

El ‘miedo’ del Madrid frena aún más a Lunin
El portero ucraniano, cedido por los blancos al Leganés y relegado al banquillo en la Liga, se queda sin minutos también en la Copa del Rey por culpa de la cláusula recurrente


En su concienzuda búsqueda de talento joven para competir por anticipación con los jeques del fútbol, el Madrid llegó en julio hasta la ciudad ucraniana de Lugansk, en la confluencia de los ríos Lugán y Oljóvaya, cuna de Serguéi Bubka y también de Víktor Onopko. Allí, en el FC Zoryá Lugansk, jugaba el prometedor guardameta Andriy Lunin que, con 19 años y 1,91 metros, fichó por el club blanco y emprendió la carrera para hacerse en el futuro con la portería del Bernabéu.
“Le han querido muchos equipos, pero tenía claro dónde quería estar. A pesar de su juventud es internacional absoluto con su selección y ya ha demostrado por qué es uno de los grandes nombres de futuro”, le presentó Florentino Pérez, con protocolo de estrella. Con Courtois, Navas y Casilla en la nómina madridista, Lunin fue cedido al Leganés como destino cercano para hacer la mili, con minutos y protagonismo desde el principio. Eso al menos marcaba la hoja de ruta, pero la realidad ha torcido los planes. En cuatro meses y medio de competición, Lunin solo ha disputado 94 minutos en Liga y la eliminatoria de dieciseisavos de Copa ante el Rayo. Hoy, en la vuelta de octavos ante el Madrid (21.30, beIN LaLiga), tampoco podrá jugar por la cláusula del miedo. La paradoja de un rodaje frustrado que amenaza con frenar la progresión del portero.
Suplente en Liga del baqueteado y solvente Pichu Cuéllar —21 goles encajados en 18 partidos, tres menos que los recibidos por el Madrid—, la oportunidad para Lunin llegó en la Copa. Tuvo un estreno frío en Butarque ante el Rayo y encajó dos goles en 20 minutos, pero En-Nesyri arregló el marcador (2-2) y, en la vuelta, el ucraniano fue el artífice de la clasificación del Leganés para octavos (0-1).
La noche del 4 de diciembre, en Vallecas, Lunin paró todo lo parable, incluido un penalti a Bebé en la primera parte, lució por alto y por bajo, desesperó con sus intervenciones a Medrán, Raúl de Tomás y Sergio Moreno y se ganó el ansiado hueco para lucir en su cesión. Pero una semana después, el sorteo deparó un Real Madrid-Leganés, otro portazo para Lunin. La causa, la recurrente cláusula del miedo que el club propietario del jugador incluye en el contrato de cesión para evitar que este juegue contra sus intereses deportivos. Un vericueto legal al que el Madrid tardó en acogerse, pero después implantó a fuego desde 2004. Tras los sucesivos estropicios en Chamartín de Eto’o, Munitis y Morientes, con las camisetas del Mallorca, Racing y Mónaco respectivamente, ningún asalariado madridista ha lucido ante su club. Este curso, Raúl de Tomás o Mayoral ya han sufrido una norma que el Barça, por ejemplo, no aplica a sus jugadores.
“Esto de la cláusula es una cuestión de política. No sé si yo puedo valorar estas cosas. Mi obligación es ser un buen jugador y hacer todo lo posible para ayudar al equipo. Nada más”, señaló Lunin en su presentación como pepinero, justo antes del Real Madrid-Leganés de la tercera jornada de Liga, circunstancia que le impidió debutar de inmediato y dio carrete a Cuellar, que ese verano estuvo más fuera que dentro del club –con Olympiacos como principal interesado-.
En 2014, la UEFA emitió un comunicado antes de las semifinales entre el Chelsea y el Atlético para anular la cláusula impuesta por el club inglés a los rojiblancos por Courtois (cedido ese curso en Stamford Bridge) y clave en la clasificación de los de Simeone para la final de Lisboa. “Nuestro reglamento prohíbe estrictamente que los clubes ejerzan influencia para que los jugadores de otro equipo puedan o no participar en un partido”, sentenció el organismo. Ahora Lunin, llamado a ser algún día el relevo del propio Courtois, se topa con una norma que, con la eliminatoria a priori resuelta (3-0 en la ida), perjudica mas que beneficia los intereses del Madrid.
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