Teresa Portela, bronce mundial con 37 años, primera española que disputará seis Juegos Olímpicos
Madre y piragüista, su medalla es el triunfo de la conciliación y de la longevidad "Conciliar es como un puzle", dice
“¿Sabes que mi mamá me va a dejar morder la medalla?”, dice la pequeña Naira, cinco años, rubia, con una camiseta roja que pone: “Vamos mamá”. No para de correr de un sitio a otro, cerca de la zona del podio de Szeged, Hungría. Su mamá es Teresa Portela, 37 años. Acaba de conseguir el bronce en la final del K1-200, su 15 medalla mundial; un caso único de longevidad en una prueba tan explosiva como el 200. Acaba, además, de conseguir la clasificación para Tokio 2020. Se convierte en la primera mujer española en participar en seis Juegos [iguala a Manel Estiarte y al jinete Luis Álvarez de Cervera; con siete sólo está Chuso García Bragado]. Eso significa estar más de 20 años en la elite. “Yo es que no sé, no sé lo que he hecho, no me lo creo. No me lo creo. No, soy consciente. No soy ejemplo de nada. Sólo sé una cosa: que siento que no he llegado a mi fin, que he trabajado duro”, dice Teri –así es como la llaman todos- al salir del agua. No para de temblar, ni de llorar. “Estoy aún con mucha tensión, lo siento”, se disculpa, está como en estado de shock.
La alegría de Teresa Portela, bronce con 37 años, su 15 medalla Mundial. Primera española que alcanza la participación en seis Juegos. pic.twitter.com/IVyyq16kOD
— Eleonora Giovio (@elegiovio) August 24, 2019
“¿Podéis llamar a Daniel [Brage, su entrenador]? Llamadle, por favor, porque no sabrá ni donde tengo el chándal para ir a la ceremonia. Llamadle, por favor,”, repite con las pulsaciones a mil. En ese momento, menos de cinco minutos después de que terminara la carrera, es su única preocupación. En esas aparece David [Mascató, su marido y expalista] y sale disparada del túnel que lleva al podio. “Daviiiiiiid, Daviiiiid… siiiiiiiii”, le grita saltándole en brazos con un calor que abrasa el asfalto. Y el abrazo con él y su hija dura un minuto. Emotivo, sentido. Nadie se acerca en ese momento. David se queda con la pala de Teri mientras ella vuelve a zona mixta. Y sigue temblando y llorando a la espera de subir al podio.
“Salí enfurecida, era la única manera”, detalla. La carrera la ha ganado la neozelandesa Lisa Carrington; segunda fue la polaca Marta Walczykiewicz. Para ver quién había entrado tercera hizo falta revisar el fotofinish. Fueron momentos de nervios en la zona donde los entrenadores y el resto de piragüistas siguen las carreras, un césped con tumbonas al lado de la línea de meta. “Teri, Teri, has sido tercera, junto a la danesa, Teriiiiii”, le gritaba uno de los técnicos de la Federación mientras ella daba vueltas en el agua junto al resto de piragüistas.
"No soy un ejemplo"
“No soy un ejemplo, sólo he trabajado muy duro y sólo yo sé cuánto. En mi carrera deportiva he tenido muchísima suerte de estar rodeada de gente que me ha apoyado mucho, que me quiere, y que siempre ha estado ahí para que yo pudiera dar lo mejor de mí. Son muchos años de mucho trabajo, de mucho sacrificio, de sentir que no había tocado mi fin. He tenido años malos en los que he sentido que el puesto no me ha acompañado para lo que yo había entrenado, pero ante las adversidades se trata de aprender lo bueno y de desechar lo que no ayuda a sumar”, cuenta Portela que nació en Pontevedra, igual que David Cal. Fueron juntos al parvulario.
La de este sábado es la 15 medalla mundial de la gallega, que debutó en un Mundial absoluto en 2001; en 1999 compitió en el sub-23. Su último metal en un Mundial fue en Milán en 2015, justo después de volver a la competición tras ser madre. Naira siempre la ha acompañado. Y estos días, en el comedor del Hotel Science, a pocos kilómetros del canal olímpico, donde se aloja la expedición española, se las ve desayunar siempre juntas. Por la tarde estaban tiradas en el césped jugando juntas. “Cuando le he dicho que estoy de vacaciones me ha preguntado: ¿sólo hasta mañana?”, cuenta Teri que se ríe contando que su hermana la ha llamado para decirle que es “tendencia” en Twitter. Horas después del bronce todavía no había podido contestar a casi los 200 whatsapp.
