La hija de una pionera del fútbol francés
Eugenie Le Sommer gana su séptima Champions y es la máxima goleadora histórica del Olympique
A la capitana del Olympique de Lyon, Wendie Renard, sus compañeras le llaman Mamá Pato, la consideran la jefa de la camada de futbolistas que suma ya cinco copas de Europa, como el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano. Pero hay otra jugadora de su misma generación, Eugenie Le Sommer (Grasse, Francia, 31 años), sin la que no se podría entender el aplastante poderío del equipo lionés en la última década.
Le Sommer perdió la titularidad esta temporada, en beneficio de Nikita Parris, pero la expulsión de la atacante inglesa por doble amarilla en la semifinal de San Mamés le abrió de nuevo las puertas de la titularidad. Lo celebró marcando el primer gol del Olympique en el minuto 24, y contribuyendo al tercero, en un durísimo disparo desde la frontal que desvió su compañera Gunnarsdótir. El área es su hábitat natural. Por eso es la máxima goleadora histórica del equipo francés, con el que suma 269 tantos, además de 80 con la selección de Francia.
Hambre de títulos
A Le Sommer le preguntaban en una entrevista cómo es posible que después de ganar nueve ligas, siete copas de Francia y seis copas de Europa –con la de San Sebastián son siete–, todavía tuviera hambre de títulos, y aseguraba que es una competidora total: en un partido de fútbol o de tenis, o en una práctica de pases en un entrenamiento. “Defender nuestros títulos me da una fuerza extra. Perder en 2013 contra el Wolfsburgo y caer en octavos contra el Postdam en 2014 fue muy difícil de aceptar, esa frustración no la he olvidado”.
La jugadora del Olympique contó siempre con el apoyo de su familia. Todos ellos formaron un curioso grupo de fans durante el Mundial de 2015 en Canadá. Sus padres, sus suegros, sus hermanos –son siete y ella es la única mujer–, le acompañaron a la cita mundialista. Su madre, Claudine, también fue futbolista, en una época en la que el deporte del balón discriminaba a las mujeres. Jugaba en el París Saint Germain, en 1982, y en un principio no veía con buenos ojos que Eugenie se aficionara al fútbol: “No es que no quisiera que jugara, es solo que después de conocer el juego y, haber sido una jugadora relativamente talentosa como ella, era consciente de los desafíos a los que se enfrentan las mujeres”, confesaba en una entrevista en The Telegraph. Le decía a su hija: “Cuando eres pequeña, el fútbol es divertido. Puedes jugar con tus amigos y con los chicos del colegio, puedes ganar partidos y marcar goles, pero después de eso no hay nada para nosotras”.
Del judo al fútbol
Pero las cosas han cambiado. Eugenie vive del fútbol y se ha convertido en una de las tres jugadoras del Olympique de Lyon que ha ganado siete copas de Europa. “Mis padres jugaban al fútbol cuando eran jóvenes, pero cuando le dije a mi madre que yo también quería jugar, se mostró reacia a permitirme inscribirme a un club local. Tenía sólo cuatro años cuando empecé a jugar, así que no tenía idea de lo que había pasado antes y era demasiado pequeña como para entender sus razones”.
Claudine llevó a su hija a un club de judo para que se le quitara de la cabeza el fútbol, pero no hubo manera. Eugenie se empeñó. “Me gustaba el judo, pero el fútbol más”. Su madre, pese a las reticencias, era una apasionada. Jugó hasta los 47 años. Tenía dos hijos ya cuando le envió una carta al presidente del PSG para decirle que tenía que dejar el fútbol, entre otras cosas porque no cobraba por jugar y dependía del sueldo de su marido policía, a quien trasladaban con frecuencia. Pero no lo dejó del todo hasta que una lesión le apartó definitivamente. Ahora, Claudine aplaude la decisión de su hija de apostar por el deporte del balón: “Estoy muy feliz por ella y por el fútbol femenino. También tengo una sensación de revancha por todos los que me criticaron a lo largo de los años, por todas aquellas personas que dijeron que era un deporte de hombres, que el fútbol era violento y que me haría daño”.
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