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El reino de Alba

El lateral, sin competencia seria en el puesto, activa a Messi y condiciona el juego de Griezmann

Jordi Quixano
Alba, durante el encuentro ante el Madrid.
Alba, durante el encuentro ante el Madrid. JOSEP LAGO (AFP)

Si no juega, es por lesión. No hay otra variable para Jordi Alba, de 30 años, que desde que llegó al Barcelona hace ocho temporadas se ha ensamblado en el lateral izquierdo y no hay quien lo mueva, acaso una riña con Luis Enrique que le condenó durante medio curso en el Barça y por dos convocatorias en la selección, entuerto arreglado con el paso del tiempo. Es su reino y nadie le puede quitar la corona, por su calidad y porque no hay quien le mejore. Difícil, en cualquier caso, porque es el mejor socio de Messi y porque resulta extraño encontrar un lateral con tanta incidencia en el ataque, también porque domina el juego posicional y porque se corrige a tiempo tras las ascensiones por el carril. Presumiblemente, será titular frente al Alavés, duelo nada baladí porque el Barça se juega mantener el liderato, ahora que anda igualado con el Madrid, y porque llegan las vacaciones y no se trata de perder ritmo.

En el clásico, Alba dejó clara su trascendencia en el juego, pues disfrutó de la mejor ocasión con una volea, a pase de Messi, que le hizo caricias al poste por fuera. “Cualquiera se entiende con Leo, te hace mejor jugador”, precisa el lateral. “Desde el primer día tuvieron una muy buena conexión”, recuerdan desde el vestuario; “seguramente porque los buenos quieren buenos a su lado y porque Leo necesita gente que piense y ejecute rápido como él”. Una relación fructífera para el 10, porque Alba ya le ha entregado 21 pases de gol, números que le colocan como el séptimo mejor asistente de La Pulga, solo por detrás de Luis Suárez (44), Alves (42 y único defensa que le supera), Iniesta (37), Xavi (31), Pedro (25) y Neymar (22). Cifra expresiva si se tiene en cuenta que desde que llegara al Barça, Alba acumula 54 asistencias, por lo que el surtidor vía Messi acapara el 39% de sus pases definitivos. Aunque la sociedad está ahora un poco encallada, toda vez que el lateral todavía no ha dado pase de gol alguno en este curso, por los 17 del anterior.

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El fútbol al abordaje de Alba, que se siente casi más cómodo en campo contrario que en el propio, suma en todos los sentidos pero repercute también en Griezmann, que no acaba de encontrar su sitio en el tapete y que en ocasiones se ve anulado por las carreras y rupturas desde atrás del carrilero, un torbellino con el que es difícil compartir parcela. Los mejores tiempos del francés han coincidido con la ausencia del lateral. Aunque su conexión defensiva es notable, generoso como es el delantero a la hora de correr hacia atrás si la jugada lo exige. Y si no llega, posiblemente lo hará Alba al sprint, pasitos tan cortos como veloces, cabeza arriba.

La madurez

“Hace tiempo que está a un nivel muy alto en lo físico”, explican desde el entorno del jugador; “ser padre de familia —su hijo Piero cumplirá pronto dos años— le ha cambiado. Siempre ha sido muy profesional y consciente de lo que podía y no podía hacer, pero ahora se cuida una barbaridad”. Así, trabaja con un preparador fuera del club, siempre trabajo en común con el cuerpo médico azulgrana. “No solo eso”, añaden; “es muy obsesivo con la alimentación y no escatima tiempo con los recuperadores, fisioterapeutas…”.

Un sentido competitivo que le ha llevado a descabalgar a cuantos competidores ha tenido en el Barça desde que el lateral zurdo ya no ejerce a veces de central como en tiempos de Abidal. Desde la temporada 2012-2013, coincidió una campaña con Abidal, cuatro con Adriano y dos con Digne, después un curso con Miranda y ahora con Junior Firpo. Le cedió también, ocasionalmente, el ala izquierda de la defensa azulgrana a Mathieu, Vermaelen y hasta a Sergi Roberto. Ninguno le ha tosido —tampoco Junior porque Valverde en ocasiones antepone la reconversión de Semedo— y por eso el club decidió renovarle en el curso anterior hasta 2024, cuando ya tenga 35 años. “Me da igual tener competencia”, subrayó Alba el día que prolongó su contrato azulgrana; “sé que si estoy a mi nivel, tengo muchas opciones de jugar. Aquí nadie me ha regalado nada”.

Solo las lesiones le privan de jugar, un mal repetido en el carrilero porque tiene músculos de velocista y a cada curso se rompe unas dos veces, como en esta temporada, sin ir más lejos. Pero si está entero, el puesto es suyo. Por algo es su reino.

Multa de 1.500 euros por el lanzamiento de bolas en el clásico

A los diez minutos de la segunda parte del clásico, aficionados conformes con la plataforma independentista Tsunami Democràtic lanzaron bolas amarillas al césped del Camp Nou, por lo que el partido se detuvo poco más de un minuto. Por ello, el Comité de Competición de la Federación Española de Fútbol (RFEF) ha acordado imponer una multa de 1.500 euros al Barcelona, además del apercibimiento de clausura del Camp Nou "por alteración del orden del encuentro de carácter grave".

La sanción se rige por el artículo 101.2 del Código Disciplinario de la RFEF, que señala que “se considerará infracción de carácter grave y será sancionado con multa en cuantía de hasta 3.000 euros y apercibimiento de clausura el lanzamiento de varios balones, o de cualquier otro elemento al terreno de juego procedentes de la grada, con independencia de si el juego está o no detenido”. El acta arbitral del Alejandro Hernández Hernández así lo reflejó: “En el minuto 55, el encuentro estuvo detenido durante un minuto y treinta segundos debido al lanzamiento, por parte del público, de balones al terreno de juego”. Una sanción que acepta el club, que salió airoso de un duelo con mucha carga ambiental.

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