“Es difícil conciliarlo todo, mantener todas tus facetas. Al final esto es un puzle y todo es importante. Para mi entrenador lo más importante será que yo entrene, para mi marido que esté con la familia y que entrene también porque no deja de ser mi trabajo; y para mí es todo importante y es importante conciliar, estar con mi hija”, confiesa Portela, ya con las pulsaciones bajo control después de pasar por el podio a recoger el bronce. “Lo que hace 20 años a lo mejor era lo correcto, ahora pues aunque sea diferente es lo correcto porque lo es para mí. Tengo que conciliar y para mí es muy importante estar con mi hija, tenerla cerca y que no sienta que estoy lejos. Tengo que trabajar, como cualquier otra persona, y el piragüismo es mi trabajo. Necesito mi equilibrio en todos los aspectos: en mi parte profesional, sentirme bien, a gusto y trabajar y ser ambiciosa; en mi parte familiar necesito estar con los míos, disfrutar. Ese equilibrio es lo que hace que esté fuerte y que esté bien”, prosigue
"Persistente y disciplinada"
Lo que ha hecho que se cuelgue un bronce mundial con 37 años. “Teresa es persistente y disciplinada; pero por encima de todo es una buena persona”, la define Daniel, su técnico desde 2009; año en el que Portela se casó y año en el que decidió dejar el equipo nacional con el que estaba concentrada permanentemente. “Se la jugó todo al K1”, añade el técnico que huye de los focos pero que es una fuente de anécdotas. Ayer, mientras Teresa lo buscaba para el dichoso chándal, él estaba pesando la piragua [obligatorio después de cada prueba]. “Me llamó el director técnico de la Federación para avisarme de que Teresa había sido bronce”.
“Una medalla que sabe mucho, porque con la edad saboreas más estas cosas”, dice Teri. “La he mordido la medalla, pero no sabe a nada”, contesta la pequeña Naira cuando se le pregunta por ese bronce. “Ella está orgullosa de mí, lo percibo y me hace feliz. Cuando conseguí la medalla en la Copa del Mundo en Duisburgo [plata a finales de mayo] me pidió dejársela porque quería llevarla al cole a enseñársela a sus compis”, desvela Portela.
No se siente un bicho raro por seguir compitiendo y sacando resultados en una distancia poco acorde, a priori, para su edad. “Sí que me lo tienen dicho todos, que con los años se pierde la velocidad, la explosividad. Serán estadísticas, será la verdad, yo lo que siento es que mis tiempos no fueron a menos, yo entreno y veo que mejoro, intento buscar cosas, cambiar técnica, ser mejor. Siento que tengo mucho por dar”, explica.
¿Cómo se hace para mantenerse en la elite durante 20 años? “No sabría decírtelo, nunca me lo propuse. Yo con 18 años cuando empecé no pensaba que fuera ir a los Juegos de Atenas, ni a los de Pekín, ni a los de Londres ni a los de Rio. No pensaba en eso, no pensaba: entreno porque en el año 2050 estaré ahí. Soy ambiciosa y necesito objetivos a corto plazo, ir a por ellos y tener siempre algo en mente por el que luchar. Desde Río no me planteaba Tokio porque es absurdo…”, responde. Pues ya tiene el pase para Tokio. Y la medalla olímpica es la única que le falta. Fue cuarta en Londres 2012 por dos centésimas, quinta en Atenas 2004 y Pekín 2008 y sexta en Río 2016.
España ya suma cinco medallas: Garrote, bronce; el K2-500, plata
Mientras Teresa Portela pasaba por la zona mixta, Carlos Garrote enfilaba la línea de salida en el K1-200. España es el único país que ha conseguido dos medallas en esa distancia. Bronce para Portela, y bronce también para Carlos Garrote. El zamorano de 28 años llegaba a Hungría para defender el título conseguido el año pasado en Portugal. Salió muy rápido, pero le adelantaron en los últimos metros el campeón olímpico en Río, Liam Heath y el serbio Strahinja Stefanovic.
“¡Íbamos a ganar, me cago en la leche! Por un pelo”, dijo nada más llegar a la zona mixta. Ese bronce, algo amargo para él, le ha valido la clasificación para los Juegos de Tokio. “Estoy bien, feliz, pero… quería el oro. Veía que me lo podía llevar, ha sido una regata bastante buena por mi parte, al principio salí bastante fuerte, me encontraba motivado, confiado, queríamos volver a estar en lo más alto del puede. No ha podido ser…”, comentó.
Poco después de que Garrote concluyera la final, fue el turno del K2-500 [prueba que no será olímpica en los Juegos de Tokio]. Pelayo Roza y Pedro Vázquez cosecharon la plata. “No me creo este momento, subir al podio aquí en Szeged y encima con mi compañero Pedro que llevamos remando juntos toda la vida, es un sueño hecho realidad”, explicó Pelayo. “Ser subcampeón del mundo en cualquier sitio es increíble pero serlo aquí, en la cuna del piragüismo como es Szeged, es insuperable”, añadió Pedro. A falta de un día (este domingo) para que acabe el Mundial, España está a una sola medalla de igualar las cinco cosechadas el año pasado en Portugal. Hoy es el turno del K2-1000 de Paco Cubelos e Iñigo Peña (12:00), del C1-200 de Benavides (12:37) del K2-200 de Oriyes-Abad (12:45) y del K4-500 de Craviotto-Arévalo-Cooper-Germade (13:21). Cubelos también competirá en el K1-5000 (16:25).
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