Luis Suárez enciende a la grada roja
El uruguayo, vilipendiado por la afición del United por su pasado en el Liverpool y por su arte en fingir, celebra enrrabietado el gol pese a que el árbitro no se lo dio
Maldecía pero aguardaba impaciente a la resolución del árbitro y del VAR porque sabía que no estaba en fuera de juego como señaló el juez de línea, que su remate cruzado tras el centro de Messi era gol. Por lo que cuando el colegiado indicó el centro del campo y validó el tanto, Luis Suárez se tomó la justicia a su manera y, enrabietado y provocativo, festejó la diana con una pequeña carrera hacia la grada de Stretford End para levantar el puño y gritar, para demostrar que en Inglaterra y hasta en Old Trafford la ley la pone el pistolero.
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— EL PAÍS Deportes (@elpais_deportes) April 10, 2019
El gesto iracundo de Suárez no era gratuito, pues a cada ocasión que absorbió el balón todo Old Trafford —menos desde la esquina donde estaba la extrañamente animosa y enérgica afición azulgrana— le dedicó una sonora pita. Entienden en la casa de Sir Matt Busby y Sir Alex Ferguson que el uruguayo desprestigia los valores del fútbol inglés, sobre todo por su facilidad para caerse al piso cuando nota (o no) un contacto rival. Tal fue su reiteración en la artimaña cuando estaba en Inglaterra que hasta los rotativos sacaron tiras cómicas sobre su pasión por simular. Y eso en la Premier no se tolera desde tiempos pretéritos, como explicó en 1988 el capitán del Tottenham, Gary Mabbut, a Nayim —héroe del Zaragoza porque marcó el tanto que valió la Recopa de 1995—, que decidió fingir un penalti y se llevó la mayor reprimenda que nunca antes había recibido. Cuando Suárez besó la lona al notar el aliento de Smalling, Old Trafford enloqueció. Y le recordó a cada ocasión que tocaba el esférico la inquina que le profesa al 9 azulgrana.
Ocurre que la tirria de los mancunianos se enraizaba en más razones, pues aún recuerdan el episodio en el que se enzarzó en una discusión de tintes racistas con Evra —ex del United— por el que fue sancionado con ocho encuentros y una multa de 48.000 euros. Pasajes que junto a un corte de magas a la afición del Fulham y varios rifirrafes más le señalaron como el delantero en busca y captura. Nada que le importunase a Suárez, que ya se hizo con la Bota de Oro en su último curso con el Liverpool y que anoche volvió a dictar su ley.
Supersticioso como es, Suárez salió el último al terreno de juego de Old Trafford ahora que Messi debe liderar la fila por ser el capitán. Pero fue el primero en poner en aprietos al Manchester, en librar una batalla física con Smalling y Lindelöf de la que salió bien parado. Como en esa ocasión en la que se insertó entre los dos y bajó el cuero al tapete para cedérselo de cara a Coutinho, que le pegó duro pero al centro, nada cohibido porque la afición del United apenas reparó en su pasado reciente con el Liverpool, ocupada como estaba en denostar a Suárez. También lo probó el uruguayo con un remate desde la frontal, suficientemente desviado para ser objeto de mofa por parte de la grada, y con un chut torcido.
Tanto le daba al 9, que ya había decidido el encuentro con su gol. O su casi gol. El árbitro se lo dio a Shaw en propia puerta, ya que tocó el cuerpo tras el remate de Suárez. Infortunio que no impidió su celebración ante la grada del MUFC, pero que sí prolonga en el tiempo el gafe de Suárez en Europa; todavía no se ha estrenado en esta Champions. Pero en Inglaterra y en Old Trafford, la ley la pone él.
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