_
_
_
_
Pista libre
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Quo vadis, Barça?

Estamos ante un equipo crepuscular que se agota por la incapacidad del club para dotar del acompañamiento adecuado a una soberbia generación de jugadores

Griezmann protege la pelota ante Leuke la semana pasada en el Camp Nou.
Griezmann protege la pelota ante Leuke la semana pasada en el Camp Nou.Xavi Bonilla / AFP7 / Europa Press (Europa Press)
Santiago Segurola

Varios de los numerosos problemas del Barça se resumieron en Balaídos, donde manifestó el abismo generacional en el equipo, la precariedad de la plantilla, el reiterado fracaso en los fichajes y la decepcionante política de cantera del club. Atrás, muy atrás, quedan los años donde el Barça se configuraba alrededor de media docena de futbolistas de cosecha propia. Desde hace 10 años, el papel de la cantera ha sido residual.

El Barça es el primer club que ha superado los 1.000 millones de presupuesto, frontera histórica que no describe la preocupante realidad de la plantilla, escasa en jugadores y en alternativas a su célebre vieja guardia. La vertiginosa conclusión del campeonato ha acentuado aún más los defectos. Desde 2015, año que el Barça coronó con su última victoria en la Copa de Europa, ningún fichaje ha funcionado. El fracaso ha sido general. Y el gasto, escandaloso.

Hace cinco años, Messi y Luis Suárez tenían 28 años. Busquets y Piqué estaban en el apogeo de sus carreras. Neymar era sucesor natural de Messi. Jordi Alba, Ter Stegen y Rakitic estaban hechos a la medida del Barça. Desde entonces, un vacío insondable, profundizado por la ruidosa marcha de Neymar. Impresiona el derroche en el capítulo de fichajes: André Gomes, Arda Turan, Digne, Alcácer, Yerry Mina, Semedo, Coutinho, Dembélé, Arthur, Junior Firpo, Arturo Vidal, De Jong, Griezmann y Martin Braithwaite. No son todos, pero son los más relevantes del grupo de jugadores destinados a acompañar y suceder a la generación de Messi.

La mayoría ya no pertenecen al Barça, o están a punto de salir. Se han sumido en un inexplicable proceso de evaporación (Coutinho), figuran como promesas inevitablemente incumplidas (Dembélé), son tan veteranos (Arturo Vidal) como Messi y Luis Suárez, flaquearon desde el primer momento (André Gomes y Griezmann) o no les alcanza de ninguna manera para jugar en el Barça, caso de Braithwaite y Junior Firpo. Los que parecían más homologables —Umtiti y Semedo— no rinden como se suponía. A uno le fallan las rodillas y, por lo que parece, Semedo figura en la lista de transferibles.

Los incuestionables, como De Jong, merecen ser cuestionados. Ha pasado casi tan de puntillas como Griezmann. Arthur es otro caso curioso. Hace muchos meses que se convirtió en un jugador intrascendente, más significativo por el fatigoso aire de su juego que por otra cosa. Compararle con Xavi fue una aberración, pero el anuncio de su canje por Pjanic en la recta final de la temporada, con LaLiga y la Copa de Europa en perspectiva, es un despropósito colosal. Uno menos en una plantilla que está en los huesos.

Sometido a graves problemas económicos, al feísimo caso de la contratación de una web que criticaba a barcelonistas de tronío, a las pañoladas en el Camp Nou antes de este retorno al fútbol vacío, a la dimisión de varios directivos durante el confinamiento y a las divergencias que produjeron entre la plantilla y el club por el ERTE, al Barça sólo le quedaba agarrarse al equipo que ganó ocho Ligas en las últimas 12 temporadas, tres Copas de Europa y un granizado de Copas del Rey.

Con orgullo, ese equipo intenta mantener el pabellón, pero la realidad es terca: estamos ante un Barça crepuscular que se agota por la incapacidad del club para dotar del acompañamiento adecuado a una soberbia generación de jugadores. El fútbol, que tiene una facilidad pasmosa para las instantáneas simbólicas, lo dejó bien claro en Balaídos. El Barça fue algo con Luis Suárez y dos jóvenes ágiles, dinámicos y hambrientos: Ansu Fati y Riqui Puig. Ninguno acabó el partido. Lo terminaron Junior, Arthur, Griezmann y Braithwaite, fichajes recientes. Volvieron a estrellarse.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_