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FC BARCELONA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Esperando a Messi

El argentino quiere ser amo de su destino mientras el barcelonismo no se acostumbra a su ausencia

Ramon Besa
Messi, ante Rodrigo y Coquelín en la última final de Copa.
Messi, ante Rodrigo y Coquelín en la última final de Copa.MIGUEL MORENATTI (AP)

No resulta fácil acostumbrarse a la ausencia de Messi en el campo de fútbol y a su presencia en los medios de comunicación, seguramente porque se ganó su condición de mejor jugador de mundo jugando y callando, en el Camp Nou y también en Argentina.

Ahora mismo todavía no se sabe muy bien cuando volverá a jugar con el Barça. No lo hace desde la final de Copa perdida en Sevilla contra el Valencia y no pisa un campo desde que fue expulsado el 6 de julio en la Copa América. Adoctrinado como tenía al barcelonismo, capaz de disputar los amistosos e incluso de pedir al entrenador que le incluyera en una lista de convocados para un partido intrascendente porque prefería estar en el vestuario que en el sofá, cuesta no verle en los entrenamientos con Valverde.

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La vida sin Messi se está haciendo muy larga, demasiado, más que nada porque aquella lesión que sufrió el 5 de agosto, justo cuando el equipo hacía las maletas para ir de gira a América, pareció poca cosa; los descreídos incluso la interpretaron como una excusa para evitar el viaje a Miami. Al cabo de pocos días se distribuyeron precisamente unas imágenes en las que se le veía chutando y anunciando de alguna manera un regreso triunfal contra el Betis. Y después pasó que la recuperación se ralentizó y, por lo que se ha sabido por boca del propio Messi, se resintió tanto que nadie puede asegurar si su reincorporación se producirá antes en la Champions o en la Liga.

Más de cien días sin ponerse la camiseta del Barcelona pesan como una condena, sobre todo porque el equipo ya ha descontado cinco puntos en la Liga y todo el mundo sabe que la alineación y el plan de juego están pendientes del regreso de Messi. El Barcelona se ordenará en el campo en función de lo que quiera y pueda hacer el capitán, cosa que no está muy clara si se tienen en cuenta sus últimos partidos con la Albiceleste y sus propias declaraciones sobre su estado de forma después de que este diario descubriera que se reserva la posibilidad de dejar el club el 30 de junio.

No es ninguna amenaza sino que Messi quiere constatar cómo se encuentra durante la temporada toda vez que ya ha cumplido 32 años y también quiere saber si jugará con un equipo suficientemente competitivo para ganar la Champions. El mismo jugador se ha explicado en una entrevista concedida al diario ‘Sport’ que da mucho juego y refleja la situación porque la mayoría de sus afirmaciones van seguidas de un “pero”: “Esta es mi casa y no quiero irme, pero quiero ganar”. Messi explica que no sabe si la directiva ha hecho todo lo posible para fichar a Neymar –más bien parece que lo duda—, entiende eso sí que con el brasileño habrían sido mejor equipo; se muestra escéptico y distante con Griezmann y se queja por la falta de una política deportiva clara en la secretaría técnica, cargo para el que apuesta decididamente por Puyol.

Quiere al fin y al cabo que el club genere las mejores condiciones para que se puedan ganar títulos, objetivo que por otra parte no es fácil ni está garantizado como se pudo ver la temporada pasada en Anfield, día en que la derrota fue responsabilidad sobre todo de los futbolistas y del cuerpo técnico y no de la junta por más que la plantilla pudiera estar mal hecha. En cualquier caso, las palabras de Messi, reivindicativo en Argentina y Barcelona, añaden presión a la directiva y a él mismo: las dos partes deben dar su mejor versión y sobre todo coincidir en sus intereses, sin ningún recelo.

A fin de cuentas, Messi no soporta perder y actúa como si fuera un socio dispuesto a romper su carnet si las cosas no se hacen bien, nada más; no quiere extender un cheque en blanco a Bartomeu. Hasta ahora se decía que el presidente acababa su mandato en 2021, el mismo año en que expiraba el contrato del capitán. Pues no necesariamente; Messi se puede ir en 2020. El argentino, que no quiere ser utilizado electoralmente, obliga a la junta a hacerlo bien mientras él quiere ser dueño de su destino. Justamente cuando el barcelonismo se desvive desde hace tiempo para no poner plazos sobre el adiós de Messi, y no duerme pensando en cómo será el equipo y el club sin el 10, el argentino se ha anticipado diciendo: no hay que descartar que pueda ser en nueve meses, como un parto.

Acostumbrados a ver a Messi en el área contraria, ahora se ha dado media vuelta y apunta a la propia sin que se sepa muy bien qué piensa hacer y cómo acabará su historia.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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