Un clásico muy terrenal
En estos meses que llevamos de temporada el Real Madrid se ha hecho fuerte colectivamente, pero le falta mordiente
La hazaña de las Guerreras y la foto en Moncloa. El deporte es justo e injusto, predecible e impredecible, probable e improbable. Todo por partes iguales. Y todo eso lo comprobamos en la final del Mundial de balonmano, en el que las Guerreras nos engancharon a su deporte y a su gen luchador. Un ataque valiente y un tiro para ganar como ejemplo de la esencia del deporte. Un bloqueo instintivo para recuperar lo más valioso, el balón. Una polémica decisión arbitral, cuyo espíritu todavía no se ha explicado rotundamente, que castiga el ímpetu y la inocencia deportiva de unas mujeres que ya son históricas. Su medalla será de plata, pero tanto su rendimiento en este Mundial como su exquisita actitud en la derrota, con la ya mencionada y frustrante decisión arbitral, son de oro. No las olvidemos, no desperdiciemos esta hazaña. Y sí, digo hazaña porque lo es, y me explico.
La mitad de esa selección juega en el extranjero, donde pueden ser profesionales y tener buenos contratos. Mientras en España sobreviven con un acuerdo a tres bandas (clubes, jugadoras, federación) para tener un mínimo de seis jugadoras a tiempo parcial, solo los dos grandes pueden permitirse buenos salarios. Sin apoyos en la base, pocas niñas escogen el balonmano como deporte, y sin apoyo en la élite pocos son los espectadores en las gradas. La nueva ley del deporte que actualice la situación de la mujer está ya muy perfilada, redactada e impulsada por María José Rienda (CSD), pero como en nuestro país todavía no hay gobierno... pues todo ha de esperar. Al menos la foto y el recibimiento oficial en la Moncloa sí se han hecho. Merecido reconocimiento para unas deportistas que nos han emocionado y enorgullecido con su gran éxito. ¡Bravas!
Un partido cualquiera. Dominó el Real Madrid y defendió y buscó la contra el Barça. Messi apenas apareció, y los mejores fueron Valverde y Piqué. Todo muy normal y terrenal. Todo eso lo tenemos en cualquier otro partido. Del clásico siempre se espera algo más. Hubo superioridad blanca, al menos en la primera parte, cuando el Madrid, con presión alta y trabajada y una actitud valiente, obligó al Barça a jugar en largo, a jugar a lo que no saben y en un contexto en el que no están cómodos. Así, la participación de Messi, Luis Suárez y Griezmann fue inexistente.
En estos meses que llevamos de temporada el Real Madrid se ha hecho fuerte colectivamente, algo a lo que durante mucho tiempo no estábamos acostumbrados, pero le falta mordiente, le falta gol, le falta Cristiano Ronaldo. Sin sus goles será difícil ganar títulos.
La Champions se pone bonita. El Real Madrid-City es la gran atracción de estos octavos. El morbo de ver a Pep Guardiola en el Bernabéu y en la capital española es un aliciente extra que a nadie se le escapa. Para quien se quede fuera el golpe será duro. No llegar a cuartos es algo que a principio de temporada nadie tenía en mente. Veremos si ese miedo condiciona la eliminatoria o si por el contrario podemos disfrutar de dos partidos atractivos entre dos equipos que se pueden hacer mucho daño.
Al Atlético le tocó el que nadie quería. El Liverpool de Klopp volverá al estadio donde se coronó campeón de Europa y lo hará manteniendo el nivel altísimo de su plantilla. El líder indiscutible de la Premier parece un rival inalcanzable para un Atlético que está lejos de su mejor momento.
Mejor suerte para Valencia y Barça, que se enfrentarán a rivales de media tabla en la Seria A (Atalanta y Nápoles) y con la vuelta en casa. Que llegue ya febrero, ¡que empiece lo bueno!
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