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Condenado a dos años de cárcel el expresidente del Valencia Juan Soler por intentar secuestrar a su sucesor

La Audiencia Provincial de Valencia también ha impuesto la misma pena a otros acusados que trataron de raptar y robar a Vicente Soriano

Ignacio Zafra
Vicente Soriano (izquierda) y Juan Soler, en Valencia en 2005.
Vicente Soriano (izquierda) y Juan Soler, en Valencia en 2005.Manuel Bruque (EFE)

La Audiencia de Valencia ha condenado a dos años de cárcel a Juan Soler, empresario de la construcción y presidente del Valencia entre 2004 y 2008 por tramar el secuestro de su sucesor en el cargo, Vicente Soriano, que le debía 85 millones de euros por la venta del club, una conspiración que fue desarticulada por la policía.

Soler, uno de los reyes del ladrillo durante los años del boom de la construcción, hombre de confianza de los entonces presidente de la Generalitat valenciana Francisco Camps y alcaldesa de la ciudad Rita Barberá, cuyo negocio se hundió con la crisis, urdió junto a un empresario de la hostelería y un portero de discoteca un plan digno de una novela negra en el que todo salió mal, según consta en la sentencia dictada por los jueces de la Sección Segunda José María Gómez Villora y Sandra Schuller, que cuenta con el voto particular del magistrado José Luis Fenellós, partidario de la absolución.

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Soler, según declara probado el fallo, acordó con sus cómplices, a finales de 2013, secuestrar a Soriano cuando saliera de desayunar en la cafetería Vela, un local situado en el centro de Valencia al que acudía a diario, subirlo a una furgoneta y trasladarlo a un lugar seguro, en Alfafar, y retenerlo mientras entraban a robar en su casa y en tanto no les facilitara sus claves bancarias. Para ello decidieron contratar a unos sicarios colombianos, que debían ocuparse del trabajo sucio.

Soriano —esto no lo detalla la sentencia— había eludido pagar a Soler las 70.889 acciones con las que en 2008 se hizo con el control del Valencia CF declarándose insolvente, pero el constructor estaba convencido de que su sucesor escondía una fortuna en su domicilio y en cuentas ocultas en varios países.

La cosa, prosigue la sentencia, fue mal desde el principio porque entre el grupo de conspiradores había un cuarto hombre, un delincuente fichado que la sentencia identifica como R. B., que era confidente del Grupo de Atracos de la Jefatura Superior de Policía de Valencia. Nada más acabar de perfilarse el rapto, R. B. telefoneó a su contacto policial y lo mantuvo al tanto de cada paso, lo que permitió a los investigadores grabar varias reuniones.

El 7 de abril de 2014, T, como identifica la sentencia al antiguo portero de discoteca conectado con el lado tenebroso de la noche, detectó tras bajarse del coche la presencia del dispositivo que la policía había organizado para registrar el encuentro que los secuestradores iban a mantener en el bar Punto Verde, propiedad del empresario hostelero condenado y situado en el Mercado de Colón de Valencia, desde cuyas mesas puede verse el edificio donde vivía Soriano.

T abandonó el lugar al sentirse vigilado y a partir de ese momento los sucesos se precipitaron. Al día siguiente, en un giro que la sentencia no aclara, el confidente policial se presentó en el despacho de Soriano y le reveló que Soler había encargado su secuestro, pero que podía estar tranquilo porque él era uno de los participantes y había decidido no llevarlo a cabo. Soriano, que fue presidente del Valencia durante apenas de un año, llamó poco después a la policía para explicarles lo que R. B. acababa de contarle. Cinco días antes, el comisario había citado a Soriano en jefatura para advertirle de que debía cambiar sus rutinas, pero había evitado precisar el tipo de amenaza que se cernía sobre él.

Después de saber que el confidente había alertado a Soriano, la policía decidió detener a Soler, al empresario hostelero y al portero de discoteca. Los tres han sido condenados ahora a dos años de cárcel por un delito de conspiración para secuestro en concurso con otro de conspiración para robo con violencia en casa habitada. La policía no detuvo a su confidente, pero el juez de instrucción sí lo imputó después y los magistrados lo condenan a un año y tres meses de cárcel como autor de los mismos delitos.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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