Un Gamper 2019 redondo
El Camp Nou se llena para disfrutar del Barça, que domina el juego a través de De Jong, se catapulta con Riqui Puig, ilusiona con Griezmann y define con Suárez, verdugo del Arsenal
Con el Camp Nou lleno hasta la bandera, el Barça evidenció en el Gamper que persigue el fútbol de toque y posición que le definió en épocas pasadas, apuesta por el toque y la presión adelantada, por un fútbol dominador y en campo ajeno. Objetivo que cumplió en la victoria frente a un Arsenal mucho más rodado, aunque tan raquítico en su propuesta como efectivo en el remate, pues a Aubameyang le bastó con un disparo (exquisito) para batir a Neto. Pero lo importante fue que la pelota echó a rodar y cualquier dolor de cabeza parece menor. Entre otras cosas porque se da en la directiva un desaguisado donde el presidente Bartomeu se desdobla para ocupar los cargos de los directivos disidentes como Jordi Mestre, poco conforme con una junta de opinión fácil; La Masia es un guirigay donde Kluivert, formado en el Ajax, pretende poner orden; y el técnico Valverde comienza el curso con la lupa encima, ratificado por la junta y discutido por la afición tras el fútbol del curso anterior por más que ganara LaLiga.
Muchos enredos que podrían desdibujarse con el liderazgo y la puntería de Messi —tan suelto como ambicioso con el micro—, también con la de un conjunto que se ha reforzado con jugadores necesarios y no complementarios; al fin un equipo hecho, quizá con la única aspiración de repatriar a Neymar si el PSG tiene a bien dialogar, hasta el momento esquivo porque antes perderá la paciencia que el dinero.
Turno para los nuevos
Participó Valverde de la fiesta del Gamper al colocar de inicio a los tres fichajes —sin contar al recién llegado Junior—; a Neto bajo los palos, a De Jong de mediocentro y a Griezmann de ariete. Poco se le pudo ver al portero, más allá de sus rezos antes del pitido inicial, aunque más participativo estuvo Griezmann, que en pocos días aclara que el fútbol azulgrana no es un sudokupara él sino que entiende los arrastres y los desmarques de apoyo y ruptura como pocos, siempre solidario y poco filigranero porque tanto le da jugar a uno o dos toques, capacitado como está. Pero le falta el gol, la alegría y el festejo que, según su amigo Mirotic, tiene preparado para la ocasión.
El que se llevó los vítores fue De Jong, futbolista hecho con el molde Masia. Siempre bien posicionado aunque menos atrevido que Busquets en la presión, el holandés dio un recital de juego fácil e incluso de anticipación, robos puntuales para devolverle la pelota al Barça como exigen los mandamientos. Y, con la pelota en los pies, puso el sentido común, pases diligentes y precisos que encontraron a Riqui Puig, titular porque Valverde quiere foguearle aunque sabe que a cada ocasión que juegue se dispararán las peticiones populares de que suba al primer equipo. Pero ni el club ni el técnico tienen prisa porque a fuego lento se cocina mejor. Versión que discuten los pies de Riqui, mágico en acciones esporádicas como ese quiebro que sentó a Xhaka o ese chut que Leno paró en dos tiempos.
Lo probó también Jordi Alba desde fuera del área, lateral profundo y lacerante que al fin encontró a su sosias en la derecha porque Semedo mejora a cada curso que pasa y, ante el Arsenal, valió por dos porque Dembélé pareció estar todavía de vacaciones, al punto de que por poco no se hace un nudo con las piernas de tanto quiebro estéril.
Poco o nada le preocupó el dominio rival al Arsenal, que le bastó con un control orientado y un chut fabuloso de Aubameyang para batir a Neto y, de paso, recordar con hechos y no con palabras que en Europa cada despiste cuenta. Un golpe doloroso para el Barça, único en querer y repartirse la pelota pero con la mitad de guindilla que el Arsenal. Problema, en cualquier caso, menor porque lo subsanaron los recambios, en los que apareció por fin Suárez tras regresar de la Copa América y se legalizóa Sergi Roberto de medio. Precisamente, una mezcla entre ambos acabó en el gol definitivo, ya sobre la bocina para desespero de Emery, que ya se había atragantado con el tanto del empate, toda vez que Maitland-Niles, en un error grotesco, cedió el cuero hacia atrás cuando Leno salía a buscarlo para hacerse un autogol tan cómico como sonrojante.
Alegría para el Barça, que al fin tuvo un Gamper redondo.
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