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Mendizorroza, un fortín inexpugnable

El Alavés remonta ante el Valencia para firmar la mejor primera vuelta de su historia

Jon Rivas
Tomás Pina celebra su gol al Alavés, el segundo de su equipo.
Tomás Pina celebra su gol al Alavés, el segundo de su equipo.ANDER GILLENEA (AFP)

A primera vista, Mendizorroza es un paraje sereno. Rodeado de árboles, muy cerca del centro de Vitoria pero en medio de parques, de paseos tranquilos en los que juegan los niños, y en los que, cuando el frío no aprieta demasiado y se filtran los rayos del sol, da gusto sentarse en un banco y ver caer las hojas de los árboles. El estadio alavesista, una edificación que se camufla entre un complejo deportivo y un frontón de mano profesional, no aparenta ser lo que es: una fortaleza inexpugnable, el Fort Knox de Primera División.

Abelardo y sus hombres han conseguido que ningún equipo se pasee por Vitoria, ni disfrute de los parques ni de la caída de la hoja; más bien al contrario, que todos enfilen la Avenida de Gasteiz, camino del aeropuerto de Foronda, masticando su frustración. Lo hizo el Valencia de Marcelino, que se adelantó en el marcador, pero salió trasquilado antes del descanso. El Alavés firma la mejor primera vuelta de su historia en LaLiga, supera la treintena de puntos, adelanta provisionalmente al Real Madrid y duerme en zona Champions.

A Mendizorroza, suave por fuera, duro por dentro, se va a sufrir, a padecer; a tratar de desenredarse de la tela de araña que tejen los albiazules desde la guarida de Tomás Pina. A penar con los centros de Ibai, con la contundencia de Laguardia, con la velocidad de Jony; a toparse con el muro de Pacheco. Nada les perturba, ni siquiera que el árbitro no viera la falta de Cheryshev que dio origen al gol de lanzamiento directo de Parejo, en el minuto 13. Nadie se alteró en el bando vasco. Por supuesto, nadie bajó los brazos ni se dejó ir, pese a que el Valencia tuvo minutos brillantes después de adelantarse y acarició un segundo gol que no acabaría llegando.

Alavés, 2 - Valencia, 1

Alavés: Pacheco; Ximo Navarro, Laguardia, Maripán, Martín Aguirregabiria; Ibai Gómez (Sobrino, min. 84), Manu García, Pina, Jony (Guidetti, min. 93); Borja Bastón (Brasanac, min. 72) y Calleri.

Valencia: Neto; Gabriel Paulista, Garay, Diakhaby, Lato (Batshuayi, min. 69); Piccini, Wass (Ferrán, min. 62), Parejo, Cheryshev; Santi Mina y Rodrigo.

Goles: 0-1, min. 13: Parejo, de libre directo. 1-1, min. 20: Borja Bastón. 2-1, min. 45: Tomás Pina.

Arbitro: Medié Jiménez (Comité Catalán). Amonestó con tarjeta amarilla los locales Laguardia (min. 12), Navarro (min. 25) y Pacheco (min. 82) y a los visitantes Wass (min. 22), Diakhaby (min. 46), Ferrán (min. 80).

Incidencias: partido correspondiente a la decimoctava jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio de Mendizorroza de Vitoria ante 18.304 espectadores en el estadio de Anoeta. El césped presentó zonas heladas debido a las bajas temperaturas que se registraron la noche previa.

Eso fue su perdición; su castigo. Habían empezado bien, con su sistema de tres centrales, que permitía a los carrileros buscar la espalda a los laterales alavesistas, pero les faltó tino en el área y serenidad en defensa. Por eso empató el Alavés en su primer córner. Diakhaby, que había tenido una ocasión en el área de Pacheco, no supo despejar el balón lanzado desde la esquina, que cayó a los pies del infalible Borja Bastón. Es un especialista y no falló.

El Valencia, todavía dinámico, tenía la pelota y jugaba con sentido, a pesar del golpe, pero a veces las cosas se enredan más de lo necesario, sobre todo con el Alavés enfrente, y después de una gran jugada de Santi Mina en la que Rodrigo, delante de Pacheco, cruzó demasiado el disparo, llegó la puntilla. Otra vez en un córner, discutido por los valencianos porque ya pasaba el tiempo de alargue. El árbitro permitió los dos primeros remates, que salvó Neto, y dejó seguir la jugada unos segundos más, hasta el último centro, el barullo final, y el remate de Tomás Pina que acabó en la red.

Frustrados, dolidos por el resultado, los hombres de Marcelino no supieron hincarle el diente al Deportivo Alavés en la segunda mitad. Tuvieron el balón más tiempo, decidieron cortar las vías de suministro del equipo local, y trataron de poner otra intensidad a su juego, pero se fueron diluyendo con el paso de los minutos. Hubo escarceos, sí, como corresponde a un equipo plagado de futbolistas importantes, pero poco más. Los cambios no aportaron demasiado y el Alavés se fue sintiendo cómodo en su papel de presunta víctima, porque en realidad no lo era, solo lo fingía. Guardaba en su hucha los tres puntos, esos que le llevan a la increíble cifra de 31, algo que nadie pensaba en Vitoria al comienzo de temporada. Abelardo soñaba, hace apenas un mes, con alcanzar los 28 y ya ha superado esa marca. Ahora los sueños, como suele suceder en la noche de Reyes, son más ambiciosos. El Valencia, mientras, se queda en su particular purgatorio.

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