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Lenglet y Alba también ganan LaLiga

Los defensas del Barça resuelven ante una desinhibida Real y acercan al título a un equipo azulgrana más eficaz que brillante

Ramon Besa
Jordi Alba conecta el disparo que supuso el 2-1.
Jordi Alba conecta el disparo que supuso el 2-1.Joan Monfort (AP)

La luz de Messi es tan cegadora que a menudo no se repara en la importancia de muchos jugadores que iluminan al Barça. No hay partido en que no se dé la parada en el momento oportuno de Ter Stegen, el gol o desmarque decisivo de Luis Suárez o el escorzo de Piqué. Acciones que ayudan a ganar los encuentros sencillos y también los complicados con más o menos participación del 10. Ningún azulgrana merece sin embargo más consideración por su juego sin tacha, eficaz y al servicio del equipo que Lenglet. Tampoco hay un jugador más fiable y solidario que Jordi Alba. Ambos certificaron el sufrido triunfo del Barça, que acabó tapado en su área ante la estupenda afrenta de la despreocupada Real. No fue un problema de desidia sino de ansiedad de los titulares de Valverde.

Apretado por el Atlético, el Barça ha decidido ir a por Laliga tras el paseo que se dieron los suplentes en Huesca. Todavía quedan diez días para recibir al Liverpool y que se sepa no hay fecha anunciada todavía para ninguna celebración en La Rambla. Así que se trataba de ganar a la Real y de viajar el martes a por la victoria en Vitoria. Mucho mejor jugar para ganar que aguardar a que el título caiga por la derrota del Atlético. Y el deseo se expresa a partir de la alineación del sensato Valverde.

El técnico se maneja tan bien últimamente con las rotaciones que ha remitido el debate sobre la alineación. No se pusieron reparos al descanso de Busquets, menos a que jugara Arturo Vidal y se aplaudió que Dembélé fuera titular en vez de Coutinho. Al francés le conviene jugar y coger el punto de forma si quiere ser protagonista en la Champions. A nadie le extrañó por tanto que Dembélé se arrancara con una carrera de 60 metros después de que sacaran de centro Messi y Suárez. No parecía un mal plan y, sin embargo, llegado el minuto 45 el marcador era de 0-0.

Jugó el Barça de salida con intensidad, excelente en la presión alta, solo preocupado por guardar la espalda de sus laterales, los dos exigidos por la profundidad de Juanmi y Oyarzabal. Aunque procuró tapar a los centrales para dificultar la salida de balón del Barça, la Real reculó un poco para tomar posiciones, enfriar el juego y reducir la agresividad del ataque azulgrana, tan intimidador como impreciso, destemplado por la noche desagradable: el viento movía la pelota y el frío creciente agarrotaba a los aficionados reunidos en el Camp Nou.

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No rompía el partido por ningún costado y la Real se puso a tocar y el Barça a contragolpear sin más noticia en media hora que un tiro libre muy plástico de Messi. No estaban finos los azulgrana, no sincronizaban los medios con delanteros y no asomaban los laterales, menos Alba que Semedo, demasiados desajustes para incomodar a la Real. El partido se puso tan bien para el plantel donostiarra que dispuso de una gran ocasión para marcar. Willian José remató fuera un rechazo de Ter Stegen después de un tiro de Juanmi. Las largas posesiones blanquiazules desquiciaron al Barcelona.

Más cerrado que abierto, no aparecía Dembéle mientras Messi no acababa una jugada ante Rulli. A los azulgrana les podía la prisa, demasiado impacientes, muy acelerados, reiterativos en la pérdida de la pelota, hasta que al filo del descanso se pararon en un córner botado por Dembélé. Al centro acudió Lenglet, preciso en su cabezazo: 1-0. La efectividad barcelonista es descorazonadora para muchos rivales, no para la pulcra Real.

No se entregaron los muchachos de Alguacil y persistieron en su jugada ensayada: picar la espalda de los defensas del Barça. Juanpi se filtró por detrás de Piqué y cruzó el pase interior de Merino ante Ter Stegen. La respuesta azulgrana, sin embargo, fue inmediata: Alba y Messi se intercambiaron los papeles y el lateral cruzó con la derecha una asistencia del 10. El tanto calmó el nerviosismo de una hinchada que le pasó factura a los malos modales de Coutinho. La rechifla fue notoria cuando apareció el brasileño por Dembéle.

Los cambios no alteraron el paisaje del partido, muy equilibrado, porque al Barça le cuesta defender y descansar con la pelota y la Real no se cansaba de porfiar por el resultado pese a que no tenga nada que decir en la clasificación de LaLiga. El sufrimiento azulgrana le dio la razón al fin y al cabo a Valverde. No hay que esperar sino que conviene ir a por el título, a seis puntos a falta de cinco jornadas, con jugadores como Lenglet y Alba, decisivos ante un fatigado Messi.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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