De Ligt, el defensa que no sabía correr
El Ajax puso a un campeón europeo de atletismo para enseñar a correr al central, próximo jugador de la Juventus
Hubo una frase de Johan Cruyff que caló hondo en el Ajax y que desató el Plan Cruyff, la estrategia formativa que aplicó el club ajacied de 2012 a 2017. “En el golf hay un maestro del putt, otro del swing, otro mental… ¿Por qué el entrenador de fútbol debe encargarse de todo?”, se cuestionó en voz alta. Por lo que por De Toekomst, la ciudad deportiva del Ajax, pasaron diferentes referencias deportivas para tratar de mejorar las prestaciones de los futbolistas. Como Guillaume Elmont, campeón mundial de yudo en 2005, para resaltar la agilidad y la fuerza; o Christian Tamminga, sexto en el Mundial de 2001 en salto con pértiga, para mejorar la capacidad de salto y estabilidad. Pero hubo uno que se centró sobre todo en Matthijs de Ligt (Leiderdorp, Holanda; 19 años), próximo central de la Juventus tras superar las pruebas médicas y tras fracasar el intento del Barça por hacerse con sus servicios, reacio el jugador a cobrar menos que en Italia y con la exigencia de la titularidad. Así, la Juve paga 70 millones por el jugador más otros cinco en variables, al tiempo que De Ligt pasa a cobrar 7,5 millones por cursos -solo por detrás de Ronaldo en el equipo- y desde 2021 tendrá una cláusula de rescisión de 150 millones.
Resulta que a De Ligt le detectaron pronto un problema de difícil solución. “Era muy alto y muy fuerte, pero tenía dificultades en los movimientos y en la agilidad. Básicamente, corría como un elefante cuando necesitábamos que fuera un tigre”, explica Ruben Jongkind, excoordinador de la cantera del Ajax que dirigió el Plan Cruyff junto al exinternacional Wim Jonk. Así que durante tres años, Bram Som, campeón europeo de 800 metros en 2006, le tuteló dos veces por semana para explicarle los métodos de carrera, los apoyos y lo que hiciera falta para darle lo poco que le faltaba. “Tenía físico, fútbol e inteligencia”, recuerda Jongkind; “pero su caso originó un buen revuelvo en el club que sirvió para asentar la filosofía de Johan”. Más que nada porque Jonk –ahorra técnico del Volendam- decidió, como hacían con muchos jugadores, que De Ligt debía jugar en el centro del campo para ganar ritmo y habituarse a las situaciones complejas del centro del campo. “Además”, interviene Jongkind; “la defensa del Ajax siempre juega adelantada, casi en el centro del campo”. Decisión, sin embargo, que no compartían los entrenadores de las categorías inferiores como tampoco el cuerpo técnico del Sub-17, donde De Ligt jugaba con 15 años para favorecer su evolución. “¡Vamos a perder los partidos!”, protestaban, preocupados por su puesto. “Pero vamos a ganar jugadores para el primer equipo”, respondían. Y, por un año, De Ligt fue mediocentro.
Pulido con el tiempo también por el propio Jonk, que le hacía entrenamiento específico de posición con otros tres jugadores dos veces a la semana, De Ligt sorprendió por su madurez y persistencia. “No era un talento como Messi, pero no dejó de trabajar y trabajar”, le reconoce Jongkind; “y siempre se ayudó de su inteligencia. Es capaz de focalizarse en algo durante mucho tiempo y es por eso que no comete muchos errores”. Aunque también tenía ayuda externa porque entendió que debía tener un equipo de trabajo a su alrededor como, por ejemplo, los tenistas. Así que se juntó con Barry Hulshoff –ganó las Copas de Europa del 71, 72 y 73-, que por entonces estaba en el consejo del Ajax, y desde entonces ha sido su mentor y han trabajado al menos una vez al mes para repasar conceptos técnico-tácticos. Nada extraño si se repara en que De Ligt no para de trabajar, pues tiene pesas en la puerta de casa, una portería en el jardín y un parque con muchas escaleras que de vez en cuando sube y baja sin parar. Por eso a sus padres no les sorprendió la respuesta que les dio el niño cuando le invitaron a sacarse el carnet de conducir. “No se ajusta a mi horario. Así no podré ser un gran defensa”, replicó.
Aunque no siempre tuvo la pelota de fútbol en la cabeza porque de bien niño, De Ligt escogió el tenis porque sus padres, Vivian y Frank, también lo practicaban. Hasta que un día acompañó a un entrenamiento a un amigo y se enamoró del balón y, con el tiempo, del Ajax. Tanto que un día, Hulshoff le regaló un libro de la historia dorada del Ajax, (1966-1974) y no le hizo ni caso. “Ya me lo sé todo”, respondió ante su asombro. Y era la verdad. Ahora llega a la Juve dispuesto a ganarse su sitio como siempre hizo. Con trabajo y siendo antes un tigre que un elefante.
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