_
_
_
_
LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A la salud de Luis Suárez

La figura del uruguayo es cuestionable cuando lo cambian o está de baja y se dedica a pasar factura, como si se le debiera alguna cosa en el Barcelona

Luis Suárez, ante el Atlético en la Supercopa de España.
Luis Suárez, ante el Atlético en la Supercopa de España.H. Ammar
Ramon Besa

Acostumbra a pasar con los jugadores de Uruguay, y más con Luis Suárez: son tan admirables cuando juegan –sobre todo por su competitividad— como cuestionables, o si se quiere prescindibles y a veces incluso reprobables, en el momento en que no está la pelota en juego, como pasa ahora por culpa de la Covid-19. Todo resulta menos llevadero desde que no podemos hablar con el añorado Eduardo Galeano y nos tenemos que conformar con releer sus libros, especialmente El fútbol a sol y sombra (Siglo XXI).

Galeano contaba que los goles de Suárez podían ser proporcionales a la cantidad de vino que derramaba en una comida y que seguramente su mejor gol fue el no gol, aquel que evitó con un rechazo propio de un portero en el partido de cuartos de final del Mundial 2010 contra Ghana. Las manos del charrúa fueron sancionadas entonces con un penalti que falló Asamoah Gyan, error que a la larga posibilitó la clasificación de Uruguay, cuarto clasificado del torneo después de perder con Holanda y Alemania.

Más polémica fue la participación de Suárez en el Mundial de Brasil cuando fue expulsado después de morder a Giorgio Chiellini. Todo el mundo se le echó encima menos el Barça. El club azulgrana le fichó por unos 80 millones. Un precio que pareció exagerado para el agresivo 9 del Liverpool que había marcado los mismos goles que Cristiano en el Madrid: 31. El paso del tiempo ha demostrado que fue una buena contratación porque continúa marcando (191) y ha ayudado a la estabilidad de Messi en el Camp Nou.

Messi y Luis Suárez se han hecho tan amigos que acuden juntos al entrenamiento y juegan como si fueran un solo jugador, en ataque y defensa, puesto que acostumbran a descolgarse cuando el balón lo mueve el contrario, una situación insostenible en la Champions. A diferencia de lo que ocurre en la Liga y en la Copa, no se puede defender con nueve en Europa y además se necesitan los goles del 9. Luis Suárez no marca en campo contrario desde septiembre de 2015 en Roma porque no le cuentan el tanto que el año pasado Shaw se acabó por meter en su portería en Old Trafford.

Y al equipo azulgrana se le juzga sobre todo por su trayectoria continental más que por sus éxitos en España. Luis Suárez marcó en la final de Berlín 2015 y desde entonces el Barça no ha vuelto a ganar la Copa de Europa. Así es que la hinchada azulgrana aguarda un gol salvador para volver a creer en el 9 de la misma manera que el jugador pide comprensión a su afición después de mostrar su valor y quedar demostrado que su ausencia por lesión afecta tanto al equipo como a Messi.

La figura de Suárez es cuestionable cuando lo cambian –no para de hacer malos gestos— o está de baja y se dedica a pasar factura, como si se le debiera alguna cosa: ocurrió en mayo cuando se operó a escondidas y ha vuelto a suceder ahora al quejarse por cómo la directiva ha tratado a los jugadores por el ERTE. Tiene razón cuando señala a la junta de la misma manera que es culpable por no ayudar a encontrar una salida conjunta con el club y alimentar la discordia iniciada con la nota emitida por el 10.

El drama azulgrana

El drama para el Barça es que esta no es una situación que solo se dé con Suárez y Messi sino que afecta a un grupo de treintañeros, el mismo que exhibe los trofeos ganados como si fueran las medallas que cuelgan de los uniformes de los militares y exige pleitesía ante los recién incorporados, sean jugadores o entrenadores, todos consentidos por la directiva de Bartomeu. Todos se sienten también ganadores, empezando por el presidente, y por tanto no sabe explicar humillaciones como la de Anfield.

La derrota contra el Liverpool, al igual que la de Roma, Madrid o Turín, fueron tan vergonzosas que exigen victorias igualmente extraordinarias y por tanto goles o jugadas únicos como las de Luis Suárez en Sudáfrica o Brasil. El reto es mayúsculo y no admite excusas ni acusaciones de los que más cobran, como es el caso del uruguayo, un delantero que ha ahuyentado a cualquier posible sustituto a la espera de ver qué pasa con Lautaro Martínez, el atacante argentino del Inter valorado en 111 millones.

El Barça necesita fomentar la competitividad y cambiar piezas, renovar la columna vertebral, después de definir la idea de juego, si no quiere que el equipo se parta definitivamente, destensado y sin alma, expuesto a cualquier resultado injustificable, también en la Liga además de la Champions. Las quejas de Luis Suárez y sus compañeros, por más justificadas que estén, solo tendrán razón de ser si juegan y marcan goles cuando sea necesarios en la Copa de Europa.

Una vez esté recuperado de su lesión y se pueda volver a jugar a fútbol, de Luis Suárez se espera a sus 33 años que marque un golazo o un no gol, como quiera, una jugada en cualquier caso digna de ser celebrada con una copa de Vega Sicilia, el vino que ahora comparte en los momentos especiales con Messi, una vez que su botella ya no derrama el vino desde que no está Galeano.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_