España deja atrás sus miedos
El conjunto de Vilda trabaja con un psicólogo en sesiones colectivas para superar la presión y las expectativas, y hacer frente a situaciones límite en los partidos
Nubes negras, mochila, losa, presión... son las palabras que el sábado por la tarde utilizaron las jugadoras de la selección y Jorge Vilda después del triunfo contra Sudáfrica, el primero de España en un Mundial. La remontada (3-1) costó muchísimo, pero ha colocado a La Roja como líder provisional del grupo B. El seleccionador está convencido de que, superado ese primer escollo, España se ha liberado y empezará a crecer y a jugar más cómoda.
El que disputó la selección contra Sudáfrica fue tan sólo su cuarto partido en un Mundial. De Canadá 2015 se fue sin conocer la victoria. En esa cita había cuatro medios de comunicación españoles cubriendo la información de la selección. En la Eurocopa de Holanda de 2017 viajaron seis. En Francia hay 22. El crecimiento ha sido proporcional al del fútbol femenino en España y en la selección, que ha empezado a cosechar éxitos en todas las categorías inferiores. Que eso se traduzca en un triunfo de la absoluta no es nada automático. Es más, España está bastante por debajo de las favoritas para hacerse con el título en Francia. Una fase inmaculada de clasificación no lleva necesariamente a estar entre las candidatas.
“Esa losa de tener que ganar el primer partido en un Mundial te hace mella y no nos ha dejado ser nosotros mismos. Nos hemos quitado una mochila de presión importante, por todas las expectativas y el revuelo que hay montado en España que es nuevo para nosotros y es lo que nos ha afectado”, reflexionaba Vilda el sábado después del partido. La Roja quedó noqueada después del gol de Sudáfrica. Perdió lucidez, confianza en sí misma, empezó a perder duelos, a fallar pases sencillos. “Por eso hablaba de nubes negras. Porque cuando nos metieron ese gol empezaron a venirnos a la cabeza miedos y situaciones vividas en el pasado”, explicó ayer Marta Corredera, justo antes de desplazarse a Valenciennes para el segundo partido (el miércoles contra Alemania). Se refería la lateral del Levante a los fantasmas de Canadá 2015, donde España cayó en la fase de grupos.
Se refería también a los fantasmas de la falta de gol. Sólo dos marcó España en la pasada Eurocopa, ambos en el primer partido de los tres de la fase de grupos. También allí cayó eliminada en primera ronda. Esa falta de gol es lo que han intentado corregir las jugadoras, buscando más verticalidad para crear más ocasiones. No se vio el sábado hasta el empate. De ahí el peso de la mochila. Para trabajar (también) esos miedos, la selección ha fichado y viajado con psicólogo, el exportero Javier López Vallejo. “Hemos hecho dinámicas grupales con Javi en las que hemos ido exponiendo nuestros miedos y cómo afrontarlos. Ha funcionado porque en la segunda parte se vio la reacción. Lo que le faltaba al equipo era creérselo, nos dimos cuenta de que si somos nosotras, las cosas salen”, analiza Corredera.
"El gol de Kgatlana, un jarro de agua fría, nos hizo dudar”, corrobora Alexia Putellas que dice que la presión se debe a un cúmulo de cosas. “Era el primer partido contra un equipo con el que a priori tienes que ganar y más siendo el primer encuentro. Si el rival hubiera sido uno de los favoritos al título, no estaríamos hablando de esa presión... Somos profesionales y tenemos que lidiar con eso”, añade antes de detallar en qué consisten las sesiones grupales con el psicólogo.
“Nos pone en lo positivo pero también en lo negativo. Nos hace ver que tienes que aceptar cosas que no están previstas en el guión, como el gol de ellas, por ejemplo. Te hace ponerte en una situación límite en la que te marcan cuatro goles en los primeros 15 minutos... eso no implica que dejes de luchar, competir y que des la espalda al partido”, explica la futbolista del Barça. Consiguió hacerlo España con los penaltis de Jenni pero también con tres jóvenes que no estuvieron en Canadá y que entraron, sin que les pesara la presión, en la segunda parte: Lucía García, Nahikari García y Aitana Bonmatí.
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