El cambio del Barça no pasa por Neymar
Fichar estrellas no siempre garantiza el éxito en un club como el azulgrana
Bartomeu está obsesionado con la Champions. Y, como está harto de perderla, parecería por su forma de actuar que para volver a ganarla necesitara repetir la secuencia del 2015, cuando el Barça salió campeón de Berlín. Entonces, a inicios de año, destituyó al director deportivo Zubizarreta, convocó elecciones a la presidencia y se puso del lado de Messi sin desautorizar a Luis Enrique. El jugador argentino, enfadado por su suplencia en Anoeta, desafió al entrenador y no acudió al entrenamiento de puertas abiertas que se organiza por Reyes en el MIniestadi. Malo cuando un jugador dice que tiene gastroenteritis como hizo aquel día el 10.
Aquella crisis que anunciaba un cambio en la presidencia y tal vez un nuevo rumbo en el Barça acabó con la reelección en julio de Bartomeu. La imagen con la delantera formada por Messi, Luis Suárez y Neymar protagonizó la campaña del tridente y del triplete después que el equipo ganara la Copa, la Liga y la Champions. Messi y Luis Suárez continúan en el club y la directiva ha negociado este verano con el PSG para que regresara Neymar y, de alguna manera, se pudiera recuperar el poster triunfal del partido de Liga ganado al Atlético de Madrid y de la la final de la Liga de Campeones contra la Juve.
La figura de Neymar era la única que faltaba ahora para completar un paisaje parecido al del 2015. El mandato de Bartomeu también tiene fecha de caducidad: 2021 –y no se puede presentar a la reelección; el manager deportivo Pep Segura ha sido destituido; Messi es todavía más importante que entonces y el entrenador hace lo que puede, con la diferencia que el desgaste de Valverde es hoy mucho más importante que el acumulado entonces por Luis Enrique. A Valverde se le ha pedido precisamente un cambio radical para estimular a un equipo con tendencia a la rutina y a la comodidad, autosuficiente en la Liga y sorprendido en Europa.
La recuperación de Neymar no parece precisamente la mejor solución para combatir el mal recuerdo de Anfield y Roma. A veces se olvida que después del éxito, en 2015 llegaron las decepciones contra el Atlético y la Juventus. La directiva parece más obcecada con encontrar un nuevo tridente que en hacer un equipo; en fichar a la figura que en el colectivo; en Neymar, Ronaldinho o Griezmann que en Carles Pérez, Ansu Fati y el fútbol asociativo que se enseña en La Masia. A efectos de mercadotecnia no hay color, y el barcelonismo difícilmente aceptaría una etapa tan gris como la que han pasado el Milan o el Ajax.
Ahora bien: el fichaje de las estrellas no siempre garantizan el éxito. Hay que saber elegir, y si el Barça ha sabido mantener su hegemonía en la Liga ha sido por disponer de Messi. La sensación es que el capitán necesitará cada vez más ayuda porque ha cumplido 32 años. Ya no se trata de encontrarle acompañantes sino jugadores importantes con sentido de equipo y que ayuden a recuperar una identidad futbolística cada vez más extraviada pero no olvidada como se pudo comprobar ante el Betis. El no fichaje de Neymar ayuda precisamente a combatir la inercia y a perseverar en el nuevo Barça.
Obsesionarse con jugar bien a fútbol acostumbra a dar menores resultados que ofuscarse con ganar la Champions. El fin debería ser que Messi se muriera de ganas por jugar en el Barça y no que el Barça no sepa a quien encomendarse mientras no regresa Messi; entonces seguramente habría más opciones de conquistar Estambul.
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