Eusebio Vélez, prototipo de director ciclista
Lideró al equipo Kas, que se convirtió en la mejor escuadra del mundo a mediados de los años setenta
Eusebio Vélez de Mendizabal, que nació en Durana (Álava), y falleció el martes en Vitoria a los 85 años, no iba para ciclista. Su vocación fue tardía. Cuando después de ganarles con su bici de paseo a sus amigos, corredores aficionados se dio cuenta de que podía ganarse el jornal como ciclista, abandonó el campo para comenzar, a los 21, una carrera como profesional de la bicicleta en el Kas de Langarica. Era a finales de los años cincuenta del siglo pasado. Corrió en el equipo vasco durante siete temporadas, y las dos últimas en su gran rival, el Fagor. Decían sus compañeros que era un ciclista sin estridencias, cauto y prudente. En la Vuelta a España de 1966 acabó segundo, por detrás de su amigo Patxi Gabica, al que le hubiera ganado si no existieran las bonificaciones, pero nunca se lamentó de tal circunstancia.
Cuando colgó la bicicleta lo hizo sin ruido. Regresó a sus orígenes, al campo. Compró una granja en Aspuru, con 1.300 gallinas, 130 cerdos y diez vacas, y pensaba seguir la vida que había abandonado para ser corredor, cuando Luis Knorr, el patrón de Kas, le convenció para formar un tándem con Antón Barrutia y heredar el legado de Dalmacio Langarica, el hombre que había dirigido al equipo vitoriano hasta noviembre de 1972. Decidió aceptar el reto y ponerse a los mandos del equipo amarillo y azul.
El mismo día que lo anunciaron los periódicos, la bicicleta Colnago –empresa de la que Vélez fue después representante en Vitoria–, con la que Eddy Merckx había batido el récord de la hora de Ole Ritter, comenzaba una peregrinación por Europa para ser exhibida como una reliquia. La exaltación suprema del individualismo del campeón belga en una prueba que se disputa en solitario, justo cuando comenzaba a funcionar un equipo casi perfecto, con espíritu de grupo, y que salía para intentar hacer sombra al Molteni de Merckx, que brillaba en las carreteras, ocultando los escándalos financieros y alimentarios de sus patrones, encausados por el fisco, o por extender la fiebre porcina en Italia. En el Kas, se quejaban sus figuras, los sueldos eran casi idénticos para todos. El equipo era lo importante.
La figura de Eusebio Vélez como director, casi no se entiende sin su socio al volante, Antón Barrutia, aunque tras su retirada renegara del tándem, “porque se influye negativamente en los corredores”. Entre los dos compusieron un grupo con solistas que destacaban, en especial el fenómeno asturiano José Manuel Fuente, Domingo Perurena, el ciclista que más victorias les aportó, López Carril o José Pesarrodona, pero que sobre todo era un grupo compacto, especialista en ganar las clasificaciones por equipos de las carreras que disputaban. En 1974, el Kas de Vélez ganó la Vuelta a España con el Tarangu, Fuente, además de siete etapas, y otras seis en el Giro. En 1975, el equipo de las bebidas refrescantes obtuvo 48 triunfos; 27 en 1976, con la victoria final de Pesarrodona en la Vuelta. En 1977, el equipo que dirigía el alavés, venció en 36 carreras y en 31 en 1978, el año de su retirada como director. En su currículum sumaba dos podios en el Tour, un segundo puesto en el Giro, el de Paco Galdos, su paisano, además de las dos Vueltas a España. Le cansaban ya tantos días fuera de casa y alegó que tenía que atender sus negocios. A Vélez le ofrecieron dirigir a otros equipos, “pero cómo iba a hacerlo si salía de una de las mejores escuadras del mundo”.
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