El éxito de saber esperar
La clasificación para la final es el triunfo de la madurez de los estamentos. Cosas desconocidas en España: dar calma y trabajar para el futuro
Carlos Viver fue muy valiente al confeccionar esta selección, al descartar a algunas jugadoras que fueron referentes en el pasado. Algo vería para elegir a estas que, además, le han seguido en su propuesta. Los equipos no son la suma de individualidades, sino la consecuencia de cómo entrenan o de a quién tengan al lado; así se potencian unas a otras. Se trata de un grupo que ha creído en sí mismo y que tiene mucha calidad. Porque, no nos engañemos, es necesario que haya buen ambiente y se lleven bien entre ellas, pero lo que da las medallas es la calidad. Lo otro suma y multiplica; sin embargo, la clave es la calidad. Y también han transmitido una imagen de madurez y serenidad increíbles pese a que, salvo Shandy Barbosa, Nerea Pena y Silvia Navarro, casi todas tienen unos 24-25 años.
Me encantaron desde el primer partido contra Rumania. Defienden fenomenal y no pierden balones. Esto no se improvisa, es el resultado de un trabajo de tiempo. Es verdad que en los campeonatos anteriores la clasificación no fue buena, pero ya sabemos cómo funciona la alta competición. Lo he visto en mis equipos y en los ajenos. Haces un torneo regular y, un año después, te llevas el oro. Por eso, tengo que felicitar a la Federación, por haber confiado en las jugadoras y los técnicos. Es lo que ha faltado siempre en este país. Es el éxito de la madurez de los estamentos, y a mí eso me emociona. Son cosas desconocidas en España: dar calma, saber esperar y trabajar para el futuro. Y yo no me ando con paños calientes ni digo las cosas para quedar bien. Todavía me acuerdo cuando empezábamos a competir a nivel internacional y los árbitros no se creían que pudiéramos derrotar a Dinamarca o Francia. Es un triunfo que nos hace grandes a todos, también a los que hemos pasado por ahí.
Sin embargo, este éxito no puede obviar la situación de la Liga. Habría que hacer una ley de mecenazgo para que entrara dinero en serio. Que el empresario sea más sensible para entender que tendría que invertir más para devolver ese dinero a la sociedad. Se trata de una cuestión de reciprocidad. Y, por último, la gente. Que vaya a los pabellones, que pague sus entradas, que sean sensibles con aquellos que están manteniendo el día a día del balonmano femenino. Todo esto no nace de manera espontánea. Tiene que estar organizado y dirigido. Es lo que ocurre en otras partes del mundo, y a mí se me cae la baba al verlo.
Cristina Mayo es exjugadora y exseleccionadora española.
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