Messi y punto final
El Barcelona conquista su 26ª Liga, la octava de las últimas 11, con un tanto del argentino al Levante, y afronta ahora el gran reto de volver a reinar en Europa
La Liga de Messi no podía acabar sin Messi ni sin un gol de Messi. Uno solo para que fuera más celebrado por el Camp Nou. El marcador se mostró insensible al fútbol exquisito del Barça hasta que salió el 10. Nunca se había visto una versión tan dulce de Coutinho. Y, sin embargo, el tanto no llegó hasta que compareció el argentino y puso el 1-0. El gol excitó tanto a la hinchada y al equipo barcelonistas que el Levante no empató de casualidad, seguramente porque estaba Messi, un escudo frente al palo y a los tiros de Borja Mayoral, Morales y Bardhi. Los goles de Messi, 34 en 35 jornadas, han cosido la Liga para el Barcelona.
La regularidad del 10 resultó contagiosa para el Barça. Ambos han sido los mejores individual y colectivamente al mando del sereno Valverde durante la Liga, el torneo que mide la salud de un equipo, nada que ver con la Champions, que exige un punto de locura además de cordura, como afirma Zidane. No se recupera el Madrid en la Liga y, una vez abatido en Europa, va el Barça en busca del Santo Grial, un reto tan difícil como posible si está Messi y, además, le sonríe la suerte como ante el Levante, un día en que el final de la Liga pareció curiosamente la vuelta a la Champions.
No es lo mismo ganar que celebrar la Liga o, si se quiere, es preferible ir de salida a por el partido aún sin Messi para después festejar el título con Messi, como procedió el Barça frente al Levante. La actitud azulgrana ha sido en cualquier caso ejemplar desde que comenzó el campeonato contra el Alavés. Nadie ha resistido el ritmo del equipo de Valverde. Atrás quedó el Madrid de Lopetegui y después el de Solari. Tampoco aguantó el Atlético de Simeone y Griezmann, el futbolista que convirtió en una película su decisión de permanecer en el Wanda y rechazar al Barcelona.
Hace ya tiempo que el Barça dejó de esperar para ser el protagonista de la Liga. Ha ganado ocho de las últimas 11, 10 de las 15 jugadas por Messi y 16 de las 26 conquistadas desde la serie iniciada por Johan Cruyff en la temporada 1990-1991. Ya pasó el tiempo en que se festejaba un título cada 14 años (1960-1974) o cada 11 (1974-1985). La distancia con el Madrid se ha reducido (26-33) sensiblemente a pesar de que Cruyff murió hace tres años, Guardiola dejó el club hace siete, Neymar se largó hace dos al PSG y se han despedido progresivamente ídolos como Puyol, Xavi e Iniesta.
La intervención de Tito
La Liga parece hasta fácil con Messi, punto y final del equipo ahora que el fútbol se inspira en el Dream Team. No como antes, cuando el Barcelona empezaba y acababa con la figura del momento, por ejemplo Maradona, o el entrenador de moda, que bien podría ser Lattek, años en que no había el solfeo de la Massia. El solista solo improvisa a partir de la partitura de Cruyff y sus seguidores como Guardiola o Tito.
Tito Vilanova convenció precisamente a Messi para que se quedara una semana antes de que el técnico falleciera por un cáncer en una de las jornadas más dramáticas vividas en el Barça. Hoy, cinco años después, el rosarino marca las diferencias, decisivo también la temporada en la que ya no estaba Cristiano Ronaldo, se estrenaba el calendario asimétrico y se inauguraba el VAR. Messi administra ahora sus piernas en la Liga porque tiene la Champions en la cabeza desde la dolorosa caída de Roma. Aguarda el Liverpool y el rosarino descansó 45 minutos ante el Levante.
Ausente Messi, la figura del partido fue Coutinho, seguramente porque quiere jugar contra su exequipo, el miércoles en el Camp Nou y el martes 7 en Anfield. El brasileño remató hasta cinco veces al arco de Aitor Fernández, figura del plantel de Paco López. Jugaba bien el Barça, de manera fluida, incluso artística, esmerado con la pelota, más llegador y también menos efectivo que nunca en el Camp Nou. Había licencia para arriesgar sin Messi, no había necesidad de pasar por la taquilla del argentino y las oportunidades se sucedían ante la mirada del 10.
Nadie tiene sin embargo la finura de Messi, que compareció justo después del descanso para sustituir a Coutinho, un cambio que puede dar a entender que el brasileño se mantendrá como titular contra el Liverpool. Paco López respondió con la misma valentía y puso en escena a su comandante Morales. Aguantaba como podía el Levante, sometido y afortunado, consciente tal vez de que resistir es vencer en tiempos en que en juego está el descenso cuando quedan tres jornadas de La Liga. No contaba con Messi.
El combativo Arturo Vidal, único en la disputa del cuero, excelente en las segundas jugadas, dio continuidad con la cabeza a una acción de Dembélé y la pelota quedó a merced de Messi. El 10 se acomodó, quebró y cruzó junto al palo de Aitor. Un gol ya muy visto y celebrado y habitualmente decisivo, también en una noche loca como la de ayer, después del arrebato final del Levante. El equipo granota enfiló el área barcelonista y disparó de forma selectiva y exigente para Ter Stegen. La pelota, sin embargo, no quiso besar la red del Barça. Incluso se interpuso el poste a un chut de Bardhi.
El partido exigía acabar con el gol del insaciable Messi para honrar el lema de la celebración, la primera vivida en el estadio desde la segunda Liga con Guardiola en 2009-2010: “Lo extraordinario es que parezca normal”. Va por Messi y por el Barça, por los 23 partidos sin perder, por haber perdido solo tres partidos en las dos ligas de Valverde, por las ocho ligas ganadas sobre 11. Único históricamente en percibir y hasta incubar la derrota, el Barça ha aprendido también con el tiempo a relatar y a disfrutar con la victoria en la Liga. Nunca encontrará un mejor cronista que Messi.
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