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EL JUEGO INFINITO
Columna
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El avión de Alba y el helicóptero de Marcelo

El barcelonista siempre está a punto de despegar; el madridista desequilibra como un delantero. Ambos son buenísimos y antagónicos

Marcelo, durante la sesión de entrenamiento de este viernes.
Marcelo, durante la sesión de entrenamiento de este viernes.ANDREW BOYERS (REUTERS)
Jorge Valdano

Hombres que juegan. Creo más en la energía emocional y en las conexiones instintivas que en la obsesión táctica. El sistema sirve de referencia cuando se pierde la pelota. Cuando se recupera, hay que desordenar al rival y para eso hace falta talento para el engaño. Individual y colectivo. Jordi Alba recorre la banda con optimismo. Sabe que su esfuerzo será recompensado por un pase perfecto de Messi. Una vez definí a Jordi como una avioneta a punto de despegar. Marcelo, en cambio, es un helicóptero. Jugador que da vueltas sobre sí mismo, que frena y arranca para volver a frenar, que se toma su tiempo para todo y termina desequilibrando como un delantero. Así lo demostró frente al Kashima. Los dos son buenísimos y antagónicos. Por evidencias así, cuando le hablen de un 4–3–3, pregunte con qué jugadores. Solo ellos le dan sentido al juego. Multiplique por 11 las diferencias entre Jordi Alba y Marcelo, y los dibujos tácticos se convertirán en garabatos.

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¿Pueden los mejores ser el problema? El Madrid está en crisis y nadie encuentra las razones. Como siempre se le mide en función de los resultados, no hay una unidad de medida para analizar el juego. De esa confusión surgen conclusiones disparatadas. Por ejemplo, la siguiente: el nombre de la solución es el mismo nombre que el del problema: Isco. El equipo pretende salir de la crisis con tanta corrección que resulta aburrido. Y cuando alguien asume el riesgo de hacer cosas diferentes que le agreguen amenaza a las jugadas, paga las consecuencias. Si a Isco no le sale un regate o un pase de riesgo, recibe la reprobación de la afición y de los medios. Pero los futbolistas técnicos e imaginativos son los únicos capaces de romper el juego rutinario que puede convertir un gran equipo en un equipo cualquiera. Solo necesitan que no los crucifiquen por ser valientes.

Se es crack todos los días. Y ahora hablemos de la responsabilidad de Isco, porque los que critican son dueños de las opiniones, pero él es dueño de los hechos y no está llenando las expectativas. Un amigo, que es un buen observador, fue a ver Messi por primera vez en directo y me llamó entre preocupado y sorprendido: “¡No corre!”, me dijo. En efecto, solo se encarga de ganar los partidos. Cumple con la parte del contrato que compromete a un genio: ser el mejor, ser determinante. Nadie le pide a Isco una eficacia igual de deslumbrante, de modo que tendrá que correr como meritorio y jugar como el crack que es. Para recoger confianza técnica y física, autoridad ante los compañeros y seguridad posicional, están los entrenamientos, el momento profesional más relevante del día para un futbolista. El que aprovecha ese tiempo, progresa; el que no…

El Madrid contra el dueño de la pelota. El hoy Mundial de Clubes viene de muchas modificaciones y tendrá más en el futuro, como todo lo susceptible de producir dinero. Lo juegan los campeones de todas las Confederaciones y el local, que es como el dueño de la pelota cuando éramos pequeños (gordito, malo, titular indiscutible). Solo que en este caso, además de la pelota, pone el país, el estadio y el dinero. Acostumbrados a la mirada corta, este campeonato tiene el interés de hablarnos del estado de cosas en el mundo. Solo Europa puede sentirse satisfecha, ganadora de todos los títulos, excepto uno (Corinthians, 2012), desde el 2007. Los demás continentes siguen luchando contra la irrelevancia. Especialmente grave es lo de Sudamérica, orgullosa potencia durante décadas. La Final del Bernabéu fue un síntoma; la derrota contra el dueño de la pelota, un veredicto: la decadencia lo pudrió todo.

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