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De Oporto a Liverpool: la estirpe Gento vuelve a triunfar en Europa

Marcos Llorente emula en Anfield a su padre, Paco, que derrotó en 1987 con la camiseta del Madrid al Oporto con dos acciones para el recuerdo

Lorenzo Calonge
Paco Llorente, con el brazo en cabestrillo ante el Milan en el Bernabéu en 1989.
Paco Llorente, con el brazo en cabestrillo ante el Milan en el Bernabéu en 1989.raúl cancio

La gesta de Marcos Llorente en Liverpool con la camiseta del Atlético recordó mucho a la de su padre (Paco) en Oporto con la zamarra del Madrid en 1987. Si el medio rojiblanco fulminó este miércoles a los campeones de Europa con dos disparos tremendos en la prórroga de Anfield, su progenitor se cargó hace 33 años al Oporto, que también había levantado la orejona la temporada anterior, con dos cabalgadas por la banda izquierda culminadas con sendos pases atrás a Míchel. Aquellas dos acciones levantaron a los blancos en el estadio de das Antas, en un partido de vuelta de los octavos de la Copa de Europa que tenía muy mala pinta de la misma manera que los dos tiros de su hijo encumbraron al cuadro de Simeone, que hasta ese momento vivió acogotado en su área, resistiendo el martirio constante del ataque red.

Una nueva noche de gloria en Europa de una estirpe de leyenda. El patricarca, Paco Gento, levantó seis Copas de Europa con el Madrid, más que ninguno. Su sobrino, Paco Llorente, dejó su semilla también con el club blanco. Y ahora Marcos hace lo propio en el Atlético.

Esa noche del 4 de noviembre de 1987, el equipo entrenado por Leo Beenhakker defendía el 2-1 rascado in extremis en el exilio de Valencia (el club había sido sancionado con un encuentro a puerta cerrada en el Bernabéu –ganó 2-0 al Nápoles de Maradona- y otro fuera de Madrid por lanzamientos desde la grada al césped en la temporada anterior). Pero las cosas se torcieron pronto en Portugal con el tanto de Sousa en el minuto 23 en un golpe franco sensacional que superó la barrera y la estirada de Buyo. La primera parte fue nefasta para el Madrid, desubicado y sin opciones. Sin embargo, la aparición tras el descanso de Paco Llorente en lugar de Solana transformó el duelo.

Su efecto fue inmediato. En el minuto 55, recibió por la izquierda, caracoleó a su defensor, ganó la línea de fondo y su pase atrás fue remachado con la izquierda por Míchel. Y un cuarto de hora después, en una acción todavía mejor, marchándose de tres rivales en una maniobra de virguero, el Madrid remató al Oporto y voló a los cuartos de final (1-2). Aquella fue la gran noche en su carrera. La entidad de Chamartín lo había fichado por sus buenas actuaciones en el Atlético, pero en la Castellana se encontró con una Quinta del Buitre en plena ebullición, completada en ataque con un matador como Hugo Sánchez. Aun así, permaneció siete temporadas en el Madrid, de 1987 a 1994, después de las cuales se marchó otras cuatro al Compostela, donde cerró su trayectoria.

Esa noche mágica de Oporto se enmarca, sin embargo, en un año que terminó siendo traumático para aquel Madrid, dominador absoluto en España (ganó cinco ligas seguidas), pero sin la gloria de la orejona. Cuesta recordar una temporada de la vieja Copa del Europa en la que un equipo se haya enfrentado a tantos huesos. Eliminó al Nápoles de Maradona jugando el primer partido en un Bernabéu desierto, al Oporto disputando la ida en el destierro de Mestalla, al Bayern y, finalmente, claudicó ante el PSV en una vuelta (0-0) en la que no hubo manera de perforar el marco de Hans van Breukelen.

Dos años después, Paco Llorente volvió a dejar otra imagen para el recuerdo en Europa, aunque esta vez triste, al terminar con el brazo en cabestrillo la vuelta en el Bernabéu contra un Milan que volvió a amargarle la vida (le había metido 5-0 el año anterior).

Su hijo hizo el camino inverso a él, de la Castellana al Wanda. No había tenido este curso mucha presencia, parecido a su progenitor. Pero como él, devolvió a la saga Gento a lo más alto de la Champions.

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