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Aviso de Djokovic: Cincinnati también es suyo

El número uno remonta a Raonic en la final (1-6, 6-3 y 6-4) y subraya su condición de favorito a las puertas del US Open. Sigue imbatido este curso (23-0) e iguala a Masters 1000 con Nadal (35)

Alejandro Ciriza
Masters 1000 Cincinnati - final -
Novak Djokovic
166
Milos Raonic
634
Djokovic posa con el trofeo de campeón del Masters 1000 de Cincinnati.
Djokovic posa con el trofeo de campeón del Masters 1000 de Cincinnati.Robert Deutsch (Reuters)

Visto lo visto en Nueva York a lo largo de esta semana, la pregunta parece obvia: ¿Será capaz alguien de ponerle freno a Novak Djokovic, que se adjudicó el torneo de Cincinnati al trantrán, sin necesidad de recurrir a ese Nole marciano que puede con todo y todos?

Venía el serbio (1-6, 6-3 y 6-4 a Milos Raonic, en 2h de final) de pasar dos o tres días más bien malos, dolorido del cuello y sin terminar de disfrutar en la pista, sino más bien todo lo contrario. Había pasado la jornada previa las de Caín frente a Roberto Bautista, y la escasez de tiempo para la recuperación, ni siquiera 24 horas, así como la proximidad de la meta mayor, el US Open, invitaban a pensar en que el número uno tal vez podía pisar el freno y reservarse. Craso error. Y más si hay un trofeo de por medio.

Todo pintaba mal para Nole, cabizbajo de inicio, renqueante, destensado. Una ilusión. Cedió el primer parcial ante un Raonic que después de un largo periodo hibernando ha despertado, quién sabe en qué dirección. De momento, la buena. Se ha dejado melena, sus piernas han ganado musculatura y su martillo ha hecho varios rotos estos días raros en Nueva York. Había entregado un solo set de camino a la final de este sábado, pero… el soberano del circuito le quitó el caramelo de la boca rápidamente.

A la que se sintió realmente amenazado, Djokovic se levantó y percutió metrónomo en mano. Raonic, que había arrancado de fábula, con dos roturas y dejándole en un solo juego, fue desinflándose conforme él crecía y el escenario dio un vuelco radical. Nole ya era Nole. O sea, se terminó la historia. Por si había alguna duda, el serbio es el rey de la burbuja. Dio un par de acelerones de los suyos y engarzó su 35º título de Masters 1000, con el que iguala el récord de Rafael Nadal.

De paso, el de Belgrado prolongó su imbatibilidad esta temporada y fijó un extraordinario registro de 23-0. No conoce la derrota, y ni siquiera el runrún que podía haber de fondo —la filtración de que pretende crear un grupo paralelo a la ATP para defender los derechos de los tenistas, con las réplicas contundentes de Nadal y Federer— le despistó para añadir un nuevo laurel a su expediente. Como se podía sospechar, él es, y será, el hombre a batir.

Triunfó una vez más Djokovic en una jornada en la que Victoria Azarenka ganó el trofeo femenino por la renuncia de Naomi Osaka, lesionada y prudente para no arriesgar su presencia en el US Open que arranca el lunes, y en la que el tenis español aplaudió la imparable progresión de Carlos Alcaraz. El murciano, de 17 años, accedió en Trieste a su primera final de un challenger al vencer al italiano Lorenzo Mussetti por 7-5, 2-6 y 6-3. Se medirá (10.00) al también local Riccardo Bonadio.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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