Cristian Toro se baja del K4-500 de Craviotto por “falta de motivación”
El campeón olímpico, señalado desde las pruebas selectivas, se toma una pausa porque está “agotado mentalmente”
A un mes del Mundial de Szeged (Hungría) donde el K4-500 liderado por Saúl Craviotto busca el pase olímpico para Tokio 2020, Cristian Toro ha decidido bajarse de la embarcación. "Es la mejor decisión para mí y para mis compañeros. Necesito tomarme un respiro, estaba agotado mentalmente, sin motivaciones. Subirme a la piragua se había convertido en un suplicio", se sincera.
Toro, que fue campeón olímpico en Río 2016 junto a Craviotto en el K2-200, estaba señalado desde las pruebas selectivas de abril, los test que organiza la Federación para elegir a los palistas que compiten en las Copas del Mundo y en el Mundial dado el altísimo nivel del piragüismo español. En este caso, también en los Juegos Europeos que se disputaron en Minsk a finales de junio. En ese examen, Toro se dejó ir de tal manera que ni siquiera accedió a la final. Se mantuvo en el K4-500 de Craviotto-Cooper-Germade porque ese barco (con Toro) en una final-desempate organizado por la Federación fue más rápido que con Arévalo, que se había ganado la plaza en el selectivo.
En la Copa del Mundo de Duisburgo, en junio, el K4-500 entró a la final con el mejor tiempo pero terminó quinto. En los Juegos Europeos de Minsk, terminó último a más de siete segundos. Empezaron las dudas y los reproches. En la Federación ese último puesto empezó a ser considerado como insostenible y más con un Mundial a las puertas (el K4 fue plata el año pasado). De hecho, había pensado hacer un control -así lo llaman- a finales de julio para determinar quiénes tenían que competir en el Mundial.
Finalmente, será Carlos Arévalo el que sustituya a Toro en Hungría (del 21 al 25 de agosto). Arévalo se entrena habitualmente con el grupo de Craviotto dirigido por Miguel García.
"Yo necesitaba tomarme un respiro para poder ir a por todas la temporada que viene. No podía seguir con esta dinámica. Ni la motivación de ganar otra medalla era suficiente. Estaba afectado, agotado por estar fuera de casa", cuenta Toro a sus 27 años. Le pesaba, asegura, estar lejos de su familia (fue padre en noviembre). En invierno el K4 se entrena en Sevilla, el resto del año en Trasona (Asturias) salvo alguna concentración en Madrid. "Llevo desde los 13 años fuera de casa, no he disfrutado de mi familia. He antepuesto siempre el piragüismo a todo y ahora quiero anteponer mi familia. Si no estoy bien no rindo", cuenta desde Madrid, adonde llegó hace unos días.
"No rendía, me creaba un estrés mental... cada vez que me subía a la piragua me decía: 'esto no me está compensando'. Estaba intentando motivarme para el Mundial, pero ni en eso encontraba motivaciones. Me duele decirlo, pero quería que acabara para poder estar con mi familia", se sincera. Dice Toro que ahora está bien, sereno, tranquilo, que se siente seguro, convencido de haber tomado la mejor decisión para todos.
"Estaba agobiado y se lo estaba transmitiendo a mis compañeros. Deportivamente estaba bien, pero mentalmente estaba cansado. No estaba disfrutando, estaba sufriendo y aguantando. Ahora que he tomado la decisión pienso: 'tendría que haberlo hecho antes", asegura. La decisión implica haber vuelto a Madrid con los suyos y empezar a entrenar en la Blume en cuanto la cabeza se haya tomado un respiro. "Para volver más fuerte el año que viene, el de los Juegos. No quiero retirarme porque soy joven y no quería que esto me pasara factura", añade.
El pase para los Juegos de Tokio lo buscará el K4 liderado por Craviotto en Szeged, y lo hará con la incorporación de Arévalo, muy motivado y con muchas ganas ante este reto. "Vamos poco a poco, pero a tope", explica Miguel García, el técnico que mejor conoce a Toro y que lo dirigió en Río 2016 y del que siempre ha destacado su competitividad y su manera de sacar lo mejor de Craviotto retándolo a diario en el último ciclo olímpico. "Toro llevaba meses arrastrando esta situación que le impedía rendir. Llevaba mucha tensión encima. Se libraba de ellas dos días y luego volvía. Y así era imposible rendir. Ha sido muy valiente tomando esta decisión", concluye.
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