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Futre: “En una época de ‘asesinos’, Chendo nunca iba a hacer daño”

El exfutbolista portugués del Atlético recuerda sus apasionantes duelos con el lateral del Madrid y revive la admiración por su compatriota Chalana

Futre marca ante Chendo y Buyo el segundo gol de la final de la Copa del Rey de 1992, que el Atlético ganó 2-0 al Madrid en el Bernabéu
Futre marca ante Chendo y Buyo el segundo gol de la final de la Copa del Rey de 1992, que el Atlético ganó 2-0 al Madrid en el Bernabéu

Paulo Futre (Montijo, Portugal; 54 años) conversa con la misma pasión con la que jugaba. Su velocidad con el balón en los pies se traslada a sus palabras y su portuñol es complicado de seguir y, por momentos, de entender. “Si me preguntan quién es el jugador que más me ha impactado, mi verdadero ídolo desde que era un chaval, tengo que decir que es Fernando Chalana. Pero en mi cerebro eso se interrelaciona con el jugador que mejor me ha marcado y menos me ha dejado jugar sobre un terreno de juego y entonces pienso en Chendo, el lateral del Real Madrid”.

Capaz de reconocer los méritos del rival e incluso tener palabras de elogio para él, la rivalidad entre Futre y Chendo se alargó durante cinco temporadas y media (1987-92). El defensa blanco es cinco años largos mayor y Futre fue uno más en su larga lista de marcajes individuales: Maradona, Platini, Rummenigge, Brady… y López Ufarte, uno que siempre le complicaba la vida.

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Futre y Chendo se enfrentaron en 17 ocasiones, 11 en Liga y seis en Copa, incluida la final del 92. El balance en victorias favorece al madridista, ocho por cinco con cuatro empates. El extremó portugués solo consiguió hacer dos goles en esos 1.500 minutos de juego en los que Chendo casi siempre estaba en su radio de acción. Uno en su primer derbi, un 0-4 del Atlético de Menotti en el Bernabéu (87-88), y otro en la citada final de Copa que para el atlético es un partido inolvidable. “Me acuerdo que esa tarde del Bernabéu le hice a Chendo hasta un caño. No sé ni cómo porque me marcaba muy encima. Me di la vuelta rápido, le toqué el balón y entró entre sus piernas. Luego hice un gol, lo tenía encima pero tampoco llegó. Ese día gané yo la batalla; otras, la verdad, me amargó la tarde”, rememora el portugués.

Futre coloca a Chendo como el mejor marcador que ha tenido enfrente. “Era inteligente, preparaba los partidos contra mí. Tenía velocidad. Era noble. Un señor. Aquellos derbis eran más más duros que los de ahora, pero Chendo nunca me dio una mala patada. No entraba a partir, a matar. No era maldoso. Duro, pero no iba a hacer daño. Si te daba es porque te anticipabas, pero nunca fue un asesino, en unos tiempos en los que en la Liga lo que no faltaban eran asesinos, en el sentido futbolístico, claro, que te daban queriendo... Un delantero sabe cuándo van a por ti o no. Chendo, nunca. Te perseguía por todo el campo si hacía falta. Yo me movía mucho y él venía detrás”, revive Futre aquella rivalidad a golpe de carreras.

El ídolo rojiblanco confiesa que su relación fuera del campo también era buena. “No era como con Buyo… ja, ja, ja. Nos hemos visto después en algún acto benéfico y siempre nos comportamos los dos como señores, como lo hacíamos en el campo”.

Retroceso en el tiempo. Su infancia. Cuando Paulo habla de Fernando Albino de Sousa Chalana se para el tiempo. Capaz de ponerse de rodillas para adorarle en una gala retransmitida en directo por televisión, su cabeza va más deprisa que su verbo. “Es el único futbolista del mundo al que he visto regatear con las caderas. Uno, dos, tres… jugadores quedaban fuera solo con sus movimientos. Cuando tenía 12, 13, 14 años y todos los días volvía en el maldito barco de Lisboa a Montijo, hora y cuarto tardaba, cogía una botellita como si fuera un balón e intentaba imitarle. Con el movimiento del barco los brazos se me iban… y la botellita también”, revive Futre sobre el también extremo portugués.

Chalana tenía siete años más que Paulo. Fue un internacional luso que se hizo nombre en el Benfica y tras una gloriosa Eurocopa del 84, en la que deslumbró contra España y contra Francia en las semifinales, fichó por el Girondins de Burdeos. “Allí se lesionó y nunca volvió a ser el mismo. A mí me pasó lo mismo tras mi lesión. Chalana era técnica, regate, conducción. Vi cosas suyas en Conti y Maradona. Pequeño de estatura con un bigote que imprimía presencia. Era diestro pero todos pensaban que era zurdo porque jugaba por la izquierda y manejaba las dos piernas por igual. Su juego de cintura era único. Toda mi vida quise ser como él”, cuenta apasionado Futre.

Por su chalanismo pasó algún que otro mal trago. “Con el carné federado de jugador del Sporting me iba al viejo estadio de La Luz para ver a Chalana. Cuando mi equipo jugaba fuera, el Benfica lo hacía en casa y yo quería verlo de cerca, aunque desde el tercer anillo no se veía mucho. Los porteros del estadio me decían que cómo un niño que jugaba en Alvalade iba a ver al Benfica, pero yo les decía que iba a ver a Chalana. Tuve algún problemilla porque se enteraron en mi club, pero yo nunca fallé a un partido del Sporting en casa. Lo mío era otra cosa”, cuenta.

Para cerrar el círculo, ambos coincidieron en el que tenía que haber sido último partido como internacional de Chalana contra Luxemburgo (16 de noviembre de 1988), pero en el que finalmente no llegó a jugar. Futre, ya consagrado, ya campeón de Europa con el Oporto y jugando ya en el Atlético, se emociona al recordar ese encuentro. “Él había vuelto al Benfica y lo llamaron otra vez a la selección. Juro que me temblaban las piernas como a un niño. Yo había sido Balón de Plata y era la estrella de aquella selección, pero al verlo a mi lado estuve a punto de pedirle un autógrafo. Lástima que no jugara, por no haber coincidido con él sobre un terreno de juego, aunque hubiera sido un minuto”.


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