El Madrid levanta el vuelo
La goleada ante el Espanyol, en un ejercicio de solvencia y rigor, confirma el mejor momento de un equipo que parece abandonar el túnel del mal juego
Consolidado alrededor de la mejor versión de Luka Modric, el Real Madrid borró al Espanyol en otra exhibición de solvencia que le sitúa al final de un túnel de incertidumbre. Si el dominio ante el Sevilla de hace una semana señaló que algo encajaba en el equipo, el buen juego exhibido en Cornellá ratificó su mejor momento de la temporada tras un arranque crítico. Solo las circunstancias accidentales favorecieron al equipo catalán.
Espanyol, 2 - Real Madrid, 4
Espanyol: Diego López; Javi López, Mármol, Hermoso, Didac (Rosales, m. 64); Baptistao (Piatti, m. 71), Roca, Darder (Melendo, m. 75), Alex López; S. García, Iglesias. No utilizados: Roberto, Campuzano, Granero, V. Sánchez.
Real Madrid: Courtois; Carvajal, Varane, Ramos (Nacho, m. 46), Reguilón; Modric (Marcelo, m. 76), Casemiro, Kroos; Lucas Vázquez, Benzema, Vinicius (Bale, m. 64). No utilizados: Zidane, Isco, Ceballos, Llorente.
Goles: 0-1. M. 4. Benzema. 0-2. M. 15. Ramos. 1-2. M. 25. Baptistao. 1-3. M. 45. Benzema. 1-4. M. 67. Bale. 2-4. M. 81. Rosales.
Árbitro: Gil Manzano. Expulsó a Varane con roja directa (m. 72). Amonestó a Roca, Ramos, S. García, Carvajal, Melendo, Nacho y Courtois. VAR: González González.
RCDE Stadium, 33.000 espectadores.
Hay partidos que se ganan antes de la disputa. Suele ocurrir cuando uno de los contendientes lanza un mensaje tan disuasorio que provoca en el contrario la convicción de que todo esfuerzo postrero será inútil. Algo de eso ocurrió en el minuto tres cuando Carvajal, Lucas Vázquez y Modric entraron en acción. Los tres han formado una unidad temible. Un vórtice que concentra la energía del Madrid, que se nutre de su sabiduría y compenetración. Resultaron decisivos contra el Sevilla y en Cornellá no tardaron en hacer estragos. En un intento de salida del Espanyol, una jugada precipitada, mal conducida por Didac, desencadenaron una tormenta. Robó Carvajal, conectó con Lucas, y Lucas entregó a Modric para que resolviera el drama. Aprovechando el desconcierto de la zaga ante el desborde de Roca —Mario Hermoso reaccionó tarde en la cobertura—, el croata aceleró, rompió líneas, remató, y el rechace de Diego López dejó solo a Benzema para que diera el toque final.
El 0-1 aturdió al Espanyol para el resto de la noche. El equipo de Rubi se quebró en todos los cuadrantes. Despojado de la pelota por un rival que crece cada día en organización y en fe, no supo vivir replegado porque no logró anticiparse y administró las posesiones sin criterio. Roca se vio sobrepasado, falto del apoyo de sus volantes y bien tapado por Lucas y Casemiro.
El Madrid apretó con una determinación y un ímpetu sostenido que resultaba raro hasta hace poco. Ahora esta presión es su mejor arma. Las cosas se enturbiaban para el Espanyol cuando Ramos cabeceó el 0-2 con un salto que le mantuvo elegantemente suspendido hasta desviar el centro de Modric al ángulo más lejano del arco de Diego López. Fue el 14º gol del capitán esta temporada. Lo hizo después de un córner que el Espanyol defendió con la languidez de los equipos entregados.
El estadio estaba medio vacío. El ambiente era anticlimático. El Espanyol deambulaba. Solo lo podía restituir un accidente. Fue un córner en el minuto 24 después de una jugada desaforada de Baptistao, que acabó fusilando a Courtois después de dos rechaces. Todo más o menos casual.
El Madrid siguió armando el juego con suficiencia. El equipo insistió en su dominio del balón y el territorio sobre un adversario que volvía a encogerse cuando sucedió otro imponderable. Sergio García le dio una patada a Ramos. Los tacos del delantero hicieron daño en el tobillo izquierdo del defensa, que pidió las asistencias. El incidente interrumpió el partido durante unos minutos. Cuando el juego volvió a su cauce, el Espanyol se desajustó. Al límite del descanso, Benzema se plantó frente a la defensa arrancando en diagonal desde la izquierda. Vinicius le tiró un desmarque, el francés lo asistió y Hermoso metió el pie. La pelota debió ir a poder de alguno de los interiores pero estaban tan atolondrados que Benzema se les adelantó y definió al segundo palo. Como si se sacudiera una pelusa.
Benzema dio 54 pases buenos: su mejor registro en un partido de Liga. Vértice de todas las maniobras de su equipo, presente hasta en defensa, el nueve y medio hizo todo lo que se esperaba de él con puntualidad. Entrando y saliendo de las jugadas, tocando y moviéndose en zonas en las que resultaba indetectable, enredó a sus marcadores sin darles respiro. Había transcurrido poco más de una hora cuando atrajo a dos defensas y generó un espacio antes de asociarse con Lucas al borde del área para volver a desmarcarse arrastrando un central hacia el punto de penalti. Benzema sugirió una solución y Lucas le comprendió cuando jugó rápido al tercer hombre —a Bale— que se quedó libre sin moverse, se giró y metió el cuarto. El galés acababa de entrar por Vinicius, que atravesó la refriega por la zona de sombra. Se le vio poco.
Nacho sustituyó a Ramos en el descanso y la zaga del Madrid perdió tensión. No es habitual que el capitán se pierda minutos. En esta Liga había disputado todas las jornadas de punta a punta. Lo pagó el Madrid en la acción de la expulsión de Varane, sorprendido por Piati, al que derribó cuando encaraba solo a Courtois. No fue la primera señal de alarma en un Madrid menos fluido, más contemporizador. Lo aprovechó Marc Roca, espléndido cada vez que pisa el campo contrario, con un pase vertical a Rosales. El venezolano rompió el fuera de juego y remató el segundo del Espanyol. A falta de diez minutos, el 2-4 agitó la coctelera hasta el final de un duelo que el Madrid se llevó con solvencia a pesar de los accidentes.
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