Abrazo de Nadal en el adiós de Ferrer
El número dos del mundo apea a su amigo de Xàbia en su último partido en Barcelona
Ocurrió lo inevitable. Rafael Nadal derrotó a David Ferrer en el partido de la despedida del jugador de Xàbia, en los octavos de final del Open Banc Sabadell-Trofeo Godó (6-3, 6-3). Fue la despedida soñada por el valenciano. Ferrer había llegado a Barcelona con el deseo explícito de jugar a un buen nivel para no romper la imagen de luchador y de gran tenista que había plasmado en sus 15 participaciones en este torneo. Y no falló. Superó en la primera ronda a Mischa Zverev y en la segunda se impuso a Lucas Pouille (15º cabeza de serie) para cumplir su objetivo de enfrentarse a Rafa Nadal en la tercera ronda.
“Ya sé a quién me enfrento. Rafa es ya una leyenda de este deporte, con sus 17 títulos del Grand Slam. Pero saldré a jugar y a darlo todo en la pista. Y espero poder plantarle cara”. Esta fue su declaración de intenciones antes de saltar a la central que lleva el nombre de su rival. Atrás quedaba la extensa lista de enfrentamientos previos que acreditaban la superioridad del mallorquín: 25 victorias y solo seis derrotas. Entre estos triunfos, algunos realmente dolorosos para Ferrer como la final de Roland Garros de 2013, la única del Grand Slam que alcanzó en su carrera, y las cuatro finales del Godó en las que su amigo le impidió acabar levantando el trofeo (2008, 2009, 2011 y 2012).
El día del adiós fue desangelado, con lluvia, viento y frío. No era el mejor escenario. Pero a ninguno de los dos les importó. Ambos tenían motivos para no pensar en nada más que en el duelo que les había concedido el cuadro. Nadal buscaba desesperadamente encontrar su ritmo de juego y las buenas sensaciones perdidas por culpa de las lesiones sufridas en los últimos 18 meses. Su debut en Barcelona había rozado el esperpento con respecto al juego, y el manacorí había debido recurrir a su fuerza mental y a su actitud para derrotar a un Mayer al que había vencido ya en cinco ocasiones. Ferrer pugnaba para salir de la central con la cabeza bien alta, para certificar una despedida digna frente al mejor jugador de la historia en tierra batida.
Ambos lograron sus objetivos. Nadal ganó, buscando bien los momentos para lanzar sus ataques mortales y encajando sin pestañear los golpes puntuales que le iba endosando el valenciano. Así transcurrió la primera manga. Ambos tenistas mantuvieron su servicio, hasta que en el sexto juego Nadal lograba el primer break del partido y se colocaba con 4-2. La manga concluyó con 6-3, tras un parón de más de media hora con 5-3 por culpa de la lluvia. Y en la segunda, nuevamente un Ferrer combativo, dispuesto para la batalla, y un Nadal que daba muestras de recuperación, cada vez más metido en el partido, en el torneo y en su búsqueda de la 12ª victoria en Barcelona.
Un break inicial le dio ventaja a Nadal y dejó a Ferrer a remolque. Pero nunca hubo rendición. Son dos amigos, que se aprecian, se respetan y son conscientes de las capacidades de cada uno. La manga se igualó de nuevo con la pérdida del saque de Nadal en el cuarto juego. Pero luego, Nadal ya iba lanzado, rompió de nuevo a David y colocó rápidamente el marcador en 5-3. La lluvia volvía a amenazar, pero tenían ganas de acabar el duelo. Y el número dos mundial no quería desgastarse más, consciente de lo que le espera todavía si quiere ganar el torneo. Y en el cuarto match ball, David estrelló su drive en la red y así marcó su adiós al Godó.
Rafa le abrazó en la red y le aplaudió con ganas. Y Ferrer recibió el abrazo de su familia, su esposa y su hijo, y recibió el merecido homenaje de toda la central del Godó. “Perder ante Rafa es un orgullo”, indicó. “Estoy feliz. He dado todo lo que tenía. Me ha costado concentrarme, pero he jugado a un buen nivel y he acabado en la central y contra Rafa. No puedo pedir más”. Nadal quiso también reconocer la carrera de su colega. “Dejarlo es su decisión. Tenísticamente podría seguir, pero las lesiones le han perjudicado. Tras los muchos años que lleva peleando y dándonos alegrías a todos, merece este adiós”, señaló Nadal. “Al final, era yo el que tenía que dar una mejora importante. Hoy lo he hecho. Era un partido importante para mí, al margen de lo que suponía enfrentarme a David. Me voy mucho más feliz”, añadió. Pilar, la madre de Ferrer, apuntilló el adiós: “Nos hace muy felices ver cómo le quiere todo el mundo”.
El próximo rival, en cuartos de final, será el alemán Struff o la revelación griega Stefanos Tsitsipas, finalista el año pasado y quinto cabeza de serie esta vez.
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