuentro estaba programado para la mañana del 3 de agosto, pero el Pelusa amaneció tarde y se encontraron pasado el mediodía. Messi llegó acompañado por su hermano Matías, su sobrino Tomás y su padre. Cuentan los que estaban presentes en el hotel que a Diego se le iluminó la cara cuando vio al azulgrana. Y, de entrada, para relajar a un nervioso Messi, le habló a su sobrino: “Este es el famoso Tommy. Me dijeron que sos un fenómeno jugando al fútbol”.

Jorge Messi, aficionado de Newell’s, equipo en el que Diego había jugado cinco partidos en 1993, contó que cuando Lionel era pequeño le había regalado unos vídeos en VHS con las jugadas de Maradona. “Leo no tiene techo, tiene que divertirse. Nos dará muchas satisfacciones”, subrayó el Pelusa frente a las cámaras de TyC Sports. Maradona y Messi se quedaron solos y tuvieron una larga conversación. Leo se guardó una foto de aquel día, que durante un tiempo la utilizó como imagen en Messenger.

Los consejos

Un año después, en 2008, Maradona tomaría las riendas de la selección argentina. Como entrenador, lo primero que le pidió fue que nunca más perdiese un Balón de Oro ante Cristiano Ronaldo. Messi ahora tiene seis. También lo ayudó a perfeccionar la técnica para lanzar las faltas. “No le saques tan rápido el pie a la pelota, porque si no ella no sabe lo que vos querés”, cuenta Fernando Signorini, el histórico preparador físico de Diego, que fue el consejo del Pibe de Oro. El viaje de Messi y Maradona juntos en la selección terminó ante Alemania en los cuartos de Sudáfrica 2010 (4-0).

Desde entonces, pocas veces se volvieron a cruzar. La relación, en cualquier caso, siempre fue de cariño, respeto y admiración mutua, empañada, de tanto en tanto, por alguna declaración provocadora de Maradona sobre Messi. “Por respeto a Leo no digo si el mejor es él o fui yo. Lo quiero mucho y disfruto cuando lo veo en la cancha”, aseguraba Diego un día en los que se levantaba proMessi. Y, sin embargo, sin que nada sucediera, podía despacharse con una frase más combativa: “Messi no es caudillo, va al baño 20 veces antes de jugar”. El azulgrana siempre relativizó la ciclotimia de Diego, también las comparaciones.

”Me pregunto si la gente me seguirá queriendo”, dijo Maradona en una de sus últimas entrevistas. A Messi también durante años le persiguió el fantasma del cariño de los argentinos. Y descubrió que, después de años de debate, el Messi menos Messi se ganó a la hinchada. Primero cantó el himno después haberse negado a hacerlo durante mucho tiempo. “Desde que empezaron con la polémica del himno ya no lo canto, si no me cambia nada. Es una tontería”, solía decir. Y cuando Argentina quedó eliminada, arremetió contra el poder. “La Conmebol es corrupta”, soltó el 10 azulgrana en la última Copa América. Y la afición lo celebró. Un Messi maradoniano en Brasil se ganó el cariño de la gente.

Maradona nació en un entorno marginal –”nací en un barrio privado. Privado de luz, de agua y gas”, ironizaba Diego sobre su infancia—, y Messi es hijo de la sufrida clase media, a veces favorecida, otras perjudicada por la cambiante política argentina. “Desde muy pequeño mi hermano se hizo cargo de toda la familia. Eso es mucho peso para una persona”, dice María Rosa Maradona. “Messi es el hijo de su papá y de su mamá, es el hermano de sus hermanos. Es el mejor de sus compañeros y es el mejor de la actualidad. Pero siempre estuvo en el rol lógico en que la vida lo puso. Por eso, por no haber tenido alguna necesidad y alguna deuda pendiente, tiene comportamientos absolutamente tan austeros y lógicos que nosotros, los periodistas, lo convertimos en un personaje que no es y para el cual no está preparado para ser. Maradona fue el papá de sus padres, el papá de sus hermanos, el súper amigo de los amigos y el protector de su protegido, mientras que Messi fue la criatura lógica que nació, se crio, se desarrolló, se desenvolvió y se consagró dentro de la contención con que un niño puede llegar a ser hombre”, entiende Ernesto Cherquis Bialo, que fue director de El Gráfico, biógrafo de Maradona y asesor de Julio Grondona.

Maradona fue tan extraordinario en el campo como fuera. Messi solo parecer serlo en el campo.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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