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Gigante Parejo

Soberbio manejo del partido del capitán del Valencia, protagonista con balón y sin él durante la hora larga que jugó. Su lesión propició la crecida del Barça

Rafael Pineda
Dani Parejo, durante la final de la Copa.
Dani Parejo, durante la final de la Copa.Alejandro Ruesga

No le faltó a la final de la Copa una actuación inesperada, la de David Bisbal. El cantante sudaba para entonar su Ave María mientras los jugadores del Valencia se instalaban en el vestuario del Benito Villamarín, a donde llegaron una hora y media antes del partido. Al frente de la expedición se presentó el capitán Parejo con el rostro contraído por las cavilaciones. El Valencia regresaba a una final de Copa 11 años después y el mediocampista, auténtica alma de este equipo, se disponía a cumplir con su papel rutinario: el de puntual ejecutor de las maniobras más complicadas de su equipo. Las acciones sutiles que determinan los tiempos del ataque y de la defensa.Si la aparición de Bisbal fue sorprendente, el recital de Parejo resultó previsible. En juego estaba su primer título.

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Grande fue su soberbia conducción a los cinco minutos del inicio. Una acción que evitó la presión adelantada del Barcelona, intensa en los primeros lances. El movimiento supuso una liberación para sus compañeros, que ya se vieron capaces de tener algo el balón ante el acoso de los pupilos de Valverde. Parejo es tan valioso por lo que hace con la pelota como sin ella. Es simple. Se trata de la prolongación de Marcelino en el césped. No faltó una orden, un movimiento de brazos, gestos que edificaron el enorme partido de sus compañeros, conscientes de que el líder lo mismo le ganaba un balón a Messi que combinaba con pasmosa facilidad con Rodrigo, Soler o Gameiro.

Parejo escondió la pelota con dos gambetas de maestro ante Busquets antes de atraer la presión del Barça y filtrar el pase que reventó al rival. Liberado por la entrega del mediocampista, Soler corrió por la banda lejos del alcance de Alba antes de asistir a Rodrigo para el 0-2. Todos los jugadores del Valencia festejaron enloquecidos el gol. Todos menos uno. Parejo se quedó en el centro del campo y le envió un mensaje de tranquilidad a Jaume, que había salido corriendo de su portería. El gesto demostraba la inteligencia, la madurez, de un futbolista sin el que el Valencia no hubiera logrado los éxitos de esta temporada. Su implicación defensiva llegó a provocar dos sonoras ovaciones por parte de la afición valencianista. La primera, cuando le escondió el balón a Sergi Roberto, que desesperado le hizo falta. La segunda, a los 36 minutos, cuando le volvió a robar el balón a Messi.

Ovación final

La figura de Parejo emergió hasta dominar por completo el centro del campo, quizás uno de los problemas que tuvo el Barcelona, el equipo que estuvo tras sus pasos para precisamente ejercer el mando de una zona donde los principales actores de Valverde se vieron superados por el empuje y el liderazgo del capitán. Era el partido número 56 para Parejo en una temporada inolvidable. Ha jugado LaLiga, la Champions, la Liga Europa y la Copa, hasta el punto de ser llamado por la selección española como uno de los jugadores destinados a marcar un nuevo rumbo en el combinado nacional. En los peores momentos de una temporada que comenzó algo convulsa, Parejo demostró alma de líder y pidió tranquilidad, hasta el punto de fomentar una relación muy especial con Marcelino, entrenador al que defendió siempre.

Parejo repartió gestos de ánimo, justo cuando el Barcelona apretó de lo lindo al inicio de la segunda mitad. También avisando a Jaume para que ralentizara los saques de puerta. Se lesionó el gemelo izquierdo al hacer un mal apoyo cuando lanzó una falta, en el minuto 62. La grada coreó su nombre mientras recorría la banda del Villamarín, roto, en busca del vestuario. Fue una especie de vuelta triunfal del capitán, que ya había hecho su trabajo. Parejo, roto y emocionado, se fue al banquillo con la satisfacción del deber cumplido pero lanzando miradas preocupadas al campo de juego. Allí el Barça aprovechó su ausencia en la medida en que el Valencia perdió el timón.

"A este año no se le puede pedir más", dijo, llorando, ante el micrófono de TVE1, antes de subir al palco para recibir el trofeo de manos del Rey y blandirlo dando voces en dirección a sus colegas. "He pasado por momentos muy difíciles desde que llegué a este club hace ocho años. ¡Pero el Valencia y su afición se merecen vivir más momentos como éste!".

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